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FLEMA BRITÁNICA PARA ASEGURAR LAS INVERSIONES

El embajador del Reino Unido 'comercializa' el Brexit ante las grandes empresas españolas

El embajador Simon Manley ha mostrado su mejor flema diplomática en una carta enviada a todas las grandes empresas españolas para que espanten sus temores ante el Brexit

El embajador británico, Simon Manley. (Carmen Castellón)

“Vamos a dejar la Unión Europea, pero no Europa”. Este es el eslogan con el que la embajada británica en España ha empezado a desplegar una intensa campaña entre las grandes empresas españolas con destacada presencia en el Reino Unido, a fin de evitar una diáspora de inversiones que suponga la ruina económica del Brexit. La mayor parte de las compañías nacionales instaladas en Reino Unido disponen de planes de contingencia que tienden a situar en punto muerto las expectativas de negocio en el país, lo que está generando seria inquietud en el Gobierno de Theresa May.

El máximo representante del Reino Unido, Simon Manley, ha remitido una carta a los presidentes y consejeros delegados de las empresas españolas donde trata de justificar el divorcio de la Unión Europea haciendo alarde de una exquisita dosis de flema británica. La pose del embajador muestra la otra cara de la moneda con que la diplomacia trata de ‘comercializar’ el Brexit desde el punto de vista económico, y no tiene nada que ver con las tensiones políticas desatadas dentro de Reino Unido en otros asuntos que atañen especialmente a España, como pueda ser la soberanía de Gibraltar.

Theresa May está dispuesta a ir a la guerra para defender el Peñón, como ha dicho el antiguo líder del Partido Conservador, Michael Howard, pero eso no debe impedir que “el Reino Unido sea un modelo para el libre comercio y el mejor lugar del mundo para montar y expandir una empresa”. Al menos esto último es lo que afirma de modo textual el embajador británico en el escrito remitido a los empresarios el pasado 29 de marzo, el mismo día en que su Gobierno decidía activar con todas las consecuencias el botón del Brexit.

El contraste de ideas evidencia la complejidad de las discusiones que durante los dos próximos años tendrá que acometer la Comisión Europea para aclarar el futuro marco de relaciones con el Reino Unido: “Queremos que la negociación evite una situación prolongada de incertidumbre para las empresas y los ciudadanos europeos”, afirma Manley en una carta que sus destinatarios han entendido como un gesto de cortesía no exento de cierto voluntarismo. Las compañías españolas con inversiones al otro lado del Canal de la Mancha consideran que, de momento, el Brexit entraña muchos más riesgos que oportunidades.

Simon Manley admite la inquietud de las empresas españolas y pide a sus altos ejecutivos que expongan sus ideas y preocupaciones ante el Brexit

El embajador se cura en salud ante la desazón que el referéndum del pasado mes de junio ha provocado en los medios empresariales de nuestro país y pide a los gestores de las grandes compañías un ejercicio de transparencia para que muestren sus inquietudes abiertamente: “Tenemos mucho interés en que nos transmitas tus impresiones y adoptar medidas respecto a tus ideas y preocupaciones de cara a garantizar que tus inversiones en el Reino Unido sigan prosperando”, apostilla Manley en un tono conciliador pero que tampoco clarifica las grandes incógnitas existentes sobre el procedimiento y las consecuencias económicas del Brexit.

La carta del delegado británico constituye una mera declaración de intenciones cuya eficacia dependerá de la capacidad de renuncia que pueda asumir Bruselas. La continuidad de los beneficios económicos forma parte del inventario de objetivos del Reino Unido, pero Manley no esconde la posibilidad de que el Brexit termine causando una “mínima disrupción tanto a consumidores como empresas”. El embajador expone además como aspectos clave de negociación la necesidad de cerrar cuanto antes un acuerdo sobre los derechos respectivos de los ciudadanos de la Unión Europea y su país, aparte de fijar un nuevo marco de seguridad basado en la cooperación más estrecha posible.

En España, las reacciones inmediatas demuestran que las autoridades británicas deberán esmerarse todavía con mayor ahínco en su esfuerzo de persuasión ante la clase empresarial española. La cautela se ha instalado en las grandes entidades inversoras de nuestro país, que han decidido abrir un compás de espera antes de acometer nuevos proyectos en el Reino Unido. Es el caso paradigmático de Ferrovial, cuyo presidente, Rafael del Pino, no se ha mordido la lengua a la hora de manifestar que “actualmente no ve oportunidades” en el país. Una declaración que, en pocas palabras, resume el acuse de recibo con que ha sido acogida la flemática misiva de Simon Manley.

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