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los cambios legislativos han sido claves

El eterno cuento chino: la rumorología del mercado asiático cada vez es menos creíble

El grifo de la Superliga está a punto de cerrarse, y aunque sea posible que sigan llegando jugadores al gigante cada vez es más improbable que se cierren fichajes millonarios desde ese país

Diego Costa, un objetivo chino. (EFE)

Arbeloa se despide del fútbol diciendo que podía haberse ido a China, pero que prefirió no hacerlo. Cada rumor sobre Iker Casillas, que seguirá en el Oporto, terminaba con la coletilla de que le quieren, por descontado, en el gigante asiático. Diego Costa es tentado por la Superliga del país, como lo está casi cualquier jugador del mundo. Por Aubameyang, dicen, hay 80 millones de euros encima de la mesa. Pepe se pasó meses pensando que sú último gran contrato llegaría de allí también. No hay noticia que no lleve de regalo una aproximación a China. Y, todo eso, sabiendo que lo más probable es que todas esas cosas no sean ciertas o no sean cómo se cuentan.

El mercado de fichajes está expuesto a la rumorología. No es ajeno a lo que sale en los medios de comunicación, los representantes y los jugadores utilizan todos los medios a su alcance para tratar de llevar sus propias negociaciones a buen puerto y los clubes, que aún no han entendido bien cómo funciona el fútbol asiático, tienen un interés real por saber qué ocurre allí. Lo que está pasando, sin embargo, es que el mercado chino ha florecido durante unos años, pero lo más probable es que en las próximas temporadas no haga más que contraerse.

Esto tiene una explicación muy sencilla, y es que es un mercado extremadamente regulado, lo cual no es extraño en China, que abraza un capitalismo muy agresivo comercialmente, pero que es también el país más capaz del mundo de sembrar de normativas cualquier sector hasta moldearlo a su antojo. Hay dinero en China, nadie lo duda, o por lo menos lo ha habido hasta el momento. Pero la existencia de capital no significa, en este caso, que ese dinero pueda fluir con facilidad. Todo depende, como tantas cosas en el gigante asiático, de la iniciativa y el interés del Gobierno, que siempre parece estar en todas partes.

La Federación China de Fútbol, que no es más que el órgano que tiene el Gobierno para expresar lo que quiere del fútbol, ha pasado varias temporadas con la mano abierta. La obsesión es el desarrollo del deporte rey en el país, que como se ha visto en reiteradas ocasiones está a un nivel paupérrimo. La idea inicial era montar una liga competitiva en la que pudiese haber mucho extranjero para ayudar a enseñar a los jóvenes. Siempre con límites, eso sí, tres foráneos en un primer momento, ahora solo dos. Era un margen pequeño, pero suficiente para bombardear el mercado.

Con 16 equipos en el campeonato, las plazas abiertas no son tantas. 32, en este caso. Eso hace que esas ofertas de las que hablaba Arbeloa eran improbables. El lateral, el pasado año en el West Ham, ha sido un buen jugador de fútbol, pero a estas alturas no estaba entre esas estrellas que aportan mucha calidad y, también, mucha publicidad. Porque en esto, como en el deporte en general, no es solo cuestión de rendimiento, también tiene que ver la publicidad y la exposición que un club pueda obtener gracias a un nombre propio.

Claro, que más improbable aún era el caso de Casillas. Entre las mil regulaciones que existen por parte de la federación hay una que zanja esta cuestión: ningún portero no nacido en China puede optar a entrar una plantilla de la Superliga. La excusa es que el país necesita porteros y la única manera de conseguirlo es esta. En todo caso eso hace que Iker, un jugador carismático y que en un mercado abierto podría tener alguna opción, sea fácilmente descartable. Cada vez que su nombre sale asociado a la Superliga lo único que se está haciendo es generar confusión.

Costa o Aubameyang sí darían el perfil perfecto para el campeonato asiático. Jugadores de relumbrón, estrellas de primer nivel europeo... muy en la línea de lo que ha estado triunfando estos últimos años en ese furor del traspaso chino. El problema es que eso también se ha complicado. La doctrina ha cambiado completamente y los gestores de la federación ya no creen que sea tan buena idea ir con el talonario por la vida. No ven resultados en la selección china y sí ven, por el contrario, que están convirtiendo el fútbol en una feria de ganado. Eso no gusta en el país, que quiere dar un aspecto de seriedad que no se está produciendo.

