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sistema ideológico oculto

¿Por qué no desaparece el machismo?

"Cuando una mujer dice no, en realidad está diciendo sí". “Ellas provocan, ellas se lo buscan”. Quizá pienses que no eres machista, pero es posible que aceptes estas creencias

Manifestación del Día de la Mujer. (EFE)

Los comportamientos sociales están en gran parte determinados por 'sistemas ideológicos ocultos', que resultan difíciles de detectar. Tejen una red de ideas, sentimientos, creencias que aparentemente no están relacionados, pero que interaccionan eficientemente.

Eso hace que simultáneamente podamos criticar una conducta y, sin embargo, seguir alimentando al sistema que la produce. Los test de asociaciones implícitas permiten descubrir algunas de esas creencias soterradas. Un líder antirracista puede albergar respuestas racistas no reconocidas. Por eso, todos podemos ser colaboracionistas si no andamos alerta.

Adivina adivinanza

Estudié uno de esos sistemas ideológicos ocultos en 'Las arquitecturas del deseo'. Lo resumiré a modo de ejemplo para aplicarlo después al machismo. Intentaba responder a un adivinanza: ¿qué tienen en común la sociedad de consumo, el auge de la violencia, el aumento de la obesidad, las epidemias de la ansiedad, la fragilidad de las relaciones afectivas, la creciente manifestación de comportamientos impulsivos, los centros comerciales, el aumento de las adicciones, el interés por los 'trending topics' y la falta de atención de los niños en la escuela? Aparentemente, nada. Y, sin embargo, son manifestaciones mas o menos directas de lo que denominé “sistema ideológico del deseo”.

La American Psychological Association ha alertado sobre la sexualización precoz de las niñas, fomentada por adultos con patrones machistas

Durante milenios, las culturas consideraban peligrosa la proliferación de los deseos —la pleixonia—, pero en este momento todo nuestro sistema económico y cultural insiste en suscitarlos constantemente. Se habla de la 'economía libidinal'. La publicidad tiene que fomentar las necesidades y, por lo tanto, los deseos, porque nuestro sistema productivo lo necesita si no queremos quedarnos en paro.

Para ser eficaz, tiene que ser un deseo imperioso: lo que se denomina 'compulsión de comprar'. Tiene que ser también un deseo cuya satisfacción sea efímera, para ser substituido enseguida por otro deseo. El modelo ideal es 'usar y tirar'. Esta presión constante produce muchas frustraciones. Los deseos se convierten en fuente de derecho. Como lo explicó hace años Baudrillard, “el goce ha tomado el aspecto de una exigencia y de un derecho fundamental”.

Transeúntes del consumo

Esta moda de los deseos efímeros, intensos, urgentes y desechables ha contaminado y fragilizado nuestro mundo afectivo, porque incita a un hedonismo inquieto y un poco escéptico. No puedo esperar mucho para disfrutar de algo, sea un programa de televisión o una relación amorosa, porque puedo estar perdiendo oportunidades. Si no me gusta a la primera, cambio de canal.

Jeremy Rifkin anunció que el negocio del futuro sería "proporcionar experiencias". Se ha acuñado la palabra 'transumer'. No hace falta ser un consumidor, sino un transeúnte del consumo. El no poder esperar conduce al 'zapping' como forma de vida, un modo de impulsividad. Y la necesidad de alcanzar satisfacción sin demasiado esfuerzo conduce a las adicciones. O, en un nivel menos trágico, a la necesidad de estar consultando la pantalla del móvil cada dos minutos. Eso influye, evidentemente, en la dificultad de mantener la atención, con lo que no es de extrañar las dificultades que estamos encontrando en la escuela.

Los modelos de 'virilidad', a pesar de lo que se dice, no han cambiado mucho, y tampoco los patrones para la elección de pareja

No se trata de buscar culpabilidades, porque están en juego causalidades recíprocas, sino de comprender el fenómeno, porque de lo contrario no podremos tomar decisiones sobre él. Y podremos estar colaborando sin saberlo a su perduración. España entera se ha indignado justamente estos días con un caso de violación en grupo. ¿Qué hay por debajo de ese comportamiento?

Timothy Beneke, en su libro 'Los hombres y la violación', enumera algunas de las ideas que estas personas tienen sobre sus víctimas: "A todas las mujeres les gusta ser violadas". "No se puede violar a una mujer en contra de su voluntad" (¿recuerdan a una jueza que preguntó a una presunta violada si había cerrado bien las piernas?). "A las mujeres no hay que creerlas". "Cuando una mujer dice no, en realidad está diciendo sí". "Las mujeres están llenas de mensajes contradictorios, lo que produce frustración en los hombres”. "Las mujeres se exhiben y tienen poder sobre uno". "Se ríen de uno y lo humillan". “Ellas provocan, ellas se lo buscan” (¿recuerdan el 'caso de la minifalda' que llegó hasta el Supremo?).

Un test de asociaciones implícitas probablemente revelaría que muchas personas moralmente no machistas aceptan alguna de esas creencias. Eso hace que la actitud voluntariamente adoptada pueda presentar fisuras e incoherencias que reducen su eficacia.

