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'ENGINES OF PRIVILEGE' DE KYNASTON Y GREEN

Un economista y un historiador contra la educación privada: “Daña a la sociedad”

Ambos estudiaron en Oxford, pero ahora se rebelan contra ella y todo lo que el sector privado representa: una forma de acabar con la igualdad de oportunidades y la democracia

Foto: iStock.

“La educación es diferente. Sus efectos son profundos, a largo plazo y se transmiten de una generación a otra. Los que tienen dinero pueden comprar y disfrutar de vacaciones, coches, casas y comidas caras. Pero la educación no es otro bien material: es fundamental para crearnos. Si compramos una escolarización cara y exclusiva para nuestros hijos, influiremos en cómo crecerán, en la clase de gente en que se convertirán y lo que harán. Sus notas los auparán a esos pocos puestos bien recompensados, primero en nuestras universidades de élite y más tarde en su vida. Al hacer esta compra, adquirimos una posición preferente para nuestros hijos, a costa del futuro de otros niños. Sencillamente, la compra de educación privada por una minoría es incompatible con una sociedad más justa y cohesionada: una verdad desagradable, pero verdad”.

Este es el arranque de 'Engines of Privilege: Britain's Private Schools' (“Los motores del prilevio: los colegios privados británicos”), una enmienda a la totalidad del sistema educativo privado británico, uno de los más clasistas de los países desarrollados como reflejo de la propia sociedad inglesa. El trabajo está firmado por el economista Francis Green, profesor de Economía del Trabajo y Desarrollo de Habilidades del University College de Londres, y por el veterano historiador David Kynaston, especialista en la posguerra. Paradójicamente, dos hijos de esa misma desigualdad que denuncian en su trabajo: Green se licenció en Física en Oxford antes de decantarse por la economía y estudiar en la London School of Economics y Kynaston se graduó en el New College de Oxford en 1973. Ahora, quieren romper esa rueda que les ha garantizado un lugar estelar en la sociedad británica.

Estos centros no solo ofrecen una buena formación, sino también exclusividad, clases extraescolares y formación personal

“Uno de nuestros padres era un abogado en Brighton, el otro era un oficial del ejército que llegó a teniente coronel”, revelan en la introducción, con el objetivo de dejar clara su procedencia. Sus hijos han acudido a 'grammar schools', ellos mismos han disfrutado de la educación privada, pero a medida que han pasado los años (ambos rondan los 70), se han preocupado cada vez más por “el problema de las escuelas privadas, en parte como ciudadanos preocupados por el bienestar social y democrático de Gran Bretaña, en parte como un aspecto de nuestro trabajo profesional”. La educación privada es, en sus palabras, un elefante en la habitación del que nadie se atreve a hablar, ni siquiera en un debate sosegado.

La paradoja inglesa es que el sector de la educación privada es pequeño pero tremendamente influyente. Tan solo un 9% de los británicos han pasado por un centro privado (un 6% de los niños están matriculados a día de hoy en uno), pero son aquellos que ocuparán los puestos de mayor responsabilidad en las instituciones públicas o en el sector privado: un tercio de los jueces y miembros del parlamento, pero también muchos actores famosos como Dominic West, el McNulty de 'The Wire', Hugh Laurie o Tom Hiddleston provienen de ellos. De todos estos centros, Eton (cuya matrícula son 45.700 euros), Harrow y Winchester son la joya de la corona. La educación privada inglesa es más elitista que la de otros países del entorno: en España, el porcentaje de estudiantes en enseñanzas no universitarias asciende hasta el 32,7%, por el 6% inglés.

David Kynaston.

Este dato que suele interpretarse como negativo (el sector privado devora al público) es visto casi como positivo por los autores, que recuerdan que cuanto más reducida es la educación privada en un país, menos posibilidades de acceso a la misma existen. “De entre todos los países ricos, la participación de las escuelas privadas británica es especialmente exclusiva para los ricos”, recuerdan. La mayoría de familias que envían a sus hijos a estos centros se encuentran dentro del 5% más rico, con unos ingresos que suelen superar las 120.000 libras anuales (135.000 euros). Sus hijos gozan de mejores oportunidades de empleo, formación y desarrollo que el resto.

¿Cómo funciona?