Para esto, como para todo, hay soluciones si se legisla. La Federación decidió hace unas semanas poner un recargo de un 100% a todos los traspasos. Es decir, el mismo dinero que costará pagar al club de procedencia tendrá que ir a las arcas de la federación. Y poca broma hay en esto, porque la seriedad es algo que se toman muy a pecho en Asia. Si algún club cree que se puede saltar la norma pasando a alguna estrella por un club satélite y luego comprándolo de saldo, se equivoca, eso también está contemplado en las últimas normativas.

Oscar, en la Superliga china.

Recargos en fichajes y topes salariales

Eso quiere decir que Aubameyang, valor estimado de mercado de 80 millones de euros, le costaría a un club de la Superliga 160. No es imposible, los fichajes de los últimos años en el país han estado siempre muy por encima de las tasas de mercado, pero sin duda complica cualquier operación. Y, más aún, hace casi imposible que estos éxodos sean masivos. Quizá alguna pequeña joya, algún empresario especialmente enloquecido por el mundo del fútbol. Pero ya no, como se esperaba en tiempos recientes, un mercado real y mayoritario que pueda competir con Inglaterra, España o Alemania y con eso elevar los precios.

El gobierno chino, que vio que el tema del fútbol se desmadraba, recientemente puso límites en las fichas de los jugadores. Esto es en sí mismo un cambio que puede hacer a cualquier jugador repensarse el camino hasta Asia. Porque, en esto tampoco nadie se engaña, los futbolistas que están allí han acudido a esa llamada por el dinero, simple y llanamente. De hecho, la liga china tiene para ellos problemas, porque dejan de ir a sus selecciones y no encuentran la competencia perfecta para estar en su mejor versión. Esto es algo aceptable si están lloviendo billetes, pero menos agradable cuando las cuentas de resultados se rebajan drásticamente.

China sigue siendo un factor, pero en un modo absolutamente distinto al que lo ha sido en estas últimas temporadas. El gran objetivo gubernamental es acoger un Mundial, algo que muy probablemente conseguirán, y no hacer el ridículo en él, lo que hoy en día parece más complicado. Lloverá el dinero sobre el fútbol base, habrá movimientos de todo tipo para buscar que sus jugadores se desempeñen en entornos competitivos. Pero probablemente no será en la Superliga, porque ese invento ya lo han intentado tan solo para darse cuenta de que no funcionaba bien. La selección china sigue sin dar miedo.

En cuanto al Mundial, 2030 o 2034, a buen seguro lo conseguirán y no es más que un movimiento más dentro de un tablero más grande, el del reconocimiento internacional. En 2008 hubo Juegos Olímpicos en Pekín, en 2022 los habrá de invierno, convirtiéndose así en la primera ciudad en acoger los dos eventos olímpicos. No tiene nada de casualidad esto, la apuesta que hacen por el reconocimiento internacional está en todas partes, también en el deporte. China ha crecido mucho económicamente, pero aún sigue teniendo problemas suficientes, en derechos humanos, también en algunos aspectos de su economía para considerarse en pleno derecho en la élite mundial. Y en el gobierno creen, siempre lo han creído así, que por medio de este tipo de movimientos pueden conseguir otros objetivos más ambiciosos.

Si se tiene en cuenta el contexto del deporte, donde nadie parece querer organizar un evento por miedo a las revueltas sociales, no es difícil llegar a la conclusión de que uno de los pocos países que no tendrán ese problema es China, donde ese tipo de disensión va contra la ley. El camino está expedito, por lo que el gigante asiático no se olvidará del fútbol, seguirá presente y se oirá hablar de ellos. Es solo que la aproximación ha cambiado. No serán grandes traspasos ni fichas imposibles, ahora las cosas se hacen de otra manera.

Hasta que el polvo de estos años se pose definitivamente sobre la tierra se seguirán leyendo rumores de traspasos imposibles y de grandes cifras llegadas de China. Se escuchará, como tantas veces, que se quiere a un jugador desde allí, curiosamente sin especificar qué equipo es el que está interesado en el peón de ese momento. Así funciona y funcionará por el momento, porque el fútbol es un mercado, y en los mercados la rumorología siempre tiene un papel.

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