Somos machistas

El 'sistema ideológico machista' es amplio y sutil. Ha sido perfilado a través de muchas generaciones. Por ejemplo, en la España franquista, había una elevada idea de la mujer —como madre, esposa, depositaria de los valores morales, reflejo de la Virgen María— que, sin embargo, era fruto de un sistema oculto machista, cuyo pretexto de proteger tanta virtud condenaba a la mujer a un papel secundario, para que no se manchara con asuntos sucios como la política.

En el Fuero del Trabajo (II, 1) "se prohibe el trabajo nocturno de la mujer y se liberará a la mujer casada del taller y de la fábrica para que se dedique a las funciones que le corresponden”. Todos los contratos laborales quedaban automáticamente rescindidos cuando la mujer se casaba. Era, evidentemente, una protección envenenada.

Foto: El Confidencial.

Pondré algunos aspectos del 'sistema ideológico machista' cuyo enlace tal vez no percibimos, pero que lo rearma continuamente. Casi todo el mundo está de acuerdo en que la pornografía suele ser machista, porque se basa en el sometimiento y utilización del cuerpo femenino. Para compensarlo, se propone una de forma femenina, que haga lo mismo con el cuerpo del hombre, sin darse cuenta de que eso lo que hace es reforzar el modelo. Es como si dijéramos, lo malo no es hacer trampas, sino que no podamos hacerlas todos. La trivialización lúdica de las relaciones sexuales tiene un aspecto liberador, pero unos efectos secundarios sorprendentes.

Hace unos años, Michel Foucault, un pensador transgresor muy admirado en Francia, escandalizó a mucha gente pidiendo que se quitara del código el delito de violación y se sustituyera por el de simple agresión física. Lo contrario, decía, supone seguir trascendentalizando la sexualidad. Las críticas eclesiásticas a la 'ideología de género' olvidan que en su origen fue una protesta contra la visión machista del mundo, que en parte siguen defendiendo. Los modelos de 'virilidad', a pesar de lo que se dice, no han cambiado mucho, y tampoco los patrones para la elección de pareja.

Sexualización precoz

Existe un analfabetismo afectivo que favorece conductas de opresión. Eso sucede, por ejemplo, en la aún extendida interpretación de los celos como manifestación de amor por parte de hombres y mujeres, cuando son tan solo un afán de posesión o una patología. La dificultad de combinar la maternidad dentro de los patrones de éxito laboral favorece el sistema, porque se utiliza para justificar la discriminación. “Prefieren tener un trabajo precario y poder ocuparse de 'sus' hijos”.

Muchas adolescentes se debaten entre dos modelos igualmente peligrosos para ellas: el 'amor romántico' y el 'mueven más dos tetas que dos carretas'. Ambas las conducen a una posición vulnerable. La American Psychological Association ha alertado sobre la sexualización precoz de las niñas, fomentada por adultos con patrones machistas. Recuerden el escándalo de los biquinis sexy, con relleno, para niñas de nueve años que comercializaron algunos grandes almacenes. Por cierto, ¿quien compraba esas prendas a las niñas?

El poder del 'sistema machista' consiguió durante siglos definir la imagen femenina que la propia mujer aceptaba

Una deliciosa película —'Pequeña miss Sunshine'— trataba paradójicamente la historia de una niña de siete años que se presenta a un concurso de belleza infantil. En una guía para que el profesorado utilizara pedagógicamente esta película, veo que solo se hablaba de cómo soportar el fracaso, y no del disparate del concurso. El poder del 'sistema machista' consiguió durante siglos definir la imagen femenina que la propia mujer aceptaba. Muchos casos de violencia doméstica provocan todavía en la víctima un sentimiento de culpabilidad. Esta influencia prescriptora no ha desaparecido por completo.

Durante varios años, he seguido sistemáticamente las revistas femeninas de alta gama para contestar a una pregunta: “Si un extraterreste solo tuviera como fuente de información sobre las mujeres las revistas femeninas, ¿qué pensaría?”. Una de esas revistas me pidió el resultado de mi investigación, y no se atrevió a publicarlo. En Estados Unidos, Gloria Steinem, una inteligente feminista, tuvo que dejar de dirigir la revista 'Ms', porque era incapaz de frenar los mensajes machistas indirectos de los anunciantes. Encuestas en EEUU, a mi juicio replicables en España, muestran que las chicas, a pesar de que tienen muy buenos resultados académicos, salen de la secundaria con un descenso en su autoestima. En el norte de Europa y en Estados Unidos, organizaciones feministas piden la enseñanza segregada porque piensan que el actual sistema perjudica a las muchachas. Lo curioso es que, sobre todo en el ámbito católico, piden lo mismo los sectores más reaccionarios, con lo que la confusión oculta el problema.

Me gustaría que alguien más competente que yo analizara con la precisión que merece este 'sistema ideológico oculto' del machismo, porque de lo contrario no nos liberaremos de él.

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