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vuelta a la naturaleza

Cómo vivir sin móvil y sin compañía durante cien días

José Díaz se retiró voluntariamente a una cabaña en medio de un valle sin ninguna compañía a kilómetros a la redonda: de la experiencia ha salido un libro y un documental

José Díaz, durante su periplo en la cabaña.

Ahora tiene hasta un bazar oriental cerca de casa, pero José Díaz, de 52 años, ha vivido durante 100 días en medio de la nada. Una cabaña de escasos metros cuadrados y un bosque cerrado. Un pequeño camino y un pueblo a más de hora y media caminando. Sin más compañía que la de los animales salvajes. Y, por supuesto, sin teléfono móvil, aunque esa parte no fue la más meritoria en su caso: "No me gusta el celular y no tengo, ni en el monte ni en el pueblo, simplemente no me agradan los condicionantes de atenderlo", explica desde su teléfono fijo de su domicilio, en Cudillero (Asturias).

José Díaz, además de profundas enseñanzas sobre sí mismo y la vida en general que luego desgranará, ha sacado de su experiencia un documental estrenado en la plataforma Netflix y un libro: 'Cien días de soledad' (2017, Penguin). No vio a un solo ser humano en ese tiempo. Y no le pesó demasiado, dice, a pesar de que está casado y tiene tres hijos de 20, 24 y 28 años. El pequeño ya no vive con ellos. Es futbolista profesional en el Sporting de Gijón. "Le va muy bien, pero hay que estar atentos porque el otro día me comentaba que un compañero se había comprado una camiseta, una de las que tú compras en el chino por tres euros, por 1.800 euros...es un mundo peligroso". El mediano es músico y ha compuesto la banda sonora del documental.

Puedes verte con mucha más objetividad, observar todas tus imperfecciones y todas las cosas que te sobran, que no te aportan

"Quitando no ver a la familia y los amigos la experiencia fue extraordinaria, no me sentí solo en ningún momento. De hecho, me he sentido más solo en medio de las multitudes que allí", desgrana este hombre que, además de aventurero ocasional y fotógrafo, trabaja en el sector de la construcción y la decoración. "Te sirve para crecer como persona en todos los sentidos porque puedes pensar. Tenga en cuenta que sin silencio y sin paz, en el vértigo cotidiano, no se puede reflexionar bien", sentencia Díaz.

La cabaña donde estuvo Días aislado 100 días.

Pero no todo fue sencillo. "Los primeros días te sientes raro y tardas en adaptarte un poco a la situación", relata el aventurero, "pero luego poco a poco es como si te salieses de ti mismo y te vieses desde fuera. Entiéndame bien, sin volverse loco ni nada de eso. Simplemente es que de ese modo puedes verte con mucha más objetividad, observar todas tus imperfecciones y todas las cosas que te sobran, que no te aportan nada e incluso te molestan", comenta para concluir con que "estando solo se aprende, se aprende mucho".

"Soy un poco raro"

Por ejemplo, uno se da cuenta de las cosas cotidianas a las que no da particular valor. Especialmente la familia y los amigos, "que uno lo da por hecho y no aprecia de manera suficiente". También se dio cuenta de que en la "carrera por la vida moderna conviene dar un paso a atrás y darse cuenta de que uno no necesita de verdad casi ninguna de las cosas materiales por las que suspira y que lo hacen infeliz", explica. Pero muchas de estas cosas ya las intuía Díaz. "Siempre fui un poco raro y ya me embarqué en este tipo de cosas hace diez años. Soy rarito", dice riendo.

Durante los 100 días pasó frío y madrugó. Pero no se dedicó a la vida contemplativa o a la mera supervivencia. También tenía una tarea por delante. En este caso era fotografiar a la variada fauna del lugar, enclavado "en un mundo que parece congelado en el tiempo, como si estuviera en otro planeta" en un profundo valle asturiano. No es la primera vez que dedica su tiempo a estos menesteres. "No soy ni mucho menos un profesional, pero en estos últimos diez años he hecho cuatro libros y me gustan mucho esta clase de experiencias".

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