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con 21 años llega a su primera final

Peleteiro busca un golpe en la única prueba con sabor sudamericano

La triplista gallega entró en la final que se disputa este lunes. Catherine Ibargüen y Yulimar Rojas son las favoritas y casi únicas con opciones de su continente

Ana Peleteiro, en la clasificación de Londres. (Reuters)

Ana Peleteiro termina la clasificación entre nervios, mirando de reojo al resto de competidoras. Le llega de milagro, por unos centímetros, duodécima en total y la última en entrar. 14,07, en el filo de la navaja. Suficiente, nadie en la final le preguntará cómo llegó hasta allí. Y, si alguien llega a hacerlo, la respuesta será de lo más positiva. La gallega está en la final del mundial porque tiene unas cualidades físicas y técnicas evidentes, pero el camino que la ha llevado hasta allí ha sido cualquier cosa menos sencillo.

La historia es bien conocida, esa niña que con solo 16 años fue campeona del mundo junior en Barcelona. La misma que asombró al deporte español, como si un heraldo llegase por fin con buenas noticias. Se juntaron el hambre con las ganas de comer, la necesidad de ídolos en el atletismo de este país, siempre escaso de posibilidades, y el hecho evidente de que esa chica era una niña. Y eso supone muchas cosas, no siempre sencillas.

Han pasado cinco años y, por lo tanto, tiene 21. Más concretamente, solo 21, una edad en la que los deportistas aún tienen mucho más camino frente a ellos que a sus espaldas. Es un caso extraño, porque Peleteiro parece llevar ahí toda la vida, cosas de la precocidad. Y más curioso es aún si se piensa que, en realidad, en estos años intermedios casi nunca ha estado presente. Siempre fallaba. Ansiedad, lesiones, problemas de todo tipo...

Peleteiro se convirtió en nómada en algún momento de su vida. Era imposible centrarla y los rectores del atletismo hablaban de ella siempre con miedo, como si se tratase de material radiactivo. Demasiado talento como para despreciarlo, pero con los antecedentes las cejas se arqueaban y las dudas se apoderaban del discurso. "A Ana hay que ayudarla siempre a pesar de que sea difícil. No podemos permitir que se pierda como atleta", dijo en una ocasión Ramón Cid, director técnico de la Federación.

"Es un caso muy complejo. Ella es campeona mundial junior siendo juvenil, es decir, con tres años más. Yo cuando veía saltar a Ana a esa edad me fascinaba. No solo por las condiciones físicas, que son excepcionales, sino porque interpretaba muy bien esa sinfonía que es el triple salto. Como salta, como transmite la velocidad al salto… lo que tiene que intentar, es mi opinión, es tener más estabilidad", explicaba en su día Raúl Chapado, presidente de la Federación, a El Confidencial.

La estabilidad. La palabra de marras, esa en la que tantos deportistas se han enfangado. Pues bien, cuando se empezaba a perder la esperanza, Pedroso llegó al rescate. Uno de los principales problemas de Peleteiro en todo este recorrido fue encontrar un entrenador con quien se sintiese a gusto. Pasó por Madrid, volvió a Galicia, lo intentó en Lisboa y nada. No había manera de encontrar el equilibrio que buscan los saltadores. Los problemas se multiplicaban hasta que llegó a Guadalajara, tierra de saltos.

Guadalajara y los saltos

La tradición es de años, los saltadores cubanos llevan décadas entrenándose en la Alcarria, un sitio tranquilo que casi han colonizado para tomarlo como base de operaciones en Europa. Allí manda Iván Pedroso, que no necesita presentación, es uno de los más grandes saltadores de todos los tiempos. No solo le encontró a él, también se dio de bruces con Yulimar Rojas.

A veces la clave está solo en que te pongan delante del espejo. Rojas es una atleta de la edad de Peleteiro y con unas características físicas similares. En aquel mundial junior la española fue mucho mejor que ella. Pero ahora la venezolana es plata olímpica en Río y oro mundial bajo techo. Algo ha pasado en estos cinco años para que una haya llegado y la otra no. Pero Peleteiro tiene 21 años, hay tiempo para enderezar el camino.

Esta temporada está siendo la mejor de su vida. No solo porque haya hecho su mejor marca de siempre, eso no deja de ser algo casual, sino porque está subiendo con regularidad de 14 metros. Cuando hay que competir, compite, y eso es bastante más de lo que se podía decir de ella durante todos estos años. Ahora va poco a poco encontrando sus marcas, a la espera de esos saltos que le puedan llevar a un paso más. Está más cerca de la élite, pero aún le queda un poco para aspirar a la medalla. Está en el camino de las finales, que ya es algo.

Hasta en sus declaraciones se nota esa nueva madurez. Después de su tercer salto, corto, se da cuenta de que le ha fallado la pierna izquierda, el último salto. Lo que, en principio, es uno de sus puntos fuertes. No se lamenta, no echa balones fuera, al contrario, identifica el fallo técnico y comenta que va a irse al gimnasio a ver qué puede hacer para solventar la situación.

Yulimar Rojas.

El páramo de Sudamérica

Ahora, por un momento, volvemos a Guadalajara. Yulimar Rojas calienta, hace multisalto, carrera y sesiones de pesas. Mide 1.92, un cuerpo espectacular para una triplista. Pedroso la guía desde hace años y es la prueba del nueve de que en esa casa se domina el talento. Subcampeona olímpica, ahora es favorita para logar el oro en Londres. Solo una rareza: es venezolana.

Y su rival, Catherine Ibargüen, la otra aspirante, oro y plata olímpicas, dos veces campeona del mundo, es colombiana y su entrenador Ubaldo Duany, también es cubano. ¿Dónde está lo extraño? Pues que son, prácticamente, lo único rescatable del atletismo sudamericano. La revista Track&Field, la más prestigiosa del sector, asegura que en el continente solo se conseguirán tres medallas y dos serán en la prueba de triple femenino. La otra, en la marcha masculina. Extraño cuanto menos. Bien es cierto que esa predicción ya está equivocada, la venezolana Peinado dio la sorpresa en la pértiga con un meritorio bronce.

Un continente con 422 millones de personas que no es capaz de colocar a prácticamente nadie. Las potencias de la zona, Chile, Argentina o Brasil, llevan siempre representaciones sucintas y con mínimas posibilidades no ya de ganar medalla, incluso de rascar algún puesto de finalista. El contraste es aún mayor cuando la vista se dirige un poco más al norte, en el Caribe, donde de cualquier islote parecen salir.

Los dos países sudamericanos con más tradición son Ecuador, potencia en la marcha con Jefferson Pérez, y Colombia. Ambos países suman en la historia de los mundiales cuatro medallas. Las islas Bahamas tienen 21, Jamaica 110, Trinidad y Tobago 11, Cuba 56 y Sant Kitts & Nevis cinco. Argentina, Chile o Uruguay nunca ganaron un metal.

Todo así, menos en el triple. Allí manda la sudamérica del caribe, auxiliada, por supuesto, por los entrenadores cubanos. Son los que mejor controlan el deporte, algunos de los más tecnificados y hábiles para descubrir talento. Por eso y por muchas otras cosas hoy se sabe que Peleteiro está en buenas manos.

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