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sin ampliación de capital salvo orden del bce

Saracho pone en cuarentena el banco malo del Popular y activa el plan B sin dividendos

El nuevo presidente de la entidad financiera tiene serias dudas sobre la viabilidad del Proyecto Sunrise y prefiere optar por un programa acelerado de adelgazamiento

Sede del Banco Popular. (EFE)

Emilio Saracho tomará las riendas delBanco Popular en 15 días, cuando la junta extraordinaria de accionistas le nombre presidente en sustitución de Ángel Ron. No obstante, el banquero de inversión, sin ninguna experiencia en banca al por menor, lleva semanas trabajando en la sombra para desembarcar en la entidad con la lección aprendida y convencido del tratamiento necesario para resucitar al grupo financiero. Según distintas fuentes, su planteamiento es bastante distinto al que ha propuesto su antecesor, ya que principalmente no pasa por crear un banco malo donde apartar los créditos morosos.

La constitución de un banco paralelo en el que se aparcarían hasta 6.000 millones de euros —un 16,6% de la actual cartera de préstamos fallidos— es todavía la piedra angular del plan con que el saliente Ron y el actual consejero delegado, Pedro Larena, pretenden enderezar el balance y la cuenta de resultados del Popular. En la conferencia con analistas del pasado viernes para presentar los números de 2016, el número dos del banco obvió dar muchos detalles de este proyecto, denominado Sunrise, del que solo dijo que iba “más lento de lo esperado debido al interés que ha generado”.

Larena no especificó si se refería al interés de los potenciales inversores institucionales —fondos buitre, principalmente— que capitalizarían esta nueva sociedad inmobiliaria o al exceso de celo por parte de la Comisión Nacional del Mercado de Valores y del Banco de España. Ninguno de los dos organismos reguladores y supervisores ha dado todavía el visto bueno a este proyecto, porque tienen serias dudas sobre la calificación de la nueva deuda y el impacto en los derechos de los accionistas minoritarios.

Según distintas fuentes, Saracho no ve nada claro la creación de este banco malo, ya que considera que es una patada hacia adelante que apenas maquillaría el problema de solvencia de la institución participada por Allianz, Credit Mutuel, familias históricas vinculadas al Opus Dei y el inversor mexicano Antonio del Valle. Así se lo ha transmitido el futuro presidente a algunos de sus más allegados y a varias de las personas a las que ha sondeado para entrar en el consejo de administración en cuanto tome posesión del cargo. Se prevén al menos cuatro consejeros independientes nuevos.

Saracho ha rechazado hacer ninguna declaración a El Confidencial para comentar esta información, al indicar que hasta que no sea nombrado oficialmente por la junta general extraordinaria, no es correcto hacer ninguna valoración. Pero, según las mismas fuentes, el banquero formado en Goldman Sachs y Banco Santander, en los tiempos en los que Ana Patricia Botín era su jefa más próxima, ya ha comunicado extraoficialmente que implantará un plan B que sustituya al Proyecto Sunrise.

Sin dinero, objetivo: ganar tiempo

El nuevo primer ejecutivo del Popular no quiere empezar su andadura con una relación tensa con el Banco de España ni con la CNMV, amén del Banco Central Europeo (BCE), al que tendrá que presentar una hoja de ruta muy concreta en la que exponga las medidas a adoptar para reforzar la solvencia de la entidad. Con un ratio de capital CET 1 'fully loaded' —el de mayor calidad— de apenas el 8,17%, muy lejos del 11% recomendado por las autoridades europeas, los analistas estiman que el grupo financiero tendrá que ampliar capital en cerca de 3.000 millones de euros, por lo que dan por hecho que Saracho llevará a cabo una nueva emisión de acciones mayor a la que Ron realizó en mayo del pasado año, por 2.500 millones.

Aunque realmente le gustaría hacer como Ana Botín cuando desembarcó en el Santander —a los tres meses, emitió acciones por 7.000 millones—, las mismas fuentes consultadas apuntan a que Saracho no tiene como prioridad en su tratamiento de cirujano aprobar otra ampliación de capital por dos motivos. Por un lado, porque castigaría por segunda vez en 12 meses a los ya de por sí desgraciados accionistas. Por otro, porque tiene grandes dudas sobre si la citada emisión sería suscrita en su totalidad, debido a la escasa credibilidad en el mercado del Popular y a las propias dificultades por las que atraviesan accionistas de referencia como Allianz y Credit Mutuel.

De hecho, en la colocación de 2.500 millones del pasado ejercicio, la aseguradora alemana y la caja francesa estuvieron a punto de no acudir a la operación, lo que provocó una grave crisis entre Goldman Sachs y UBS, los dos bancos coordinadores, que temieron quedarse con las acciones por falta de demanda. Salvo orden del BCE, su idea inicial es retrasar cualquier ampliación de capital a corto plazo.

La venta de la división de seguros a Allianz es una de las grandes bazas que se guarda para levantar dinero y evitar otra ampliación de capital dilutiva

"Su objetivo es ganar tiempo ante el BCE, que le dará entre nueve meses y un año para enderezar el banco. No más. Estos no tienen manga ancha como el Banco de España", explica el consejero de un banco que está bajo la tutela de las autoridades de Fráncfort y que pide el anonimato. En su opinión, el plan alternativo de Saracho pasa por vender sus negocios en el extranjero —Totalbank, BX+ y su filial en Portugal—, por los que podría obtener 500 millones en el mejor de los casos, sus participaciones minoritarias en empresas como Globalia, el banco compartido con Crédit Mutuel Targobank— y la división de seguros, a la que sí podría sacarle cerca de 800 millones.

Con esos algo más de 1.000 millones, más el capital liberado por estas participaciones, podría ahuyentar el fantasma de la ampliación de capital a corto plazo y tranquilizar al BCE, estrategia que iría acompañada de la venta acelerada de carteras de créditos y de activos inmobiliarios a través de la red, tal y como hizo el Santander cuando rescató a Banesto.

Lo que también tiene claro Saracho es que el banco, aunque pudiera volver a beneficios en 2017, no repartirá dividendos en 2018, salvo una cantidad anecdótica. Su idea es destinar cualquier ganancia a reservas, entre otras cosas porque se lo exigirá el BCE. Con todo ello, el banquero de 59 años busca adecentar el Popular para una venta al mejor postor que se llevaría a cabo el próximo año. El objetivo es que cuando se haga el traspaso, pueda poner en su currículo que salvó a la histórica entidad y que sus acciones se vendieron muy por encima de cuando entró oficialmente en el despacho del presidente.

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