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claves de un equipo que apunta alto

El nuevo Sevilla de Sampaoli, entre la ilusión y el doloroso vuelo de Gameiro

Toque y achique, toque y definición, toque y creación. Fútbol en su concepción más lúdica. Así es el nuevo e ilusionante Sevilla que diseña poco a poco Jorge Sampaoli. Un Sevilla sin Gameiro...

El Sevilla de Sampoli está transmitiendo muy buenas sensaciones en estos primeros días de pretemporada (EFE)

El Sevilla, tres veces seguidas campeón de la UEFA Europa League, es equipo de sensaciones fuertes y trago largo. Se marchó Unai Emery y Monchi, que es el Merlín del fútbol hispánico, se ha traído como director a Jorge Sampaoli, alguien que lo ganó todo en América pero jamás entrenó en Europa. También se marchó Banega, el argentino que movía los hilos en Nervión, pero aterrizaron tres argentinos y puede que llegue alguno más. Un Sevilla a la argentina, poseerá son brasileño (Ganso) y picante ucraniano (Konoplyanka), que promete ser uno de los grandes animadores de la Liga. Pero con una flecha al rojo vivo: Gameiro está a horas de cambiar de aires e irse al Atlético.

Todavía salían burbujas de celebraciones por los tejados del club cuando cayó la primera bomba en Nervión: Monchi, Ramón Rodríguez Verdejo, el mago del club y cuyos movimientos en los últimos 10 años generaron una plusvalía cercana a los 470 millones de euros, anunció su dimisión. Se iba Monchi y el sevillismo anduvo con el corazón en la boca durante más de 48 horas, el tiempo que tardó en reaccionar el club cerrándole la puerta a cambio de una llave de 5 millones como indemnización. Monchi frenó en seco y todos volvieron a sonreír.

Pero a los sevillistas se les heló la sonrisa un par de días más tarde: Unai Emery anunciaba su marcha al París Saint Germain, que dejó el club pagando una indemnización de dos millones y abriendo la puerta al polaco Krychowiak, que dejó al Sevilla 25 millones de euros, más variables (otros 7 millones).

Defender atacando

Con el advenimiento de Jorge Sampaoli, que ha integrado en su cuerpo técnico al español Juanma Lillo, el Sevilla ha dado una especie de vuelta de calcetín en su concepción de fútbol. Sampaoli, seguidor confeso de los métodos del 'Loco' Bielsa y el virtuosismo de Pep Guardiola, dio el visto bueno a la cesión de Kranevitter (dos millones al Atlético y sin opción de compra), más los fichajes del 'Tucu' Correa (13 millones a la Sampdoria), Franco Vázquez (15 millones al Palermo) y el brasileño Ganso (9,5 a Sao Paulo, que lo repartirá con un grupo inversor). Con todos estos jugadores, más el madrileño Pablo Sarabia y el japonés Kiyotake, la apuesta por el fútbol es absoluta. El Sevilla, según el credo sampaolista, defenderá atacando y no habrá movimiento defensivo más exacto que la posesión de la pelota y tener entre ceja y ceja, como la mirilla de un M-16, la portería rival.

El cuadro nervionense, al decir de los analistas, tiene buena pinta, sobre todo por la gran carga de talento que aportan los nuevos fichajes. Pero también es cierto que los fantasmas no terminan de alejarse de los alerones del Ramón Sánchez Pizjuán. El revoloteo sobre su jugador franquicia, el francés Kevin Gameiro, máximo goleador del equipo la pasada temporada, ya es insoportable. Atlético y Barcelona lo tienen anotado en sus agendas y se encuentran en plena batalla por debajo de la mesa. El Sevilla se remite a la cláusula (40 millones), pero los aficionados sevillistas no terminan de creer las manifestaciones de sus dirigentes, muy dados a abrir la puerta en cuanto olisquean negocio. Durante la presentación del 'Mudo' Vázquez, Monchi declaró al respecto: “Nosotros queremos que Gameiro siga. Sí. No sé qué puede pasar en el futuro, pero nuestra idea es que renueve. Queda un mes y nueve días de mercado y no sabemos lo que va a pasar. Yo creo que a la afición lo que le importa es el resultado final de la plantilla, que va a quedar muy bonita”. Palabras que huelen a humo y suenan a viejo.

Tanto, que en las últimas horas se ha intensificado los contactos Atlético-Sevilla y el futbolista, cuyos agentes llegaron a un acuerdo contractual tanto con el club rojiblanco como con el Barcelona, ha elevado todavía más la temperatura aduciendo “cansancio mental” para no jugar el pasado domingo ante el Sandhausen (de la Bundesliga 2), hecho que se interpreta como que Gameiro tiene la cabeza en otro equipo. El galo vio el partido de sus compañeros desde la grada, acompañado por Monchi, cuyo teléfono echaba lenguas de fuego. Un rumor atufando a realidad señalaba que el Sevilla estaba a punto de claudicar ante la última oferta del Atlético por Gameiro: 30 millones de euros, más otros 5 en variables, más la cesión de Vietto (otro argentino), que el club blanco se guardaría una opción de compra por el ariete rojiblanco.

Un trío con magia

El Sevilla lleva poco más de dos semanas de entrenamiento y el camarín se amuebla con ideas muy distintas a las que implantó Emery. Ahora es toque y achique, toque y definición, toque y creación. Fútbol en su concepción más lúdica. Se marcharon Banega y Reyes, dos virtuosos, pero aterrizaron en la explanada nervionense Joaquín Correa, Franco Vázquez y Ganso, un trío que hace dibujos con la pelota, y que promete espectáculo. A ellos ya se ha unido Kiyotake, que de momento se encuentra inédito, pues se lesionó en el segundo entrenamiento.

El Sevilla de Sampaoli ha entrado con buen pie en la pretemporada, ya que en Orlando (Estados Unidos) venció con cierta solvencia a dos rivales de enjundia, como River Plate (campeón de la Libertadores) e Independiente de Santa Fe (campeón de la Copa Suramericana). Ha llamado la atención los dos sistemas diferentes empleados por Sampaoli. Ante los argentinos de River, los blancos actuaron con una defensa de tres; ante los colombianos, se volvió a la zona defensiva de cuatro.

En los dos partidos amistosos celebrados en tierras americanas llamaron la atención el hambre y la implicación de los jugadores de Sampaoli, pero ilusionó sobremanera la buena conexión entre el 'Tucu' Correa y el ucraniano Konoplyanka (máximo goleador del equipo en la pretemporada: 3 goles), así como la calidad y las ganas de agradar del joven Sarabia.

El Sevilla de Sampaoli apunta alto, apuesta decididamente por el fútbol y el talento. Y también por los goles. Eso sí, los sevillistas cuando hablan de Gameiro tocan madera: les viene la bajona.

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