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joaquín fuentes tiene una historia de película

El empresario que ha abierto 16 cines en los pueblos de la España vacía: "No vendo humo"

¿Quién se atrevería a apostar por un negocio decadente en sitios de los que la gente ha huído? Este emprendedor salmantino está triunfando con su lema: "Cine donde no hay cine"

Joaquín Fuentes en su oficina. (A.V)

Un pueblo venido a menos —allí donde todos los negocios cierran, todos los jóvenes se marchan para no regresar y el futuro pinta peor que negro— es el mejor sitio para montar un cine. O acaso, el único sitio.

No lo decimos nosotros sino Joaquín Fuentes, el empresario salmantino que en los últimos años ha logrado abrir 16 salas en municipios como Peñaranda de Bracamonte, Peñarroya-Pueblonuevo, Quintanar de la Orden, Viveiro o Almazán.

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Contra todo pronóstico, su empresa, Proyecfilm, alcanzó el año pasado casi un millón de euros de facturación. "Lo difícil es mantenerse durante 25 años con algo que se está hundiendo continuamente", dice a El Confidencial desde su recién estrenada oficina en un polígono industrial a las afueras de Salamanca.

El 7 de junio de 1990, El País publicó un reportaje sobre la desaparición de los cines rurales firmado por Ana Alfageme y que comenzaba así: "Joaquín Fuentes perdió, con apenas 30 años, su última batalla el 1 de noviembre de 1988, fecha en que cerró el Cine San José, en Guijuelo (Salamanca). Aquel día le embargó la desilusión. Durante cinco años pudo cristalizar su sueño de poseer un cine, 'pero no salían las cuentas', perdía dinero. El San José, último cine del pueblo, repitió la historia de otras muchas salas rurales, que son el grueso de los cines que no volverán".

Irónico, ¿verdad? Vuelves a la redacción de Miguel Yuste con la satisfacción de la premonición bien hecha, y, a la que te despistas, ese empresario calvo y miope al que habías sentenciado va y burla a su destino cual Uma Thurman saliendo del ataúd en 'Kill Bill 2' (Quentin Tarantino, 2004) para volver a la superficie con más sed de montar cines. ¡Soy inmune a las balas, mami!

Finales de los ochenta. Fuentes, su padre y su hijo mayor en el cine de Guijuelo. (Tomás López)

Fuentes tiene ahora esa misma página enmarcada en su despacho, como amuleto o quizás como advertencia al próximo agorero urbanita. Después de perder "su última batalla" en Guijuelo, dejó el trabajo en el banco que le había manutenido durante dos décadas y abrió tres años después (en 1991) el siguiente cine, en Peñaranda de Bracamonte —que aún sigue activo— y desde entonces no ha parado.

El cierre de su cine en Guijuelo coincidió con el estreno de 'Cinema Paradiso' (Giuseppe Tornatore, 1988), película que ilustra una de las paredes de su oficina y bien podría haberse inspirado en su vida. Con la diferencia de que, en la película italiana, un incendio acababa con el cine del pueblo y en la vida de Fuentes los incendios ocurren cada década: "Primero fue la televisión, luego el vídeo VHS, luego internet, ahora Netflix y esas plataformas…" cada pocos años, al cine le sale un nuevo enemigo mortal.

Primero fue la televisión, luego el vídeo VHS, luego internet, ahora Netflix… cada diez años al cine le sale un nuevo enemigo mortal

"Aún recuerdo cuando me gasté 30.000 pesetas en comprar 'Rambo' para ponerla en el cine", recuerda el empresario, "y la estaban poniendo en todos los bares del pueblo en una cinta VHS pirateada, ¡qué cabreo me cogí!".

Sin embargo, y para ser justos, es precisamente la llegada del cine digital lo que ha permitido a Proyecfilm extender sus redes al resto de España.

El retorno de 'Cinema Paradiso'

Joaquín Fuentes nació en el cine de verano de Piedralaves, Ávila. Su padre vivía en la propia sala de máquinas de cine, donde además de operador de cámara hacía de ayudante de 'hand', pintaba a mano los carteles de las películas.

Cartel pintado por el primero de los Fuentes. (A.V.)

Hoy, un gran cartel de 'Espantapájaros' (película de 1973 protagonizada por Gene Hackman y Al Pacino) dibujado por el patriarca de la saga, que falleció hace unos años, preside la entrada de la sede de Proyecfilm.

Un año, aprovechando la festividad del 18 de julio, la madre de Joaquín Fuentes se acercó desde Madrid y en aquella misma habitación dio a luz. El recién nacido llevaba ya dentro el veneno por la profesión de su padre. En efecto, Fuentes ama el cine. No tanto las películas, sino el cine: el taquillero picando las entradas, las parejas de novios entrando asidos hacia la oscuridad, las pajitas rayadas y las palomitas, las madres esperando pacientemente en la puerta el final de la sesión de tarde.

