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  1. Alma, Corazón, Vida

¿es tan imprescindible como parece?

Dejé de tomar café durante diez días y esto es lo que pasó

Cada vez más gente vive enganchada a esta bebida. Es el caso de Stephanie Eckelkam, que decidió analizar cómo reaccionaba su cuerpo a la falta de cafeína

¿Cuántas tazas tomas al día? (iStock)

Intenta recordar tu primera vez. No, nos referimos al sexo, sino al momento en el que probaste el café. A buen seguro su sabor amargo al principio te desagradaba, pero a base de probar y probar se ha vuelto imprescindible en tu vida. De hecho, lo es para cada vez más españoles, según desvela la lista realizada por 'Caffeine Informer'. El español medio toma unos tres kilos al año, aunque todavía nos quedamos lejos de los 9,6 de los finlandeses.

Sin embargo, es probable que en algún momento del camino el gusto por la bebida cafeinada se haya convertido más en una necesidad que en un placer. Lo mismo le pasaba a Stephanie Eckelkam que, pese a ser periodista en 'Prevention', uno de los portales de salud más populares de EEUU, estaba realmente enganchada: “Las mañanas en las que tenía que escoger entre prepararme una taza o ducharme, normalmente llegaba al trabajo desarreglada y sin maquillare, pero con mucha cafeína por mis venas”.

Si hubiese empezado un lunes, el número de siestas que me habría tomado habría sido suficiente para que mi jefe me despidiera

“Durante 10 años he sido esclava de esta bebida. Me tomaba al menos dos tazas al día Y a menudo cuatro o cinco. Por eso, sentía que necesitaba dejarla”, relata. En efecto, la periodista se embarcó en un reto de proporciones descomunales: diez días sin probar gota. “No es que piense que el café sea malo para mí (de hecho, se ha relacionado con una serie de beneficios para la salud). Quería ver cómo era mi vida sin él”.

Modorra sin cafeína

Lo primero que experimentó su cuerpo fue la falta de cafeína. Este compuesto actúa como un antagonista del receptor de adenosina, que tiene como función iniciar una serie de reacciones químicas que provocan la ralentización de las funciones neuronales y provocan el sueño (tiene efectos sedantes). Es decir, bloquea que la adenosina se una a los receptores cerebrales. Lo que pasa es que cuando dejamos de consumir cafeína entra más adenosina al cerebro. Esto no solo hace que te sientas más cansado sino que, como le pasó a Eckelkam, puede dilatar los vasos sangíneos y desencadenar dolores de cabeza. Al cabo de un par de días, los niveles se normalizan.

Foto: iStock.

En consecuencia, su productividad cayó en picado, por lo que aconseja que si vas a reducir la cafeína a cero, no lo hagas al principio de la semana laboral: “Si hubiese empezado un lunes, el número de siestas que me habría tomado aquellos días habría sido suficiente para que mis jefes me despidieran”. En lo que respecta a los quehaceres domésticos, como ir de compras o limpiar la casa, todo iba bien hasta que decidiese sentarse y enfrentarse a un desafío mental. “Es como si alguien me hipnotizara”.

Durante 10 años he sido esclava de esta bebida. Tomaba a menudo 4 o 5 tazas y por eso sentí que ahora necesitaba dejarla

Esta modorra vino acompañada de un aumento considerable de antojos, al menos los primeros días. El hambre y las ganas de dulce hicieron acto de presencia. “Recomendaría tener a mano una cantidad abundante de fruta para satisfacer tu hambre de manera sana”. Asimismo, dejar el café (siempre caída una taza por la tarde) trastocó sus horarios hasta tal punto que se acostaba siempre más temprano y se despertaba antes, lo que no le vino del todo mal porque según asegura es algo que quería hacer desde hace años.

Con todo, empezó a sentirse bien. A la semana sus dolores de cabeza desaparecieron, se sentía más descansada y con más energía: “Me di cuenta de que es falso eso de que necesitamos café para funcionar como seres humanos”. No obstante, señala que nunca dejará su sabor. No beberá tanto como antes, quizá probará con los descafeinados e implementará cualquier otra estrategia para no volver a sus cinco tazas diarios.

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