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un comportamiento habitual en hollywood

Hablan las víctimas de Weinstein: "Me sujetó con toda su fuerza y yo decía que no"

Movistar+ estrena 'Weinstein', un documental de la BBC de una hora que repasa algunos de los testimonios de las mujeres que acusan al productor

Una imagen de Harvey Weinstein en 2016. (Reuters)

"¿Por qué no denunciaron en su momento?". "Están aprovechando el escándalo para hacerse famosas". "¿Por qué no fueron a la policía?". Cada vez que estalla un escándalo relacionando a alguna figura pública con un delito de acoso sexual, abuso o violación, el principio de acción-reacción del juez que la opinión pública trae de serie recurre, casi como una predicción meteorológica, a la misma —con ligeras variaciones— serie de argumentos. Cuando hace poco más de medio año The New York Times destapó que Harvey Weinstein había silenciado a base de talonario decenas de quejas de actrices y trabajadoras de su productora por acoso sexual, el acusado se defendió en un comunicado alegando que "la ausencia de evidencia demostraría la falsedad de las acusaciones". Que ya es mucho inferir. De nuevo, los por-qué-no-denunciaron-en-su-momento y los están-aprovechando-el-escándalo-para-hacerse-famosas brotaron como setas en otoño.

De lo que muchos no se enteran —o no se quieren enterar— es que esas denuncias previas sí existen. Denuncias interpuestas décadas atrás que acabaron en acuerdos económicos o desoídas por la fiscalía, tal y como cuenta el documental 'Weinstein' que acaba de estrenar Movistar+ en España, un trabajo de investigación producido por la BBC y que cuenta con varios testimonios de actrices y trabajadores de Miramax y The Weinstein Company que destapan una práctica no sólo habitual para Weinstein, sino normalizada en una industria que se alimenta de juventud y belleza, una combinación que convierte a muchas 'aspirantes a' en presas fáciles. "Es parte inherente a la pocilga de Hollywood y Harvey ha sido el que ha sufrido el resbalón más grande", cuenta el productor Paul Webster, nominado al Oscar en 2008 por 'Expiación' y antiguo colaborador de Weinstein.

Los hermanos Weinstein en una foto de archivo. (Movistar)

Volvamos casi 40 años atrás. Harvey Weinstein, joven neoyorquino con ganas de comerse el mundo, aterriza en Búfalo con la idea de cursar sus estudios universitarios, pero acaba abriéndose camino en la industria de la música organizando conciertos de grupos como Rolling Stones o Jethro Tull. En 1980 da el salto al cine y produce 'La quema', una película de terror de serie B de la que también fue coguionista.

Paula Wachowiak tenía entonces 24 años y había conseguido un puesto en el equipo de producción de la cinta. Weinstein tenía 28 y llegaba precedido de la fama de haber resucitado Búfalo para el circuito musical. Uno de los días del rodaje, Wachowiak fue a llevarle a la habitación del hotel un talonario de cheques cuando el productor le abrió la puerta medio desnudo, con una exigua toalla alrededor de su cintura, que al rato dejó caer al suelo. Después, se señaló la entrepierna y le dijo: "¿Para qué crees que sirve esto?", antes de pedirle que le diera un masaje.

Kendall: "Me asusté y no dije nada a la gente que podía haberme ayudado"

Y es que la desnudez y el masaje son el hilo común de la mayor parte de las denuncias contra Weinstein —alrededor de un centenar— según el documental. "Me sujetó con todas sus fuerzas mientras yo le decía que no", recuerda Katherine Kendall, actriz todavía en activo y que en 1994, cuando tuvo su primer encuentro con Weinstein, acababa de salir de la escuela de arte dramático. "No hubo coqueteo ni nada; la situación fue muy incómoda". Cuando Kendall se negó, el productor acabó pidiéndole: "Si no me dejas tocarte o besarte o hacerte algo, al menos levántate la blusa y enséñame las tetas". "Me asusté y no dije nada a la gente que podía haberme ayudado", lamenta.

¿Por qué no denunció en su momento?

Porque a las víctimas de delitos sexuales se les exige una valentía que, en el caso de no tener, rápidamente las convierte para parte de la opinión pública en cómplices o consentidoras. A pesar de los grandes costes personales y profesionales. Un martirio por la causa. Ambra Battilana Gutierrez, la modelo de origen italiano que en 2015 —tenía poco más de 20 años— acusó a Weinstein de abuso sexual, tuvo que demostrar que era maniquí y no prostituta frente a la justicia y la opinión pública. Weinstein, había contratado a la firma de investigadores privados K2 para encontrar trapos sucios en el pasado de Gutierrez y filtrarlos en la prensa. Varias revistas publicaron que en realidad era una chantajistab y que en Italia, Gutiérrez había ejercido la prostitución, algo que ella niega.

