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  1. Economía

El saldo sigue siendo positivo, pero está corrigiendo a la baja

¿Esta vez es diferente? El cambio del modelo productivo español es solo un espejismo

Por tercer año consecutivo el PIB crecerá más de un 3% sin generar desequilibrios y manteniendo el superávit exterior por quinto año. ¿Ha alcanzado España el modelo perfecto?

Una gaviota vuela junto a una bandera roja en la playa de la Zurriola de San Sebastián. (EFE)

Después de que la economía española creciese un 3,2% en 2015, el Fondo Monetario Internacional (FMI) elevó sus previsiones para los dos siguientes ejercicios. Era enero de 2016 y en ese momento, el Fondo anticipaba un avance del PIB del 2,7% para 2017 y del 2,3% para 2018. Se equivocó y por mucho, la economía va crecer este año otra vez a ritmos próximos al 3,2% y en 2018 seguirá cerca del 3%.

El error del FMI fue compartido por la mayor parte de los analistas, que esperaban una ralentización de la economía española y que, por el contrario, ha acelerado en el inicio del año. Todos ellos esperaban que los factores coyunturales que empujaban la actividad se debilitasen con el paso del tiempo, afectando al ritmo de creación de empleo y a la inversión. Sin embargo, los tipos de interés siguen en cero, no hay presiones inflacionistas, el petróleo sigue barato y el optimismo empresarial se está afianzando. España es uno de los países que mejor está aprovechando este contexto para consolidar su recuperación a tasas que son impensables para Francia, Alemania o Reino Unido. Este año se han recuperado los niveles de PIB previos a la crisis y, aunque el del empleo sigue todavía muy lejos, el ritmo de la afiliación ha marcado cotas históricas en los últimos meses.

Pero lo que es más importante es que la economía española está creciendo y creando empleo sin generar desequilibrios, lo que evidencia que todavía puede seguir avanzando a este ritmo sin preocupaciones. Por quinto año consecutivo, el país conseguirá cerrar con superávit por cuenta corriente, esto es, un saldo en el comercio de bienes y servicios y las rentas y transferencias con el exterior. Esto significa que en su crecimiento, el país consigue financiar al resto del mundo, al contrario de lo que ocurría antes de la crisis, cuando el país generaba grandes déficits externos y eran los extranjeros quienes financiaban el crecimiento interno.

Esta es una gran noticia para España que, si se cumplen las estimaciones, conseguirá cerrar su quinto año con superávit. Según los datos del Banco de España, hasta mayo el saldo era positivo por valor de 2.900 millones de euros, una cuenta positiva que, sin embargo, está un 33% por debajo de las cifras que había en el mismo periodo del año anterior. El saldo sigue siendo positivo, pero está corrigiendo a la baja.

El superávit por cuenta corriente hasta mayo fue de 2.900 millones de euros, un 33% menos que en el mismo periodo del año anterior

Para el Gobierno, el cambio de signo de la balanza por cuenta corriente es suficiente explicación para demostrar que la economía española ha cambiado su modelo de crecimiento. Pero el problema es que la mayor parte de los factores que impulsan este superávit son coyunturales y podrían irse con el tiempo: el petróleo barato, los tipos bajos y el ‘boom’ del turismo.

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Entre enero y mayo la llegada de visitantes internacionales dejó en España algo más de 19.100 millones de euros, con lo que el turismo tuvo un saldo positivo de 12.700 millones, un 9% más que en el ejercicio anterior. Sin embargo, si se retira el efecto del turismo sobre la balanza de bienes y servicios, el resultado hasta mayo es un déficit que supera los 5.000 millones de euros. En otras palabras, el “cambio histórico” de la economía que celebra el Gobierno es, en gran medida, el ‘boom’ del turismo que está por ver si es estructural o coyuntural (por los problemas en el resto de países del Mediterráneo).

Pero todavía hay más. España es un país muy endeudado con el resto del mundo, tanto el sector privado como el público. Esto provoca que haya que pagar intereses a no residentes, un dinero que se contabiliza en la cuenta corriente dentro de la balanza de rentas. En este sentido, cuanto más bajos estén los tipos de interés, mayor ahorro para España. Cuando el Banco Central Europeo (BCE) empezó a bajar los tipos de interés de forma contundente, a partir de 2012, el déficit de la balanza de rentas empezó a reducirse. En 2011 salieron algo más de 32.000 millones de euros para abonar rentas y en 2016 salieron menos de 11.300 millones. Apenas un tercio. Un ahorro de más de 20.000 millones que tampoco se puede considerar “cambio histórico” de la economía española.