El padre de Joaquín Fuentes frente a algunas de sus obras. (Cedida)

Su infancia trascurrió arrastrando un proyector de 16mm por los pueblos de Salamanca. "La pantalla era una sábana, cada uno tenía que llevar su silla como butaca y la calefacción era un ladrillo envuelto en una manta", dice Fuentes. Luego, con su hermano, siguió recorriéndose la provincia operando las cámaras en colegios de curas y aprovechando el tirón setentero de las películas de Manolo Escobar. Y así, hasta llegar a Guijuelo, donde abrió su primer cine en 1983.

"He tenido cines en Toro, en Medina de Rioseco, en Peñafiel, en Cuéllar... tuvimos que cerrarlos porque las películas de 35 milímetros valían mucho dinero y llegaban tarde", dice Fuentes. También ha tenido sus coqueteos con la producción, en particular de películas de temática religiosa: "Se llama Contracorriente Producciones y distribuimos muchísimas películas", dice el empresario, y enumera: 'Un Dios prohibido', 'Poveda', 'Luz de soledad' y este año hemos estado con 'Red de libertad'".

Cómo se gestiona un cine rural

Los pueblos donde Fuentes ha puesto uno de sus cines no están cogidos al azar, todos tienen en común que son capitales de comarca, tienen entre 5.000 y 15.000 habitantes y están lo suficientemente lejos de una capital de provincia como para que interese poner un cine.

En un pueblo de 300 habitantes alejado de todo no interesa poner cine, pero en otro que esté cerca de la capital de provincia tampoco

"Siempre vamos de la mano del ayuntamiento y alcanzamos un acuerdo de explotación, si no, la empresa no es viable", explica Fuentes. "A veces la gente en estos pueblos me dice: aquí había un cine y se cerró. ¿Y por qué se cerró, porque el dueño estaba ganando tanto dinero que Hacienda le persiguió? ¡No! ¡Cerró porque vosotros no ibais! Los pueblos tienen lo que se merecen".

Uno de los últimos lo abrieron en Peñarroya-Pueblonuevo, un municipio minero al norte de Córdoba donde, desde que las minas cerraron en 2012, el paro supera el 30% y las perspectivas para cualquier apertura comercial no son halagüeñas. Pero los diez mil habitantes de la localidad se han convertido en fieles espectadores, una sorpresa agradable para los promotores del cine. Alberto, el hijo de Joaquín que, como su padre, lleva desde pequeño en la carretera, visitó por primera vez la localidad un 9 de marzo y poco después, el 6 de junio, daban sus primeros pases.

Afortunadamente para ellos, todo pueblo en decadencia cuenta con un amplio surtido de inmuebles en desuso, incluso antiguos cines como en Almazán, Soria.

Estreno de 'Superlópez' el pasado fin de semana en Peñarroya-Pueblonuevo (M. Carmen García)

En cada cine, la saga de los Fuentes funciona de la misma forma. Tiran de empresas locales para acondicionar y pintar las instalaciones, tirar una moqueta, instalar el mobiliario. Así se garantizan también que los vecinos no vean el nuevo cine como algo extraño. "Queremos darle vida al pueblo", dice Fuentes. Cada local cuenta con tres empleados, ni uno más ni uno menos. Uno en la taquilla, otro en el quiosco y otro picando las entradas. No hay especialización, todos tienen que saber hacer de todo.

Teniendo en cuenta que entre el 55 y el 60% de la taquilla va directamente a la distribuidora, los márgenes no son muy amplios. Por ello tienen que operar con estructuras mínimas, pero estables. La empresa actualmente cuenta con 18 empleados con los que gestionan íntegramente seis cines, en los otros son empleados del ayuntamiento a los que ellos asesoran.

Cada local cuenta con tres empleados, ni uno más ni uno menos. Uno en la taquilla, otro en el quiosco y otro picando las entradas

La inversión inicial está en torno a los 50.000 euros, de los que la mayor parte se las lleva el proyector y el sonido, y tardan entre tres y cinco años de actividad en amortizarla. "Reinvertimos el dinero en mejores películas y en que tengan la mejor calidad de imagen y sonido, muchas veces mejor que en los multicines de la capital", dice el empresario, "una cosa está clara, yo no vendo humo, yo monto cines".

"Tenemos varios pueblos en cartera en Córdoba o Ciudad Real... esperando a ver si se deciden", dice Alberto, el último Fuentes de la saga, que reconoce que también han tenido bastantes chascos. "En Motril les abrimos el cine en un edificio que costó millones, estuvimos seis meses metiendo cientos de personas y cuando ya estaba todo funcionando de lujo, lo sacaron a concurso y le dieron la concesión a otro que ofrecía menos dinero".

El Peñarroya Cinema anunciando el estreno de Superlópez. (Villarreal Pacheco)

Después de unos meses bajo la gestión de una empresa local, que básicamente imitaba el modelo de negocio de Proyecfilm, el cine cerró.

Cine contra el invierno en Almazán

Almazán es el pueblo más grande de la provincia de Soria aunque no llega a los 6.000 habitantes. Era un candidato idóneo para tener uno de los cines de la familia Fuentes y así sucedió: desde la Semana Santa del año pasado cuentan con sala allí.

