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  1. Cultura

'la chica del tatuaje en la parte baja de la espalda'

Marihuana, sexo anal y malos tratos. La vida cruda de Amy Schumer

La polémica humorista estadounidense publica una autobiografía, por la que cobró un adelanto de ocho millones de dólares

Amy Schumer en los últimos premios de la crítica (Reuters)

Primera confesión escandalosa: Amy Schumer (1981), humorista de moda en Estados Unidos, solo ha tenido sexo casual una vez en su vida. Este dato ha descolocado a sus millones de seguidores, acostumbrados a sus monólogos sexualmente explícitos, donde suele retratarse como una chica fácil. Por suerte, su noche loca terminó siendo perfecta.

Ella compara a su amante con Gastón, el musculoso personaje de la versión Disney de ‘La bella y la bestia’. Un tipo alto, atlético y de facciones perfectas. “Cuando le vi, toda la sangre de mi cuerpo se concentró en mi vagina”, recuerda. Ocurrió en un avión y ella terminó en el asiento de al lado. Su truco para entablar conversación fue fingir que tenía miedo a volar, a pesar de que no hubo turbulencias en todo el viaje. Después de aterrizar, esa misma noche, tuvieron sexo salvaje y ella se despidió deseándole buena suerte. “El problema es que él no podía asimilar que yo quisiera que se marchase. No lo creyó hasta el punto de quedarse y follar tres veces más”.

Violación en el instituto

¿Cómo se titula el libro? 'La chica del tatuaje en la parte baja de la espalda'. Obviamente, es un guiño al 'bestseller' de Stieg Larsson ‘La chica con el tatuaje de dragón’ (traducida en España como ‘Los hombres que no amaban a las mujeres’). No se trata de un chiste fácil, ya que Schumer también es una mujer que se sobrepuso a una violación para convertirse en icono del empoderamiento femenino.

Perdió la virginidad con su novio del instituto, que la penetró sin consentimiento a los 17 años, estando ella dormida después de una borrachera. Lo peor es que el chico se sintió mal y ella tuvo que consolarle. “Habrá quien diga que no fue para tanto o que fue mi culpa porque había bebido o que él era mi novio y yo estaba a su lado”. La biografía, que salió a la venta este mes en Estados Unidos, incluye estadísticas sobre casos similares (más frecuentes de lo que pensamos) y la humorista propone abrir un debate honesto sobre este tipo de situaciones.

La peor noche de mi vida

Más grave: tuvo una relación veinteañera marcada por el abuso físico y psicológico. Fue con un hombre al que se refiere como Dan y que ella pensaba que era el amor de su vida. “Íbamos juntos a bares durante la ‘hora feliz’ -cuando se sirven dos copas por el precio de una- y nos emborrachábamos. Entonces él me empujaba un poco y a veces yo me caía y me hacía daño si tropezaba con algo. Cuando se le pasaba el efecto del alcohol, se sentía fatal”, escribe. Ella explicaba sus heridas como “accidentes”. También le perdonaba humillaciones en forma de burlas sobre su aspecto físico.

A Dan le dedica el capítulo “La peor noche de mi vida”. Su calvario comenzó en un aparcamiento, donde Dan aplastó su cabeza y su hombro contra el techo de un automóvil. Cuando llegaron a su piso, la cosa se puso peor, hasta el punto de golpear a Schumer con una taza. “Le pedí a gritos que parase, pero en vez de eso abrió un cajón de la cocina y sacó un cuchillo de carnicero”. La humorista estaba convencida de que iba a morir. “Es un tópico, pero vi pasar mi vida entera delante de mis ojos”. Finalmente pudo escapar y le dejó poco después.

El objetivo de contar esta experiencia es aumentar la alerta y rebajar el nivel de tolerancia contra la violencia machista. “Le puede pasar a cualquiera”, advierte. Schumer ataca todo tipo de machismo, desde el más bestial hasta el más sutil, preguntándose -con su crudeza habitual- por qué las mujeres se hacen la manicura francesa cuando “los hombres solo buscan meter su salchicha en nuestra fábrica de caca”.

La peor traficante de la historia

En el instituto, Schumer trapicheaba con marihuana, pero no destacaba en las labores de camello. “Se me acababan las bolsitas y usaba un enorme saco de basura para la cantidad más pequeña”, confiesa. También habla de sus relaciones familiares, no especialmente plácidas. Su padre, a quien adora, fue víctima de la esclerosis múltiple y un despido le llevó al alcoholismo y el divorcio. Cuando Schumer tenía 14 años, durante una tarde de circo, fue testigo de cómo perdía el control del esfínter y defecaba en los pantalones. “Envejecí una década en un segundo”, recuerda.

Charla genital

Otra parte destacada del texto es un diálogo con su propia vagina. Le pide disculpas por verter cera caliente sobre ella, por dejar que extraños le arranquen brutalmente el pelo y por los hongos que le ha hecho sufrir. “A pesar de todo eso, has tenido unos cuantos visitantes majos, ¿verdad? Eso tienes que admitirlo. Lo hemos pasado bien juntas”, señala.

Estos niveles de soltura y franqueza contrastan con su carácter fuera del escenario, donde Schumer se define como poco social. “Cuando eres una verdadera introvertida, la gente es como vampiros de la energía. No los odias, pero debes tener una estrategia sobre cómo y cuándo exponerte a ellos”. Detesta la conversación banal y tener que opinar constantemente sobre las bromas de compañeros de profesión masculinos. “Al ser una humorista, se asume que estás a tope todo el rato”. Por eso señala que la introversión, la capacidad de decidir cuándo exponerte, es un acto de feminismo.

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