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Laurel Hubbard, la primera trans en Tokio

La ley trans de Irene Montero, un coladero para ganar medallas en los Juegos

La polémica participación en halterofilia de una transexual abre un debate en el que queda claro que la ley española con la autodeterminación de género es incompatible con el deporte

Laurel Hubbard, en una competición de 2018. (REUTERS)

Con el respeto que nunca debe faltar, aún más en un tema tan sensible, y la precaución necesaria en estos tiempos en los que la excepción se ha convertido en opción y cualquier comentario al respecto puede ser malinterpretado, el halterófilo español Andrés Mata calificó de "agravio a las mujeres" que la transgénero de 43 años Laurel Hubbard (hasta los 34, Gavin Hubbard) compita en los Juegos Olímpicos de Tokio en la categoría femenina de +87 kilos. "Supongo que los médicos lo habrán evaluado, yo doy mi opinión, pero no me parece lo más justo en un deporte en el que la fuerza es tan importante", añadió el mencionado levantador español nacido en Venezuela.

En la misma línea se mostró su compañero de selección olímpica David Sánchez, quien recordó que "Hubbard tiene 43 años y sería muy difícil que una mujer con esa edad lograse las marcas que ella está haciendo". Y es que, como explicó Mata, "es un agravio, una situación desafortunada que desgraciadamente vamos a tener que vivir, porque la ganancia muscular que esa levantadora acumuló cuando competía como hombre, puede darle ahora una ventaja injusta". Más reservado se mostró el tercer representante español presente en Tokio, Marcos Ruiz, quien después de confiar en que "los médicos lo tengan controlado y todo esté regulado", señaló que "me gustaría saber mejor lo que opinan las chicas, que son las implicadas". Lo dicho, arenas movedizas.

El caso es que Laurel Hubbard es la primera deportista transexual que participa en unos Juegos Olímpicos y, más allá de la igualdad y la normalización, parece evidente que su presencia en Japón va precisamente en contra del principio de igualdad entre competidores. Es decir, la esencia del deporte y del olimpismo. De hecho, algunas de sus rivales ya han dejado claro que consideran su presencia en Tokio "una broma de mal gusto". La neozelandesa, que compite este lunes y es aspirante a medalla teniendo en cuenta sus marcas, no ha concedido ninguna entrevista desde 2017 y se mantiene protegida de la exposición pública por la federación de su país.

Laurel Hubbard, en lo más alto del podio en abril de 2018 (REUTERS)

El punto de vista del rugby

"Partiendo de la base de que es un tema complejo, creo que las soluciones no deben ser únicas", explica a El Confidencial José Antonio Barrio, el seleccionador español de rugby, posiblemente el deporte en el que más complejo puede resultar la inclusión de trans, dado que se trata de un juego de contacto y por ello en el que más riesgos existen para las mujeres que lo practican. "Deberíamos tener siempre como referencia las protecciones individuales de ambas situaciones. Es decir, proteger a las mujeres y el entorno en el que compiten para que no aparezca ningún hombre que quiera colarse utilizando esta maniobra del cambio de sexo para conseguir alguna medalla o hito deportivo. Pero también proteger a las que realmente son mujeres en un cuerpo de hombre", explica Barrio, más conocido por Yunque.

Y es que, como muy bien expone el seleccionador de las llamadas Leonas XV, "la cuestión es cómo podemos proteger a ambas. Por ello, lo primero que debemos hacer es no generalizar y valorar los casos de manera individual. Aunque parezca que el problema es el mismo, al final son situaciones diferentes. Hay mujeres que han nacido en un cuerpo de hombre y que su nivel testosterona es bastante más bajo que el de cualquier mujer que está compitiendo. Pero también es verdad que pueden tener alguna superioridad, del mismo modo que en baloncesto la tiene el que mide 2:35".

Si algo tiene claro Yunque, es que "se trata de un debate moral en el que habría que tener muy claros cuáles son los objetivos. Para mí, insisto, estos son proteger la libertad individual de los transexuales, pero también a la mujer que hace deporte en su entorno y que no sea una vía de escape para conseguir, a través de una transformación que no sería real, sino artificial, un rédito deportivo. Creo que la base es decretar comités deportivos, médicos y jurídicos, siempre desde un entorno totalmente individualizado", sentencia José Antonio Barrio.

Partido de las Leonas XV contra los Países Bajos en Guadalajara. (EFE)

La ley de Irene Montero

"Por fin las personas trans dejarán de ser consideradas enfermas en España", proclamó la ministra de Igualdad en el acto institucional por el Día Internacional del Orgullo LGTBI. "Esta ley es un perdón sincero a todas aquellas personas a las que este país les ha dicho que sus vidas valían menos", añadió Irene Montero, la gran impulsora de esta ley por la que una persona mayor de 16 años podrá cambiar de género en el Registro Civil con su sola declaración. Sí, sin que se exija ningún informe psiquiátrico, médico o un periodo de hormonación de dos años, como obliga la ley vigente. Como será la cosa, que incluso colectivos feministas salieron a la calle en Madrid y otras ciudades de España para mostrar su rechazo a la Ley Trans del Gobierno de Sánchez.

En lo que afecta al deporte, y tal y como apuntó Iusport, las federaciones se enfrentarán a su mayor reto a la hora de configurar sus competiciones. Según el anteproyecto, las normativas reguladoras de las competiciones deportivas "deberán respetar la diversidad sexo-afectiva de las personas LGTBI". Y acto seguido se incluye un mandato al CSD: "El Consejo Superior de Deportes, en el ejercicio de sus competencias, promocionará los valores de inclusión y de respeto a la diversidad sexo-afectiva en el ámbito del deporte".

Además, la ley trans de Irene Montero colisiona con la regulación internacional del deporte. Así, el Comité Olímpico Internacional (COI) establece un tope de 10 nanomoles de testosterona por litro en sangre, lo que exige automedicarse para bloquearla. De este modo, podría darse el caso de que una campeona de España no pudiese participar en competiciones internacionales. La propia Laurel Hubbard se ha medicado para poder rebajar su nivel de testosterona y cumplir con las exigencias del COI. Aún así, quienes serán sus rivales consideran que su inclusión atenta contra la igualdad en vez de promoverla, por lo que es sencillo imaginar lo que pensarán sobre la libre autodeterminación de género de Montero, sin necesidad de informes médicos ni tratamientos hormonales o quirúrgicos.

Si la halterofilia no tenía ya suficiente con el dopaje, "todavía sigue habiendo muchos tramposos, no veo que se esté limpiando", aseguraba hace unos días Andrés Mata, ahora se ha encontrado con el caso de la primera transexual que participa en unos Juegos. "Ha competido veinte años como hombre y nunca se clasificó", sentencia un dirigente de la halterofilia española. Y eso que no es rival de Lydia Valentín, la triple medallista olímpica, pues de lo contrario el asunto habría tenido aún más repercusión en el país donde la ley trans de Irene Montero sería un auténtico coladero para ganar medallas en los Juegos y de esta forma cargarse el espíritu olímpico: la deportividad, no la imbecilidad...

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