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disputará los 100 metros en los mundiales

Usain Bolt ante el miedo de perder la última de sus carreras

En Londres no competirá en el 200, porque está Van Niekerk. Su preparación no está dejando buenas marcas y la posibilidad de que cierre su carrera con una derrota es real

Usain Bolt, tras su victoria en Mónaco. (Reuters)

Usain Bolt es sujeto de una fascinación planetaria. Durante sus años en la élite ha visto como las más diversas universidades ponían recursos encima de la mesa para intentar explicar el fenómeno. El último es de la SMU, un centro metodista que cuenta que hay una asimetría en su correr y su pierna izquierda permanece más tiempo en el suelo que su derecha. Esto, en principio, tendría que ser un lastre para el velocista. Lo que pasa es que los directores del estudio han decidido que si Bolt lo hace es que está bien hecho, así que el problema no es del atleta sino de una teoría que no se sustancia en la realidad. O, por lo menos, que lo que es aplicable al resto de la humanidad no vale para el jamaicano.

Porque para lo que no sirve la ciencia es para contradecir los hechos probados. Todos el mundo pudo ver las marcas de Berlín y las nueve medallas olímpicas. Es recordman mundial de 100 y 200, con una diferencia considerable con lo que haya conseguido cualquier otro ser humano. Bolt es el mejor velocista de todos los tiempos, el hombre más rápido al que jamás se ha medido cuando corría. Su poder no se limita a uno o dos años de apogeo, va mucho más allá, no solo fue el más brillante, también es uno de los más longevos.

A Usain Bolt le queda una carrera de verdad, una de esas que importa. Será en Londres, en los mundiales de atletismo de este verano. Está pensado como la despedida soñada, en una ciudad en la que ya reinó, uno de esos lugares que ya tienen la huella del mito. Todo está pensado para que sea la despedida perfecta y eso incluye, por supuesto, una nueva victoria del formidable deportista. Desde que anunció su retirada no se ha planteado otra opción porque, en realidad, son demasiados años cumpliendo con las expectativas como para pensar otra cosa.

Pero... esto no deja de ser un deporte. Usain Bolt, por más superlativo que sea, aunque en ocasiones haya parecido que no, es un ser humano. Y, como tal, puede perder. Es más, tiene miedo a perder, porque no acostumbra y porque sería algo casi catastrófico que una cosa así ocurriese en su última gran cita como deportista profesional. La opción es real, más de lo que parece.

Monaco (Monaco), 21 07 2017.- Sprinter Usain Bolt of Jamaica reacts after the men's 100 meters during the IAAF Diamond League meeting at the Stade Louis II in Monaco, 21 July 2017. (Estados Unidos) EFE EPA SEBASTIEN NOGIER

La renuncia al 200

Para empezar, él mismo ha dado muestras de que no se ve para competir por todo. No acudirá al 200, una prueba que ha dominado con la misma soltura con la que hizo el hectómetro. Participar supone un mayor desgaste físico, pues es una prueba más dura que la recta. Pero tampoco es ese el motivo, con el tiempo ha probado de manera más que suficiente que él tiene físico para aguantar ambas cosas.

El problema es otro, viene de Sudáfrica y se llama Wayde van Niekerk. El año pasado, en Río, consiguió el récord del mundo de 400 metros. Pero no es solo un atleta para la vuelta al estadio, ni mucho menos. Tiene buenas marcas también en 100. Y buenísima en 200, con un 19.84 este mismo año. Bolt prefiere no meterse en esa guerra, no vaya a ser que le toque perder.

Le queda el relevo corto, que en Jamaica parece casi hecho, y los 100 metros. Necesita ganar la recta para irse con honores. Y en eso también duda. Es cierto que Bolt es, fundamentalmente, un atleta de grandes ocasiones. En temporadas pasadas no llegaba a la cita del verano con grandes marcas pero en el momento justo volaba. Este año puede suceder algo parecido. Su mejor registro es un discreto 9.95, un tiempo que este año han superado seis atletas.

Son los detalles los que apuntan a que Bolt no está del todo bien. Consiguió ganar en Mónaco, pero lo hizo sin grandes rivales alrededor. El entrenador de Andre De Grasse, uno de los aspirantes al trono de Usain, se quejaba estos días de que había vetado a su pupilo. "No le culpo, el hombre más rápido del mundo tiene derecho a elegir sus rivales. Solo ha corrido dos veces este año, entiendo totalmente que no quiera incrementar la presión que tiene antes de los Mundiales con una derrota", esgrimía Stuart McMillan, el preparador del canadiense.

Mientras tanto, sigue la adecuación de Bolt a la temporada. Hace unas semanas acudió a la consulta del alemán Hans-Wilhelm Müller-Wohlfahrt, aquel médico al que despidió Guardiola del Bayern y que se dedica a inyectar plaquetas. Llevan años de relación y el centro de las preocupaciones del atleta siempre ha sido la espalda, que con una escoliosis de nacimiento le ha dado más problemas de los recomendables. Con el galeno alemán, más o menos, ha ido resolviendo la papeleta.

La edad no perdona. Bolt tiene ya 31 años, que está bien para la vida civil pero algo pasado para el atletismo profesional. Por eso ha decidido marcharse, dejar la disciplina que le ha dado tanta gloria. El deporte perderá un emblema, todo el mundo mirará a Londres la noche en la que corra por última vez. Queda saber si consigue que el final sea tan brillante como el resto de sus días como competidor.

A Bolt no le definirá la carrera de Londres. Su legado está fijado en la mente del espectador, fue el hombre que dio un golpe en la mesa y cambió para siempre la fisionomía del atletismo. El de los récords, las medallas y los 'shows' antes de cada una de sus carreras. La leyenda de la sonrisa perpetua. Todo eso permanecerá sin importar lo que ocurra en Londres. Pero una buena despedida para por no caer en los Mundiales. No le cambiaría la vida, pero sí el rostro.

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