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FESTIVAL DE MÁLAGA

Miedo y asco en la oficina de una multinacional

Leyó una noticia sobre un extraño caso de suicidios en una gran empresa y escribió una obra de teatro -'La punta del iceberg'- que ahora llega el cine. Al habla con Toni Tabares

Maribel Verdú en un fotograma del filme

Mal rollo en la oficina no, lo siguiente. De eso trata 'La punta del iceberg', dirigida por David Cánovas y protagonizada por Maribel Verdú, que se presentó hoy en la sección oficial del Festival de Málaga.

Bienvenidos a un descenso laboral a los infiernos. Tres suicidios en la sede de una multinacional y una ejecutiva (Verdú) encargada de investigar qué está pasando ahí dentro. Una película encerrada en las cuatro paredes de un despacho que antes fue exitosa obra teatral escrita por Toni Tabares. 'La punta del iceberg' tiene su origen en la noticia de los tres suicidios ocurridos en la planta de innovación tecnológica de Renault, a las afueras de París, en el plazo de seis meses. Son, de hecho, los tres casos que se citan casi de forma literal en la obra. Posteriormente, cuando me documentaba para escribir el texto salió a la luz toda la situación en France Télécom, donde más de cincuenta trabajadores se quitaron la vida entre 2009 y 2010, de manera que esos hechos tuvieron también una influencia importante en el proceso de escritura", explica el dramaturgo.

Hablamos con Tabares sobre las claves de una historia que llega el viernes a los cines.

Tráiler de 'La punta del iceberg'



PREGUNTA. ¿Por qué te impactaron tanto las noticias sobre los suicidios en la multinacional francesa?


RESPUESTA. Un suicidio siempre es un misterio que cuestiona a quienes cada día luchan por seguir viviendo. Hay algo que desestabiliza nuestra condición de seres humanos y, en cierto modo, supone un fracaso social. En el caso de 'La punta del iceberg' aquellas muertes ocurrieron en el propio puesto de trabajo, que supuestamente es el lugar al que acudimos para ganarnos la vida, lo cual resulta todavía más paradójico e inquietante. Eso me proporcionaba unas situaciones muy propicias para plantear el conflicto entre los distintos personajes -con los demás y cada uno consigo mismo-, y ya se sabe que el conflicto es el terreno sobre el que crecen todas las situaciones dramáticas.

P. ¿Qué ocurre con las relaciones laborales cuándo solo importan los resultados económicos?

R. Pasamos más tiempo con nuestros compañeros de trabajo que con nuestras propias familias, y ese ambiente extrae de nosotros lo mejor y lo peor de lo que somos capaces. Son unas relaciones tan complejas y a la vez tan poderosas que condicionan incluso nuestra manera de ver el mundo. Cuando lo único que se valora es la cuenta de resultados, el individuo se convierte en una mera pieza del engranaje y, como se dice en el texto, “si tratas a un trabajador como si fuera una máquina, tarde o temprano termina por romperse”.

Si tratas a un trabajador como si fuera una máquina, tarde o temprano termina por romperse

P. Tu obra tiene algo de fabula de terror. ¿Cómo influye el miedo a las relaciones laborales?

R. El miedo es terrible, porque puede llegar a anularnos por completo. En la obra los personajes viven en un continuo estado de ansiedad por el miedo a ser despedidos, a no ser valorados, a no estar a la altura de lo que se espera de ellos… Desconfían de los demás pero sobre todo desconfían de sí mismos. Es la antítesis de lo que debería ser trabajar en equipo. Al final todo se convierte en un “sálvese quien pueda”, que a su vez puede resultar muy destructivo. Y es un estado generalizado, que termina por afectar tanto a los altos directivos como a los empleados de base.

P. ¿A qué achacas el éxito de la obra y que haya acabado convertida en película? ¿Qué puede tener de popular?

R. Intuyo, solo intuyo, que aborda una realidad que de uno u otro modo nos afecta a todos. 'La punta del iceberg' transcurre en una multinacional, pero lo que le ocurre a sus empleados no es ajeno a las pequeñas empresas, donde siempre existe una relación de poder aunque solo se trate de dos trabajadores. Todos hemos vivido en primera persona o conocemos casos cercanos de situaciones laborales insostenibles. Puede que ahí radique parte del interés que ha despertado. Recuerdo que al terminar una de las funciones en el Teatro de la Abadía una espectadora se acercó a saludarme y me dijo: “acabas de contar la historia de mi vida”. Yo no sabía si darle las gracias o pedirle disculpas.

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