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  1. Economía

Por el frenazo vivido desde 2017

El PIB per cápita de Cataluña cae por debajo del de la Unión Europea

La comunidad lideró el crecimiento del PIB per cápita desde la salida de la crisis hasta 2016, pero desde entonces el ritmo de su economía se ha frenado, siendo la cuarta región con menor avance

La torre Agbar de Barcelona. (Reuters)

La incertidumbre política rara vez se traslada a la economía con un golpe brusco. Lo normal es que se canalice a través de pequeños cambios inapreciables en el corto plazo y que solo son visibles en comparación con los territorios vecinos. Es lo que ha pasado con Cataluña desde el año 2017, cuando el proceso independentista introdujo una elevada incertidumbre económica. Durante las semanas de mayor tensión social, muchas empresas optaron por sacar su sede de Cataluña, un movimiento que generó muchos titulares, pero que no tuvo incidencia alguna sobre la actividad. Lo que sí se ha producido desde entonces es una ralentización notable del crecimiento del PIB per cápita catalán en un periodo en que el resto de España ha seguido acelerando.

Cataluña pasó de ser la comunidad que lideró la salida de la crisis a situarse a la cola del crecimiento del PIB per cápita. Este dato pone de manifiesto un parón de la productividad respecto al resto de regiones de España y también de Europa. Los datos de la contabilidad regional del INE muestran que el PIB per cápita de la Unión Europea (medida en los 27 países tras la salida del Reino Unido) superó al de Cataluña en 2019. En concreto, el de la UE fue de 31.160 euros, mientras que el de Cataluña fue de 31.119 euros por habitante.

La primera vez que el PIB per cápita europeo superó al de Cataluña fue en el año 2012, pero en ese momento la causa era la grave crisis financiera que atravesaba España. Ese fue el año del rescate y el país sufrió una segunda recesión, mientras que Europa siguió creciendo gracias a la solidez de los países del centro del continente y el empuje de las repúblicas del este. En 2019, por el contrario, España ya estaba en una fase del ciclo económico comparable al de Europa tras siete años de crecimiento que permitieron cerrar el ‘output gap’.

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En ese momento fue cuando Cataluña volvió a caer por debajo de la UE en nivel de PIB per cápita. Se trata de un hito clave, ya que la economía catalana ralentizó su mejora de la productividad de forma clara a partir del año 2017, el año del referéndum independentista. Desde entonces, el avance del PIB per cápita de Cataluña se ha mantenido a la cola de España, con un crecimiento acumulado entre 2017 y 2019 del 8,4%, a una distancia de más de dos puntos respecto a la UE, que alcanzó el 10,6%. El crecimiento de Cataluña también ha sido inferior al del conjunto de España, que fue del 10% en este periodo.

De esta forma, Cataluña pasó de liderar el crecimiento de la productividad en España a situarse en los últimos puestos. Entre los años 2014 y 2016 el PIB per cápita de la comunidad creció un 11,2%, solo por debajo de Baleares, donde avanzó un 12%. En los tres años posteriores, el PIB per cápita de casi todas las comunidades siguió acelerando, aprovechando el ciclo expansivo de la economía europea. Sin embargo, solo en tres comunidades se ralentizó: Cataluña, Baleares y Murcia.

Si se miden los niveles de PIB en términos absolutos, Cataluña también suma tres años por debajo de la media española. Entre 2017 y 2019 su producción creció un 11,3% mientras que la media nacional alcanzó el 11,8%. Sin embargo, este indicador no es tan relevante, ya que Cataluña mantiene un nivel de renta superior a la media nacional, de modo que sigue ganando población. La clave está en el nivel de productividad del territorio, medido en PIB per cápita, que marca las diferencias de nivel de vida entre regiones.

En los últimos años ha generado muchos titulares el sorpaso de Madrid a Cataluña en términos de PIB nominal. Realmente ninguna comunidad autónoma puede competir con la capital y el efecto de metropolización que está generando la economía contemporánea. Para Cataluña las malas noticias vienen de su comparativa con otras CCAA con las que sí puede competir, como País Vasco o la Comunidad Valenciana. En el caso del País Vasco, el PIB per cápita de las dos comunidades era idéntico a principios de siglo, pero hoy es casi un 10% superior en Euskadi, brecha que se ha ampliado en dos puntos desde el año 2017.

En el caso de la Comunidad Valenciana, Cataluña consiguió ampliar su brecha de forma muy intensa durante los años de la crisis del euro, principalmente por la solidez de su industria. En 2012 y 2013, su PIB per cápita fue casi un 40% superior al de la Comunidad Valenciana. Sin embargo, en los tres últimos años, también está perdiendo terreno, hasta el punto de que la brecha se cerró hasta el 34% en 2019.

En clave industrial

Desde el siglo XVIII, el éxito de la economía catalana se ha cimentado sobre la industria. Fue la única región española que formó parte de la primera fase de la industrialización europea, con la mecanización del sector textil, y desde entonces se ha situado en los primeros puestos del país en términos de renta. Para cualquier territorio, la industria es un seguro de crecimiento, que evita oscilaciones bruscas de la actividad y garantiza calidad en el empleo.

La evolución de la industria solo se puede medir en el largo plazo, y en Cataluña, los datos de los últimos cuatro años muestran un incipiente cambio de tendencia. El valor añadido del sector manufacturero desde 2016 a 2019 creció algo menos de un 4%, cifra que está muy lejos de la media nacional, del 7%, y de otras regiones líderes en la industria. Por ejemplo, la producción de la industria manufacturera navarra creció casi un 15% en este periodo, la madrileña, un 9,5% y la vasca, un 7%.

Esta ralentización de la industria catalana ha coincidido con un periodo de fuerte crecimiento del consumo en España y también de las exportaciones al resto de Europa. La industria es un seguro para el crecimiento del PIB per cápita, pero en Cataluña está contribuyendo a su deterioro respecto a sus competidores. En las estadísticas de la industria no afecta nada que las empresas hayan sacado su sede de Cataluña, sin embargo, la inversión sí es clave para mantener el 'stock' de capital y aumentarlo. Esta es la gran amenaza para la economía de la región, ya que si pierde la inversión, o si esta crece a un ritmo inferior al de sus competidores, su economía perderá el atractivo que todavía conserva.

En estos años, el crecimiento del sector público en Cataluña ha compensado la pérdida de peso de la industria, la construcción o los servicios privados. El valor añadido aportado por el sector público (incluye educación y sanidad) creció un 6,6% desde 2016 hasta 2019, dos puntos por encima de la media nacional, que avanzó un 4,7%. Solo en Canarias y Cantabria creció más rápido el sector público.

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