A simple vista, reconocen los autores, puede parecer que la principal y única ventaja de estudiar en un colegio privado es disfrutar de una mejor formación. “Hoy, la mayoría de estos centros son de alta calidad y ofrecen un buen entorno educativo”, reconocen en el libro. “Despliegan recursos considerables; respetan la necesidad de generar un ambiente disciplinado para el aprendizaje; y prestan una gran atención a producir una experiencia positiva y, por lo tanto, motivadora”. Quizá no todos los colegios privados sean “maravillosos”, pero suelen proporcionar lo que prometen.

La educación privada permite que los alumnos se salten la cola para acceder a los escalones más altos de la sociedad

Pero no se trata tan solo de eso. Hay otras tres cosas que la educación privada proporciona: exclusividad, clases extraescolares y una formación más completa. Respecto a la exclusividad, es producto directo de su “enorme coste”. “Las matrículas cuestan de media 19.381 euros”, recuerda Green en 'The Conversation'. “Gran parte de lo que produce la educación privada es 'posicional'. Permite que los alumnos se salten la cola para acceder a los escalones más altos de la sociedad británica”. Esta exclusividad tiende a perpetuarse. Los autores hablan de la “homogamia educativa”, que provoca que la gente se case con aquellos que tienen su mismo nivel educativo. O, como en este caso, que los hijos de padres de colegio de pago se casen con otros hijos de padres de colegio de pago.

No hay que perder de vista la importancia de las clases extraescolares, que son las que marcan la diferencia entre los conocimientos básicos, compartidos por la mayor parte de la población, y la especialización. “Los hijos de la privada disfrutan de muchas más actividades extracurriculares”, recuerdan. No solo eso, sino que los centros privados son particularmente eficaces a la hora de conseguir que sus alumnos “se pasen el sistema” y aprueben con las mejores notas los exámenes de acceso a la universidad. Los datos hablan: un 48% de sobresalientes en las privadas por un 26% de las públicas.

Foto: iStock.

Por último, se encuentra ese intangible que es la formación integral, y que adopta la forma de “una vida de aprendizaje, liderazgo y desarrollo personal”, “confianza, entusiasmo, perseverancia, tolerencia e integridad” o “descubrimiento del talento latente, carácter individual y habilidades de liderazgo y trabajo en equipo”, tres de los eslóganes que estos centros utilizan para describir sus programas educativos. “Aunque de ninguna manera esta clase de visiones están ausentes de las escuelas públicas, la diferencia se encuentra en la cantidad de recursos y tiempo escolar que se destina a la persecución de estos objetivos”, señalan. “Mientras los alumnos de la privada suelen tener una mayor sensación de control sobre su vida, que se deriva de sus orígenes, los colegios añaden su parte, especialmente en la preparación para la universidad”.

Esto tiene una traducción directa en algunas de las características que definen a los colegios privados: un menor ratio entre profesores y alumnos, que permite una detección más temprana de las necesidades especiales y del talento; actividades frecuentes que cultivan el carácter de los estudiantes; alto precio de las matrículas, que garantiza que los alumnos provengan de familias interesadas por la educación; y un enfoque dirigido a que los estudiantes accedan a las universidades de élite.

¿Qué hacemos?

En el trabajo de Green y Kynaston hay una clara preocupación por el problema que supone que tan solo unos pocos puedan acceder a la educación privada, aunque son conscientes de la paradoja que ello supone. Como explicaron en un informe sobre '¿Quién elige los colegios privados en Gran Bretaña y por qué?', el aumento de la desigualdad económica que se ha producido desde los años 80 ha sido la causa de que el precio de los colegios privados haya aumentado notablemente y, por lo tanto, sean aún más exclusivos. No hay ningún incentivo para que esta situación cambie en el futuro próximo: sigue rentando a los padres que se lo pueden permitir.

¿Posibles soluciones? Sobre todo, la reducción de los incentivos que provocan que los padres quieran apuntar a sus hijos a la privada, pero también una mayor integración entre el sector público y el privado. ¿Quizá están descubriendo Green y Kynaston la educación concertada? En último lugar, “conseguir que estos colegios sean accesibles para una población más amplia y representativa”. Es posible que la argumentación de los dos profesores sea, en última instancia, tan elitista como el sistema educativo que critican. Su apuesta, se lee entre líneas, no pasa por mejorar la educación pública hasta el punto de que la privada sea inútil, sino extender los beneficios de la privada a toda la población.

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