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"el mejor que he tenido hasta ahora"

"De aquí ni me muevo": 'Carb Day', el último día de Alonso antes de las 500 Millas

Entre los ritos de Indianápolis, el 'Carb Day' es la última sesión antes de correr las 500 Millas. Alonso se bajó satisfecho con el coche que tiene entre manos para este domingo

Uno de los varios cambios neumáticos realizados por Alonso y su equipo durante los entrenamientos de este viernes en el Circuito de Indianápolis. (Reuters)

,Es el 'Carb Day', uno de tantos ritos que dan forma a las 500 Millas de Indianápolis. Fernando Alonso se sube a su carrito eléctrico con varios acompañantes para llegar a la recta principal desde el 'motorhome' del equipo Andretti. Mientras, los mecánicos arrastran su monoplaza desde los lejanos boxes tirado por un pequeño vehículo. Aquí los garajes no están frente a la pista, como en la Fórmula 1. Es extraordinaria la cantidad de gente que se agolpa frente al 'Gasoline Alley' para verlos pasar.

Los oficiales gestionan el paso de los equipos frente a la marabunta de aficionados como si de guardias de tráfico se tratara. Un desfile de gaiteros escoceses en perfecta formación encabezados por una bandera americana tiene que detenerse a la orden de los comisarios, pero siguen tocando sin parar. Alonso pasa por el 'Gasoline Alley' y entra en la recta para afrontar el 'Carb Day'.

Es la abreviatura de 'Carburation Day', la última sesión de entrenamientos de las 500 Millas. Antiguamente era utilizada para afinar los carburadores de los coches antes de la carrera. “Es una sesión muy cortita en la que saldremos a probar el coche, que vaya todo bien, que las alturas estén bien, que el motor esté calibrado perfectamente y vuelta al garaje. Es la sesión de comprobar que todo está a punto”, explicaba Alonso el jueves. Evidentemente, hace mucho tiempo que los coches de carreras ya no tienen carburadores.

Como un moderno Coliseo romano

El 'Gasoline Alley' es la entrada de acceso a la singular línea de boxes del Indianapolis Motor Speedway. Su nombre se remonta a los primeros días de la prueba. Ahí repostaban los coches antes de entrar a la pista. Luego el nombre se extendió a toda la zona de los garajes. Como si de un moderno Coliseo romano se tratara, una vez cruzado se abre ante uno el impresionante paisaje de un kilómetro de gigantescas tribunas. No hay nada igual en ningún otro circuito del mundo.

Cada equipo de mecánicos se pega al muro. Prácticamente no tienen sitio para moverse. Un pequeño puesto para los ingenieros, unos metros cuadrados para los mecánicos y poco más. A sus espaldas, cientos de aficionados transitan por una especie de pasillo. Están a escasos metros de Fernando Alonso y su monoplaza. Inimaginable algo parecido a la Fórmula 1. Los comisarios, inconfundibles con sus camisas amarillas, van haciendo circular a la gente, porque en el espacio frente al equipo de Alonso se detienen a decenas.

Afortunadamente habíamos conseguido un peto de fotógrafo que daba cierta libertad de movimientos ante los comisarios. Te metes en ese mínimo espacio de los mecánicos y ves cómo Fernando Alonso para inmediatamente en boxes tras dar su primera vuelta en la sesión. Los mecánicos quitan el carenado del motor y trabajan en él durante un rato. Vuelta a la pista, unos cuantos giros y para dentro otra vez. Casi imposible fotografiar nada, y menos frontalmente al coche. Un ingeniero te pide amablemente que te apartes. Buscas un sitio, fuerzas un poco las normas, sin molestar. Finalmente husmeas y lo encuentras, pegado junto a la plataforma donde Michael Andretti, el jefe, controla todo. Y ya ni te mueves.

