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una opción que cada día que pasa es más real

Peter Lim, vender el Valencia ya antes que ser expulsado a gorrazos

La venta del Valencia es una opción más que real en la mente de Peter Lim. El millonario de Singapur ha llevado al club a una situación insostenible con su nefasta gestión

Peter Lim, a la izquierda, en el palco de Mestalla (EFE)

El paso del tiempo no cierra heridas, abre otras para desgracia de una afición que ya no aguanta más. La situación del Valencia cada vez es más alarmante. El club prosigue con paso firme un imparable proceso de autodestrucción. Los episodios se suceden a cada cual más funesto para la estabilidad de la institución y de todos los que forman parte de ella. Mientras, el dueño no da señales de vida. Desde Singapur ordena y manda, incapaz de frenar una crisis galopante. Peter Lim está tocado, casi hundido, y la venta del club es una posibilidad real. Mejor vender cuanto antes el 'juguete' que salir despedido a gorrazos.

"La luna de miel ha acabado". Tan contundente y tajante titular apareció encabezando un artículo publicado por 'The Straits Times', un diario de referencia en Singapur. Se refería al amor entre Peter Lim y el Valencia. Se ha desgastado y el propietario ya piensa qué camino tomar, qué estrategia debe diseñar para soltar lastre y centrar todos sus esfuerzos en el resto de empresas e inversiones que maneja. El histórico club le empieza a sobrar. Es un foco de problemas y preocupaciones. Empieza a llegar a la conclusión, si no lo ha hecho ya de manera definitiva, que su cuenta atrás como dueño de la institución se ha puesto en marcha.

La revuelta social ha ido en aumento en los últimos tiempos, pero lejos de frenar torna más beligerante contra el propietario y la brigada que envió a Valencia para dirigir el club sobre el terreno. La manifestación que tuvo lugar en Mestalla la semana pasada, antes y después del partido de Copa del Rey ante el Celta, vivirá un nuevo capítulo este próximo domingo. A las 11:00 horas de la mañana, una antes de que dé comiezo el partido de Liga ante el Espanyol de Quique Sánchez Flores, se ha citado a los aficionados para expresar nuevamente su repulsa a la gestión del asiático. El "¡Peter, vete ya!" volverá a hacer retumbar las inmediaciones de Mestalla. Dentro, el ambiente podría ser peor si el resultado no es óptimo.

Una figura aparece en escena en este decorado. Jorge Mendes fue el que convenció a Amadeo Salvo, anterior presidente, de que Lim era el empresario adecuado para impulsar a un club ahogado hace dos años por las deudas. Será el portugués, por lo tanto, el que deba ayudar a su fiel amigo para resolver un problema creciente. "Vamos a estar aquí muchos años", dijo Layhoon Chan, la presidenta, en octubre de 2014, cuando se cerró la operación de venta del club. Mensaje que ha repetido más de una vez, pero que ya nadie se cree en la ciudad. Menos cuando el amo de la institución ya comienza a no tener dudas sobre qué decisión adoptar, que es convencer a otro empresario para que se quede el Valencia. ¿Y Amadeo Salvo? Maneja sus hilos en silencio, agitando a las masas, quién sabe si para volver.

Ni uno, ni dos, ni tres. Prácticamente todos los jugadores de la actual plantilla sueñan con abandonar el Valencia cuanto antes. Nadie se fía del proyecto, consideran que no existe. No hay líderes, como antaño, que alcen la voz para tirar del grupo. Ahora cada uno va a lo suyo. El caótico panorama, con una agitación social creciente, tiene agarrotados a los que manejan el balón. La única ayuda que recibe el actual Valencia es de los tres equipos que cierran la tabla clasificatoria. Prácticamente nadie se fía de nadie en el interior del caliente camerino, tampoco sus moradores confían en los que a diario manejan el club desde los despachos. Si la imagen de García Pitarch estaba por lo suelos a ojos de los futbolistas, lo mismo se puede decir de los que siguen dirigiendo un barco a la deriva.

Ante la ausencia de plan, por mucho que Layhoon Chan trabaje y se afane en encontrar una solución, Peter Lim no quiso arriesgar más, tampoco invertir un euro más, y ratificó a Salvador González como entrenador de la primera plantilla hasta el final de temporada. Pero ya da lo mismo qué haga. Ya nadie se fía de él, tampoco de la presidenta. Ésta quedó retratada, como el tiempo se encargó de demostrar, cuando ante las peñas, en el mes de agosto, aseguró que Paco Alcácer no sería traspasado. Este periódico ya desveló la realidad de la operación, que confirmó García Pitarch en su incendiaria rueda de prensa. Mientras la ejecutiva decía una cosa, Peter Lim y el amigo Mendes ejecutaban en Barcelona la venta del atacante.

Voro nunca quiso ser entrenador del primer equipo. Afianzado como delegado del equipo, aceptó en determinados momentos cubrir de manera temporal el hueco que dejaba el técnico cesado de turno. Ahora su realidad es diferente, tiene el bastón de mando hasta que acabe la temporada. No lo va a tener nada fácil, conociendo de sobra todo lo que sucede en el vestuario. Nada más llegar se ha encontrado con dos problemas de calado, con Fede Cartabia y Mario Suárez como grandes protagonistas. En ambos casos, ha tenido que sacar la manguera y templar gaitas. Al primero, que se negó a jugar ante el Celta en partido de Copa (ida), le ha perdonado tras disculparse el díscolo futbolista, entrando en la lista para la vuelta. Decisión cargada de polémica. En cuanto al mediocampista, que acusó en una red social a un compañero de no querer jugar de central, el estratega desveló que "explicó en el vestuario lo que quiso decir. Para mí fue un error, pero se ha disculpado y no hay que darle más recorrido al asunto".

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