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  1. Economía

ESTRATEGIA DE ACCIÓN EXTERIOR

Brújula española en la UE hasta 2024: un fondo permanente y más federalización

El Gobierno presenta la estrategia exterior para el periodo 2021-2024, que cubrirá la presidencia española de la UE. Entre sus objetivos, se marca la idea un fondo de recuperación permanente

Bandera española junto a la europea, en la base de Rota. (Reuters)

En 2007, la anterior presidencia portuguesa del Consejo de la UE estableció una de las tradiciones bruselenses con más significado. La presidencia de turno preside las formaciones del Consejo, así que, como regalo, el embajador permanente portugués entregó a su sucesor una estatuilla de una brújula. La brújula que hace falta tener siempre a mano para saber navegar las siempre turbulentas aguas de la Unión Europea. Ahora, 14 años después, la brújula ha vuelto a manos portuguesas.

En julio de 2023, el embajador español recibirá la estatuilla de manos de su homólogo sueco. Será el turno de que España asuma las riendas. Pero una presidencia no se improvisa, no se actúa sobre la marcha. Lleva un enorme trabajo técnico y político. Se empieza a trabajar en ella a nivel técnico un año antes de que comience. A nivel político, es el momento en que se diferencia entre los países que tienen la brújula afinada y saben en qué dirección quieren que avance el barco y aquellos gobiernos que llegan sin estrategia ni dirección. El margen de maniobra es estrecho. Para que una presidencia dé buenos frutos, hace falta trabajar con tiempo.

El consejo de ministros tiene previsto aprobar hoy su estrategia de acción exterior, documento al que ha tenido acceso El Confidencial. Pero, esta vez, con especial significado: cubre el periodo 2021-2024, y eso significa que la estrategia culminará con la finalización de la presidencia española del Consejo de la Unión Europea en diciembre de 2023. La estrategia exterior es más que una carta de deseos y más que una simple mirada al exterior: es inseparable del mapa que España necesita si quiere cumplir sus objetivos durante la presidencia rotatoria.

En el documento, se presentan tres ejes respecto a Europa que estarán muy ligados con las prioridades españolas cuando le toque asumir las riendas de la presidencia: el primer pilar es una Europa más integrada política, económica, social y culturalmente; el segundo se centra en lograr una Unión “más resiliente y que goce de mayor autonomía estratégica”, y el tercer pilar es reforzar la “proyección global” de Europa, así como su “voz y acción unificada en el terreno internacional”.

Sala de reuniones del Consejo Europeo en Bruselas. (EFE)

Área económica

Uno de los puntos fuertes de la estrategia tiene que ver con el fondo de recuperación, que el Gobierno califica como “el paso federalizante más importante de la UE desde la adopción del euro”. Y apunta: “El siguiente paso debe ser la consolidación de instrumentos permanentes de emisión mancomunada de deuda y la creación de nuevos recursos propios que permitan financiar a la Unión Europea a la altura de sus necesidades y que estén relacionados con las políticas que desarrolla la Unión”. El fondo sirve como demostración de la necesidad de una herramienta fiscal a nivel europeo después del fiasco del presupuesto de la eurozona que intentó impulsar Francia, pero que acabó en papel mojado.

España no es la primera que considera que el siguiente paso deben ser instrumentos permanentes con el mismo objetivo. El mismo Banco Central Europeo (BCE) ha señalado en esa dirección tras años subrayando una y otra vez que la eurozona necesita completar la unión bancaria y sumarle un instrumento fiscal común. En septiembre, la institución presidida por la francesa Christine Lagarde publicaba en un informe que el acuerdo respecto al fondo de recuperación señalaba "una disposición política para diseñar una herramienta fiscal común cuando surja la necesidad".

Eso sí, hasta ahora, Nadia Calviño, vicepresidenta económica del Gobierno, se había mostrado cauta respecto a la idea de la permanencia del fondo. Preguntada por la cuestión en una conferencia del 'Financial Times' en noviembre, la española señalaba que primero lo primero: hay que poner en marcha el fondo. “Tenemos que avanzar paso a paso. En primer lugar, cerremos el acuerdo sobre los textos legales, hagamos que fluya el dinero, desarrollemos el plan de inversión y luego veremos si debe ser un instrumento permanente o no”, explicaba Calviño en noviembre.

“Desde nuestro punto de vista, ustedes saben que creemos firmemente en una integración más profunda desde el punto de vista económico, social y político, y por eso hemos estado apoyando todas las propuestas e iniciativas para tener una visión más profunda, en particular en la eurozona, pero en la UE en su conjunto. Pero veamos. Creo que primero tenemos que poner esto en marcha y demostrar que es un instrumento útil antes de hablar sobre los próximos pasos”, explicaba hace unos meses la vicepresidenta del Gobierno.