Y además está el petróleo, que los analistas esperaban que repuntara poco a poco, pero que sigue estancado en el entorno de los 50 dólares. Gracias al desplome provocado por la ‘guerra del fracking’ España tuvo que gastarse menos de 30.000 millones en 2016 para cubrir su demanda de crudo y productos energéticos, la misma cantidad que en 2003. En 2012 el gasto era el doble, esto es, gracias a la caída del barril, España tiene 30.000 millones más en su cuenta corriente. Todo esto no parece un cambio estructural.

El ministro de Economía, Luis de Guindos. (EFE)

¿Qué está pasando entonces?

Si la balanza por cuenta corriente no refleja el cambio estructural de la economía, ¿por qué crece tan rápido sin generar desequilibrios con el exterior? Algunos expertos apuntan a que la principal causa es que España cayó tanto durante la crisis que tenía mucho terreno para recuperar. Mucho más que los países del centro y norte de Europa. Esto significa que España está cerrando la brecha de producción que tiene entre el ciclo y su tendencia histórica, pero no lo está haciendo mejor. En los países del este del continente, que sufrieron una caída del PIB incluso superior, las tasas de crecimiento son mayores porque tienen más margen para cerrar su ‘output gap’.

Así lo ha explicado en numerosas ocasiones el presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), José Luis Escrivá. También refrenda su análisis Manuel Hidalgo, profesor de economía en la Universidad Pablo Olavide: “Tenemos espacio para seguir avanzando, hemos perdido tanto durante las dos recesiones pasadas que, por poco que las cosas mejoren, irán muy bien”, explica, “tenemos un ‘gap’ tan amplio, con tantos factores ociosos, que ponerlos a funcionar genera un gran retorno”.

Tenemos un ‘gap’ tan amplio, con tantos factores ociosos, que ponerlos a funcionar genera un gran retorno

La situación del mercado laboral así lo demuestra. España superará este año los niveles de PIB que había antes de la crisis pero con casi 2 millones menos de trabajadores y 2,1 millones de desempleados más. Esa mano de obra permite mantener la contención salarial (ya que la oferta de trabajo es superior a la demanda) que favorece la creación de empleo. El país todavía tiene margen para crecer antes de alcanzar su situación de equilibrio. “La primera señal de que nos estaríamos acercando es la inflación y el déficit por cuenta corriente”, señala Hidalgo, “ahí sería cuando empezaría a generar desequilibrios, pero de momento estamos en un círculo virtuoso de crecimiento y estabilidad”.

Este ‘círculo virtuoso’ se genera porque la creación de empleo eleva el consumo y mejora el optimismo de las empresas que contratan a más trabajadores. España lleva desde 2015 inmersa en esta fase de crecimiento que permite rebajar la tasa de paro sin generar desequilibrios, porque hay exceso de oferta de mano de obra. “Este crecimiento nos parece más sostenible”, explica Rafael Doménech, responsable de Análisis Macroeconómico de BBVA Research, “una parte del crecimiento y reducción de desempleo se achaca a una cierta caída estructural del desempleo”.

El problema es que, detrás de esta fase expansiva y de moderación salarial, no se ha producido ningún cambio de modelo productivo. Cuando España supere su situación de equilibrio volverá a enfrentarse a los mismos retos del pasado: a una baja productividad del trabajo, a una nula inversión en I+D, a un sistema formativo que está a la cola de los países desarrollados, a una bolsa de trabajadores sin ningún tipo de cualificación, empresas muy pequeñas...

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No hemos hecho gran cosa para conseguir ese cambio estructural”, advierte Hidalgo, “creo que si lo hemos hecho fue mucho antes, ya que el sector exterior español se ha portado muy bien durante los últimos 15 años, no es un cambio producido durante la crisis”. “Ha habido una mejora, en internacionalización e inversión, pero no creo que hayamos pasado a ser una economía diferente a la que teníamos en 2005”. El sector público tampoco ha ayudado a producir un cambio estratégico, ya que el ajuste del déficit se ha producido, en buena medida, cortando la inversión, lo que ha hundido las esperanzas de la I+D.

Ha habido una mejora en internacionalización e inversión, pero no creo que seamos una economía diferente a la que teníamos en 2005

Si en el futuro suben los tipos de interés y el precio del petróleo y se reduce la llegada de turistas, la balanza por cuenta corriente se deteriorará e impactará directamente en el PIB. Como refleja el Banco de España, las dos terceras partes del crecimiento se deben a factores coyunturales. Mientras sigan estos vientos de cola y el país esté por debajo de su nivel potencial, puede seguir creciendo sin generar desequilibrios, pero el “cambio histórico” en el modelo de crecimiento es solo un espejismo.

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