En esta localidad soriana los inviernos son muy duros (este pasado enero llegaron a los -10ºC) y la llegada del cine les ha servido para restaurar no solo una vieja tradición, sino el edificio que lo cobija. "Teníamos el antiguo Cine Calderón que estuvo funcionando hasta los años setenta, pero el dueño era mayor y no tenía descendencia", explica a este periódico José Antonio de Miguel, alcalde de Almazán. "En los noventa el ayuntamiento restauró el edificio, que estaba en malas condiciones y se reabrió en torno al año 2000".

El restaurado Cine Calderón en Almazán, Soria (Proyecfilm)

Sin embargo, aún no era el momento: "Los números no salían porque los cines aún funcionaban con películas de rollo, requería cantidad de mano de obra y además usábamos aún la máquina original, que aún conservamos", explica el regidor. "Finalmente, con la digitalización de las salas vimos la oportunidad de volverlo a abrir".

Por fortuna, la gente en Almazán ha respondido a la apertura del cine. En invierno les ayuda a protegerse del frío y ofrece a los jóvenes del pueblo opciones de ocio más allá del botellón. En verano, De Miguel temía por los números. "Tenía miedo de que se nos hundiera, pero la verdad es que los turistas han seguido yendo, ¡no estaban acostumbrados a ver cine de estreno con tan bajos precios!".

En todos los cines de pueblo, la entrada cuesta cinco euros. Últimamente, los Fuentes están ofreciendo también la posibilidad de ver óperas y ballets estrenadas simultáneamente en la Royal Opera House de Londres a cambio de 12 euros. Esta apuesta no está siendo tan exitosa como las películas. Si se juntan veinte personas, los responsables de Proyecfilm se dan con un canto en los dientes.

El juego de la programación

A diferencia de Alfredo, el personaje de 'Cinema Paradiso' interpretado por Philippe Noiret que se queda ciego a causa de un incendio ocurrido durante la proyección de la película 'Los bomberos de Viggiù' (Mario Mattoli, 1949) nuestro Joaquín Fuentes no es ningún romántico empedernido, más bien un castellano pragmático. Su vida es llevar el cine a la gente, pero no a costa de perder dinero.

Él recuerda con especial cariño las películas que le llenaban el cine de gente allá donde iba, como 'Titanic' (James Cameron, 1997). En general, su ley es que si los vecinos del pueblo responden, él les lleva las últimas películas, estrenadas al mismo tiempo que en Madrid o Barcelona. Pero si no responden, les deja sin cine en un abrir y cerrar de ojos.

"En Peñarroya nos pidieron 'Jurassic World' o, como ellos la llamaban, la de los dinosaurios", explica Alberto Fuentes. "Hicimos el esfuerzo y respondieron, y a partir de ahí la distribuidora vio que tenía sentido y desde entonces hemos ofrecido estrenos: 'Bohemian Rhapsody', 'Superlopez'...".

Padre e hijo deciden en el planillo qué películas se emitirán en cada cine (A.V.)

Cada lunes, padre e hijo se sientan y deciden qué película ofrecerán en cada pueblo el fin de semana siguiente. Hay muchas variables. Por ejemplo, las distribuidoras obligan a programar los estrenos en un cierto número de pases. Y luego está la idiosincrasia de cada pueblo. "En Astorga, por ejemplo, nos podemos permitir incluir algo de 'indie' o cine europeo de vez en cuando porque responden bien, pero en otros sitios ni nos lo planteamos", dice Alberto, "y a veces te llevas sorpresas, en Peñarroya pusimos 'La Monja' que era de miedo y se nos llenó".

Incluso ser un éxito de taquilla a nivel nacional no garantiza nada en este peculiar circuito. "Hemos tenido fracasos recientes", dice Fuentes. Por ejemplo, a 'Yucatán' (Daniel Monzón, 2018) o 'La Sombra de la Ley' (Dani de la Torre, 2018) "no vino casi nadie a verlas".

En ese momento suena el teléfono del hijo.

"Aún no han llegado los carteles de 'Animales Fantásticos' a Peñarroya", le dice al padre.

"Tienen que llegar hoy, los mandó Álvaro ayer por Seur", responde Fuentes. "Esta semana está siendo criminal para los portes con eso del Black Friday, ¡a ver si los han mandado a Quintanar en vez de a Peñarroya!".

Joaquín Fuentes y su hijo Alberto. (A.V.)

Lo único digital aquí es la copia de la película y la venta de entradas 'online' desde su página, con eso basta. Todo lo demás sigue siendo analógico, de eso depende su supervivencia. Ninguna escuela de negocios del mundo habría apostado por introducir un negocio decadente en sitios semivacíos, y sin embargo aquí están ellos. Y mientras miles de personas en pueblos de toda España se divierten el sábado por la tarde en sus recién inaugurados cines... ¿qué hace Joaquín Fuentes?

Coge a su mujer y se bajan, como desde hace 27 años, al cine de Peñaranda de Bracamonte. Una se pone en la taquilla y el otro a cortar entradas.

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