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el jugador que sirve como metrónomo blanco

Modric cambió la mentalidad del Madrid

Al Madrid moderno siempre le faltaron centrocampistas. Era un equipo formado por defensas, mediapuntas y delanteros hasta que llegó un pequeño croata parecido a Cruyff a sentar cátedra

Luka Modric, con su tercera Copa de Europa. (EFE/EPA)

Para Mourinho, Modric no era indiscutible. Así comenzó su camino de blanco el jugador más indispensable del Real Madrid. Pueden pensar que este Madrid no sería el mismo si no estuviera en el campo Cristiano Ronaldo, y tendrían razón. Que no habría ganado dos Copas de Europa en dos años si Zidane no se hubiera hecho cargo del equipo en enero de 2016, y tendrían razón. Que sin el acierto en determinadas contrataciones no habría existido esta evolución hacia la gloria, y tendrían razón. Pero este Madrid no existiría sin Luka Modric.

¿Recuerdan al Madrid de los Galácticos? Florentino Pérez gestó un equipo impresionante formado por portero, defensas, mediapuntas y delanteros. Pudo ganar solo en los primeros años de aquella época extraña, pero celebérrima, cuando había al menos un centrocampista puro que conocía el trabajo que corresponde a su demarcación. Era Claude Makelele, el ancla del Madrid de Del Bosque que un día quiso igualar su estatus, el mismo que tenía sobre el terreno de juego, al de las estrellas, y el presidente lo mandó al Chelsea. Sin Makelele, aquel equipo no volvió a ganar un título.

No hace falta irse tan lejos, en realidad. Cuando se fue Florentino y llegó Ramón Calderón, el problema fue similar. Ahí estaban como referencias en la medular Diarra y Emerson, jugadores que no se distinguían precisamente por su trato exquisito de balón. Con Diarra y con Gago (fíjense qué pareja), el Madrid ganó dos Ligas de manera consecutiva. El Barça se dio cuenta de que el futuro estaba en Messi y a partir de entonces le mostró al Madrid lo que era jugar al fútbol y no depender exclusivamente de futbolistas con escasas nociones de asociación con sus compañeros.

En todos estos años pretéritos, el tipo de centrocampista que tenía el Real Madrid eran los Celades, Pablo García, Diarra, Emerson, Gago, Gravesen o Lass Diarra. En su segunda etapa, Florentino evolucionó, pero le costó dar el paso definitivo. Fichó al primer gran medio de su carrera como máximo mandatario cuando contrató a Xabi Alonso. El siguiente paso fue Khedira, petición expresa de José Mourinho. Khedira es un jugador "top", como lo definió el ahora entrenador del Manchester United, pero no era lo que necesitaba este equipo, no era lo que maridaba con el fútbol de Xabi. Iremos más allá: no era lo que requería el fútbol actual.

Casualmente, el Madrid encontró lo que necesitaba en un mediapunta. Modric no era el '10' de Croacia por casualidad. Desde sus inicios en el Dinamo de Zagreb, el Cruyff de los Balcanes era el enganche, el futbolista que actuaba de enlace entre el mediocampo y la delantera y sus capacidades en esa labor eran más que soberbias. Daniel Levy, presidente del Tottenham, admiraba a su futbolista y le lanzó un aviso a Florentino: de los Spurs no se ficha fácil. El mensaje lo comprendió Pérez con Bale. Modric llegó al Madrid en los últimos momentos del mercado estival de 2012. Y en ese momento, con esa contratación que en principio parecía harto innecesaria, el Madrid empezó a construir un proyecto con capacidad para dominar el mundo.

Pero a Mourinho no le convencía del todo. Jugó con cierta regularidad, pero para Mou, el Alonso-Khedira era casi inamovible. Ancelotti cambió el curso de la historia. Desde que cogió al equipo, el módulo 1-4-3-3 se consagró y con una leve alternancia con el 1-4-4-2 ha originado tres Copas de Europa.

¿A qué juega el Madrid? No es fácil decirlo, pero desde que está Modric en la plantilla, la idea de fútbol se ha actualizado a lo que requieren estos años. No hay un equipo victorioso que no sea capaz de realizar un futbol asociativo con fluidez, que no base su filosofía en los centrocampistas. Todos pueden tener sus referencias ofensivas que resulten determinantes, como el Madrid tiene a Cristiano. Pero es Modric el que pone la luz al fútbol blanco, a través del cual se crean las jugadas, se organiza la estructura tanto ofensiva como defensiva, por el que fluye toda la magia.

El Madrid ha tenido bajas a lo largo de estos años. Se han lesionado durante semanas futbolistas como James, Casemiro, Carvajal, Kroos, Cristiano, Bale... Todos han sido sustituibles. Ancelotti, Benítez y Zidane encontraron en el banquillo soluciones que no hacían echar de menos a las primeras opciones. Al único al que no han podido nunca sustituir es a Modric. En buena medida, Ancelotti no ganó nada en su segunda temporada porque se quedó casi media campaña sin el croata. Al año siguiente se entendió esa necesidad y para subsanarla se contrató a Kovacic. Su compatriota ha tenido un rendimiento excelente siempre que ha tenido oportunidad, pero no es lo mismo.

Nadie se parece a Luka. Es único. Zidane lo entendió en este año. Sobreexplotó a Modric para acabar ganando la Undécima, pero para la Duodécima iba a necesitar al Modric más fresco. Y le dio descanso todo lo que pudo. Los descansos obtenidos en partidos relativamente intrascendentes de Liga permiteron que viéramos a un Luka en una forma física envidiable en los días que realmente se necesitaba, esto es, ante Bayern, Atlético y Juventus. Los resultados hablan por sí solos.

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