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EL HOLANDÉS LLEVA UNA MANO NEGRA EN 2017

El agujero negro en el que se ha metido Max Verstappen

Verstappen lleva ya cinco abandonos, la gota que colma el vaso de su paciencia. Él no se rinde y seguirá en 2018 con Red Bull, pero las cosas deberán cambiar para no acabar en Ferrari

Verstappen, ante su legión de aficionados en Austria. (Reuters)

¿Imaginan ser un piloto y tener más de 20.000 aficionados en una grada, todos ataviados con camisetas naranjas, como si fuera una hinchada de fútbol? La reacción natural invita a dar el máximo para regalarles un buen resultado, más aún si llevan miles de kilómetros a sus espaldas. Bien, ¿pero y si todo se fuera por la borda tras ser arrollado en la primera curva de la primera vuelta, y además frente a donde se sientan todas esas personas? Es la triste realidad con la que convivió Max Verstappen en Austria. Y lo peor es que era ya la enésima vez que le pasaba este año.

Con los números en la mano, Verstappen es el piloto que menos vueltas ha dado en 2017, debajo incluso de Fernando Alonso. En Canadá y Bakú, dos averías del motor le impidieron brillar y acabó harto, pero en Austria ya no sabía ni qué decir cuando le embistió Daniil Kvyat. Y para más inri, tuvo que ver a su compañero Ricciardo haciendo el ‘ganso’ por quinta vez seguida en el podio. Sobre él se ha cernido una mano negra más que cruel que le pone en la situación más difícil de su trayectoria. Y además, con su futuro por definir. Con sólo 19 años, ¿cómo va a conseguir salir de ésta?

Verstappen, la 'única' apuesta de Red Bull

Verstappen tiene una baza esencial: el apoyo de Red Bull. El único que se paró a valorar el podio de Ricciardo fue Christian Horner, que le elogió por mantener a raya a Lewis Hamilton. El resto, un lamento unánime a Verstappen. Helmut Marko no sólo pasó de puntillas con lo que hizo su compañero, sino que hasta le recriminó un pequeño error que ni siquiera influyó en su resultado. “Lo que me gustaría de verdad es que se acabara ya la mala racha de Verstappen”, afirmó. Y tiene sentido, pues la salida de Max –su única apuesta firme en la Fórmula 1– puede cobrar fuerza si la situación no da pronto un vuelco.

Lo dice todo el mensaje que dejó Dietrich Mateschitz, presidente de Red Bull. "¿Mi sueño? Que Max sea el campeón más joven en la historia con Red Bull. Tenemos dos años más para conseguirlo”. La clave será darle un coche para ganar en 2018 y evitar que se sienta atraído por Ferrari de cara a 2019, cuando ya tendrá carta blanca para negociar. Y no es un secreto que puede ocurrir: su nombre ya lo ha entonado Sergio Marchionne, aunque fuera para desmentir su llegada en 2018. Que pueda ocurrir un año después es ya otro tema, y ahí empieza Red Bull a desenfundar su artillería para mantenerle sea como sea.

Los aficionados de Verstappen, animando en el Red Bull Ring. (EFE)

La estrategia es clara: mimar continuamente a Verstappen, más aún cuando su desastroso 2017 ya ha llevado a su padre a alzar la voz a Marko con la amenaza de irse a otro equipo. Por aquí entra el elogio tan contundente de Mateschitz en Austria. ”Casi todo lo que puede pasar le ha sucedido este año, pero es único y tiene una fuerte personalidad pese a su corta edad. Es muy disciplinado, decidido, y su superación es increíble”. Y sin desprestigiar a Ricciardo, Horner le echó más flores en Austria. “La gente olvida lo joven que es, y estoy seguro de que va a salir de ésta mucho más fuerte”. Y conociendo al protagonista, es muy probable que así sea.

"Puede ganar tres carreras seguidas"

Estaba echando humo por dentro, pero Verstappen reaccionó tranquilo a su quinto ‘KO’ del año. “No queda otra que pensar en la siguiente carrera”, dijo como si hubiera olvidado los otros cuatro. Y es que al margen de las repercusiones, en Max se esconde alguien que está mostrando una entereza notable ante la adversidad, al menos de cara a la galería.

De algún modo, parece haber asumido que todo forma parte de un periodo de mala suerte que debía llegarle en algún momento, como ha ocurrido a todos los pilotos grandes. Michael Schumacher y Lewis Hamilton saben bien de esto. Y lo contó con una curiosa anécdota. “Mi mejor año fue cuando hice rituales de vudús para espantar malos espíritus y esas cosas. Desde entonces, no lo he vuelto a hacer, pero igual ahora no me queda otra…”. La tabla de kilómetros recorridos le da la razón: hasta ahora, ha completado 1.352 en nueve carreras. Vettel, que encabeza la lista, lleva 2.706, a una distancia abismal.

Pero en Red Bull tampoco caen en la negatividad, y Horner dejó un mensaje contundente. “En cuanto las cosas cambien, Verstappen puede ganar tres carreras seguidas”. A su favor no sólo juega la rabia contenida y su talento mayúsculo, sino un coche que empieza a ponerse a tono con los mejores. Al inicio del año terminaban a 50 segundos de la cabeza, y en Austria lo hicieron a apenas siete, gracias a las mejoras del chasis. En el equipo impera ya otro ambiente, y hablan de que “Silverstone nos irá bien, y Hungría será una buena oportunidad para el coche”.

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Si se cumple el pronóstico de Horner, Verstappen podría ganar esas dos carreras, y triunfar luego en la proxima cita de Bélgica, en Spa-Francorchamps, otro de los circuitos donde su legión de aficionados suele acudir en masa. No habría nada más mágico que ganar ahí para compensar el fiasco colectivo de Austria, pero antes deberá vencer a la mala suerte. Por su bien, y sobre todo el de Red Bull.

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