La modelo Ambra Battilana en la Semana de la Moda Femenina de Milán. (Efe)

El audio que grabó con la ayuda del Departamento de Policía de Nueva York en los que se escuchaba a Weinstein admitir el ataque. "Ayer me sentí muy violentada", se le escucha decir a ella. "Lo sé. No voy a hacerte nada. [...] Ven al baño", contesta él. "No quiero hacer algo que no quiero hacer. Quiero esperar abajo", le pide ella. "Si me avergüenzas en este hotel... No discutas conmigo en el pasillo. No voy a hacerte nada, lo juro por mis hijos". "Y ¿por qué me tocaste los pechos ayer?". "Estoy acostumbrado a ello". Después de pedirle insistentemente que lo acompañe dentro de la habitación, y ante la negativa de Gutiérrez, Weinstein se despide secamente.

Un testimonio que no difiere demasiado del de la ex modelo Zoe Brock, que en 1998 conoció a Weinstein en el Festival de Cannes y acabó encerrada en un cuarto de baño de la habitación del hotel del magnate, mientras él aporreaba la puerta después de sacarse el pene e intentar abusar de ella. "Esa persona que se presentaba como un mentor y que hace que te sientas fabulosa de pronto te planta la polla en la cara". Al final, "entre lágrimas me pidió perdón y me dijo: 'No te gusto porque estoy gordo".

¿Por qué no fue a la policía?

Otro de los testimonios es el de Zenda Perkins, quien trabajó en la delegación de Miramax en Londres a finales de los 90 cuando en el Festival de Venecia de 1998, una de las ayudantes nuevas que había viajado con Weinstein le contó que el productor había intentado violarla. Fueron a la policía en Londres, y allí les preguntaron por qué no había puesto la denuncia en Venecia, donde ocurrieron los hechos. No había pruebas palpables. Era la palabra de la chica contra la de Weinstein. "No parecía que hubiera ninguna forma de llevar a Harvey a los tribunales", recuerda Perkins en el documental.

Al final acudieron a la empresa, que les pagó una alta suma de dinero y las obligó a firmar un acuerdo de confidencialidad en el que además, la compañía se comprometía a mandar a Weinstein a terapia sexual y a despedirlo en caso de que volviera a producirse un hecho parecido. Weinstein no abandonó Miramax hasta 2005, y lo hizo para fundar The Weinstein Company.

Quieren ser famosas

En 1998, Gwyneth Paltrow ganó el Oscar a Mejor actriz por 'Shakespeare in love', producido por Weinstein. La periodista del Hollywood Reporter Kim Masters afirma que ese mismo año comenzó a circular por Los Ángeles "un rumor muy feo sobre que [Paltrow] había sufrido una agresión". En 2017, Paltrow concedió una entrevista a 'The New York Times' donde afirmó que Weinstein la toqueteó y le pidió que le diera uno de sus famosos 'masajes'. "Era una niña, me puso en un compromiso, me quedé petrificada". "Pensé que me iba a despedir". Paltrow era una de las actrices del momento. Sean Young —uno de los testimonios del film— tampoco es una desconocida. Como muchas de las mujeres que han denunciado al productor, en un momento de su vida acabó en la misma habitación con Weinstein bajándose la bragueta. "Como le dije que no, mi carrera empezó a caer en picado", admite Young.

Paltrow ganó el Oscar a Mejor actriz en 1998

El documental 'Weinstein' acaba siendo un reflejo, más que de un acosador sexual, de una sociedad en la que impera una especie de 'omertá' cuando se trata de delitos sexuales. Weinstein —ahora me refiero al hombre— es la prueba andante de la cantidad de obstáculos —burocráticos, sociales, profesionales— que se encuentran las víctimas, sobre todo cuando el acoso se normaliza o se ningunea. Y 'Weinstein' —el documental, de nuevo— es el recordatorio de que en las estructuras de poder —aquí hablamos de Hollywood, pero es extrapolable a tantas y tantas situaciones— se esconden quienes se aprovechan de su superioridad para abusar sexualmente, es decir, para cometer delitos. Para recordar que para que ellos actúen, deben contar con la connivencia de muchos consentidores. Consentidores que no son las víctimas, precisamente. Y para evitar que el Time's up se quede en una simple anécdota, en una moda.

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