Es un tema sensible. También la propia Lagarde, al ser preguntada por eurodiputados respecto al informe en el que el BCE señaló las bondades de una herramienta fiscal permanente, aseguró que ella no defendía un fondo permanente, que este plan era único y exclusivo para esta situación. Todo el mundo se guarda mucho de lanzar señales que puedan hacer creer a nórdicos y halcones que el fondo de recuperación puede ser una “puerta de atrás” hacia un presupuesto de la eurozona, aunque prácticamente todos los que quieren ese tipo de herramienta creen que de hecho es una puerta de atrás para llegar a ese objetivo. Todo en Europa es 'one-off' (de un único uso) hasta que se demuestra que funciona. Pocas veces la Unión decide tirar a la basura algo que le sirve.

Pero esta propuesta es muy ambiciosa y delicada. Cualquier progreso sobre ello será lento y costoso a nivel político. Tanto, como otras ideas que se señalan en el documento. Por ejemplo, se asegura que España pretende acabar “con la competencia fiscal dentro de la Unión Europea”. Quizá los objetivos más realistas en materia económica sean los relacionados con posibles acuerdos en los campos de la fiscalidad de la economía digital y medioambiental.

Una persona pasea frente a la sede de la Comisión Europea en Bruselas. (EFE)

Otras propuestas

En el documento, el Gobierno apuntala su nueva estrategia de “alianzas variables” que lleva buscando desde hace algún tiempo para evitar convertirse en muleta de la principal alianza, el eje franco-alemán, algo que interesa especialmente a Madrid en algunos ámbitos, como por ejemplo la posible reforma de las normas de competencia que puedan facilitar la aparición de gigantes europeos. En el documento, se señala la necesidad de reforzar los lazos con los aliados tradicionales de España, que son Portugal, Francia, Italia, Alemania y Polonia, y extenderlos a otros Estados miembros como Rumanía, los socios del Grupo Visegrado (junto a Polonia, forman parte de él Hungría, Eslovaquia y República Checa, países que preocupan a Bruselas por la deriva autoritaria de sus ejecutivos) y los países bálticos.

En cuanto a otras ideas concretas más allá de lo económico, el Gobierno defiende, por ejemplo, la necesidad de hacer uso de las cláusulas pasarelas de los tratados para eliminar el requisito de unanimidad en algunos campos de decisión. Aunque el documento no especifica cuáles (hay varios ámbitos en los que se pueden aplicar dichas cláusulas), esta reivindicación suele centrarse en materia de seguridad y defensa, con el objetivo de que la Unión sea más ágil en un tablero muy fluido. La idea coge cada vez más fuerza en Bruselas, pero sigue habiendo mucha resistencia, especialmente por parte de los países más pequeños, que consideran la posibilidad de veto una garantía para sus intereses.

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Nacho Alarcón. Bruselas

El documento también hace referencia a la Conferencia sobre el Futuro de Europa en que se debe discutir y marcar el rumbo futuro para la reforma de la Unión. España ha sido, desde hace tiempo, uno de los países más activos, con contribuciones e ideas respecto a cuáles deben ser las prioridades en dicho foro que, por unas y otras razones, se sigue retrasando.

El Gobierno también señala que, extrayendo lecciones de la pandemia del coronavirus, apoyará la idea de avanzar en la unión de la salud, respaldando la ampliación de competencias del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) y de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA). Sobre la visión exterior de la Unión Europea, el Gobierno plantea que España recoja el testigo del Reino Unido a la hora de ofrecer una visión global. Londres tenía una visión transatlántica privilegiada, y el Ejecutivo plantea la oportunidad de que España lidere un refuerzo de los lazos transatlánticos con la comunidad latinoamericana.

Son líneas maestras, grandes ideas. A la hora de la verdad, todo es mucho más complicado. Solo si la agenda y las circunstancias están a tu favor una presidencia logra impulsar alguna de sus prioridades. Es un trabajo difícil: la presidencia de turno se debe notar lo menos posible. Ser una facilitadora de acuerdos y dinamizar la agenda. Pero sí es cierto que la presidencia española se sitúa en un punto del calendario que puede llegar a ser bastante favorable: renovados recientemente los gobiernos en Berlín y París, si los nuevos ejecutivos son abiertamente proeuropeos, Madrid contará todavía con el impulso inicial de ambos socios y de un Parlamento Europeo y una Comisión Europea apurando su mandato, que finaliza en 2024, pudiendo sentar algunas de las ideas que se recojan en el inicio de la siguiente legislatura. El mayor enemigo que tiene España en el calendario es… España: si no hay comicios anticipados, las próximas elecciones generales están previstas en noviembre de 2023.

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