El paso impresionante del pelotón

Bandera amarilla. Se para la sesión. Alonso entra. Un grupo de mecánicos le espera preparado y salta frenéticamente a la pista a su llegada. Son los responsables del cambio de neumáticos, y aprovechan cada parada para practicar una maniobra crucial para el resultado de la carrera. Luego, otros trabajan un buen rato en la parte delantera del monoplaza. Esos pequeños retoques de puesta a punto de última hora. Pega el sol, un mecánico protege a Alonso con un paraguas negro. Un comisario te pide educada, pero firmemente, que no saques el cuerpo del muro. Con el desmadre de espacio que hay alrededor te ríes, pero lo respetas. No será el último toque de atención.

Bandera verde. Prácticamente todos los coches salen de nuevo a la pista. Entonces, por primera vez, empiezas a sentir la dimensión de esta pista y las carreras en los óvalos. Porque resulta impresionante ver pasar a más de 350 km/h un grupo de diez o doce monoplazas, uno detrás de otro, algunos en paralelo. "Zum, zum, zum, zum, zum….”. Y recuperas esa sensación de impresionante sonido de coche de carreras que echas de menos en la Fórmula 1. Cuando llegan a la curva 1 y se apoyan en el peralte, con todo ese anfiteatro de tribunas de fondo donde reverbera el ruido de los motores… Qué será esto el día de la carrera, las tribunas a rebosar. Porque se va a vender todo, ha explicado Doug Boles, el presidente del Indianapolis Motor Speedway.

"Oye tú, no me quites el puesto"

Alonso vuelve a entrar en boxes. Parado, unos metros por detrás, en el siguiente puesto, está Oriol Servià. Los dos españoles, uno detrás de otro. Parece que hay problemas con el motor. El jefe de mecánicos se acerca al puesto y le pide a un ingeniero confirmación para llevar a cabo un reglaje concreto. En la oscuridad del cubículo que es el puesto del Andretti Racing está Gil de Ferran, el ‘coach’ de Alonso para las 500 Millas. Sigue concentrado el monitor con los ojos entornados durante toda la sesión. Andretti está a su lado, vigilante. Uno de los miembros del equipo que está pegado al jefe se lanza hacia el coche de Alonso. “Oye tú, no me quites el puesto…”, le dice en broma a Andretti, que se ríe. Yo ni me he movido del mío, que es privilegiado dada las circunstancias.

La sesión acaba. Un gentío tremendo se apelotona detrás del espacio de Alonso y el Andretti Racing. El mismo carrito eléctrico que le ha traído le espera casi pegado al muro. Alonso se baja del monoplaza, sonríe, parece satisfecho, se apoya en el habitáculo y hace algunas preguntas. Se abre paso entre un enorme gentío para montar en el vehículo y salir disparado. El coche casi no puede ni avanzar.

"No he visto nada igual en 27 años"

Le llevan a la sala de prensa. Tiene que hablar aunque no se haya clasificado entre los tres primeros. “Llevo 54 años viniendo a esta carrera, 27 como periodista, desde que tenía 12 años”, nos dice espontáneamente un periodista local sin preguntarle al respecto. "No he visto un seguimiento igual de la prensa como con Alonso en todos estos años".

“El coche ha sido el mejor que he tenido en las dos últimas semanas. Intentando cosas con él, diferentes trazadas, probando cosas que he visto en los cuatro o cinco últimos días. También lo que probé en el simulador . Estoy muy contento con el coche", explica el piloto español ante los periodistas. "Hubo mucha acción en una hora, han ocurrido muchas cosas, todo se ha comprime en esos 60 minutos: banderas amarillas, vueltas para probar cosas diferentes en el coche... Cosas que para los demás son normales no lo son para mí. Cambias alguna cosa en el volante del coche, cosas simples en las que todavía voy por detrás, pero hoy en tachado todas las casillas, y estoy muy contento”. A pesar de los problemas de motor, que no le preocupan, ha terminado el 'Carb Day'. La próxima vez que Fernando Alonso se suba al monoplaza será para debutar en las 500 Millas de Indianápolis.

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