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  1. Alma, Corazón, Vida

MANUEL VILCHES, DIRECTOR DE FUNDACIÓN IDIS

“Es técnicamente posible acabar con las listas de espera de la sanidad en cuatro meses”

Es uno de los planes de choque más ambiciosos, pero sus responsables afirman que podrían liquidarse las operaciones quirúrgicas pendientes para llegar a enero a cero

Vilches es director gerente del Hospital NISA Pardo de Aravaca. (Ernesto Torrico)

La sanidad privada española ha dado un golpe sobre la mesa en el comienzo de este nuevo curso en forma de un plan de choque que, según sus cálculos, podría liquidar las listas de espera quirúrgicas antes de final de año. Para ello, sería necesaria una inversión de 1.500 millones de euros, un 1,5% sobre el gasto total de sanidad, ha señalado la Fundación IDIS (Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad), dedicada a impulsar la integración sanitaria público-privada.

“Estamos muy satisfechos con la respuesta que estamos empezando a recibir”, explica a El Confidencial su presidente, Manuel Vilches. “Las asociaciones de pacientes no lo han visto mal, los profesionales tampoco, porque lo que queremos es beneficiar a los pacientes, a nadie más”. Como recuerda IDIS, bastaría con destinar parte de la dotación extraordinaria de los Presupuestos Generales del Estado otorgada a las comunidades autónomas para arrancar el nuevo año con el contador a cero, un hito en un contexto en el que, a pesar de las promesas, los tiempos de espera se han incrementado.

A pesar de las buenísimas intenciones de las comunidades autónomas, sus planes para reducir las listas no han funcionado

“No estamos planteando un modelo de negocio para nada”, matiza Vilches durante su visita a este diario. “Tenemos que vivir y pagar los sueldos, pero no se han establecido márgenes de beneficio con esa cantidad, que asusta por lo baja”. En el espíritu de esta propuesta se encuentra establecer un nuevo modelo de colaboración entre la sanidad pública y la privada con el objetivo de enfrentarse, a largo plazo, a los importantes retos que se avecinan, como el exponencial envejecimiento de la población y el aumento de los costes sanitarios, que obligarán a optimizar el gasto.

PREGUNTA. Empecemos por el diagnóstico. ¿Cómo es posible que, según sus datos, en España la media de las listas de espera sea de 115 días y que haya 615.000 pacientes en ellas?

RESPUESTA. Seguramente porque tenemos un sistema sanitario que se regula por el acceso. Es un modelo muy vertical, en el que la puerta de entrada es muy pequeña. Por eso, desgraciadamente, tenemos más de 615.000 pacientes en listas de espera, y la duración media ha ido incrementándose hasta los 115 días. Ha habido problemas en la medición de las mismas, pero ahora que se ha uniformizado, disponemos de la información suficiente. Ese es uno de los motivos por que nos decidimos a avanzar en este plan de choque con la posibilidad de ofrecer una alternativa a esos pacientes que, en algunos casos, se pasan más de un año y medio esperando.

P. ¿En qué consiste el plan de choque que proponen?

R. En tratar de optimizar los recursos disponibles que tenemos. Hasta ahora, las comunidades autónomas han tratado de paliar el tema de las listas de espera con planes de gestión —en Madrid— o abriendo quirófanos los sábados o por las tardes —en otras comunidades—, peonadas múltiples e intentos de soluciones dentro del entorno de la financiación pública. Hemos visto que, a pesar de las buenísimas intenciones que tienen, no ha funcionado. Las listas de espera no solo no se han solucionado, sino que se han incrementado.

Todos conocemos la frase de que “si quieres resultados diferentes, haz cosas diferentes”. Es lo que hemos planteado. Tenemos una capacidad técnica y humana muy importante. Llevamos a cabo el 30% de la actividad sanitaria de nuestro país. Tenemos más de 100.000 profesionales hospitalarios, 450 hospitales y 2.000 quirófanos. Sin necesidad de dotar nada extraordinario, simplemente incrementando un poco la actividad diaria (y tenemos la elasticidad suficiente para hacerlo), podrían solucionarse las listas de espera en unos pocos meses.

Si bajas al detalle de las listas (el poco que hay), dos tercios de ellas son de cirugía general, traumatología y oftalmología, especialidades que tenemos bastante controladas, y donde podríamos asumir la reducción de la lista de espera. Hay grandes diferencias entre comunidades, eso sí, por la carga demográfica de cada región: si Cataluña y Andalucía son las más pobladas, las listas son más largas.

El ofrecimiento viene de esa base, poner a disposición de los pacientes toda la capacidad técnica y profesional para solucionar a corto plazo el problema que tienen. Si un paciente lleva esperando seis meses y le dicen que le van a operar en dos, estará feliz; si tiene que esperar otros seis, quizá no lo esté tanto y pida alguna explicación: ¿por qué con mis impuestos unos se operan antes y yo no puedo? El objetivo es recuperar un poco de esa equidad y accesibilidad de la que tanto presumíamos en la Ley general de Sanidad y que nos está costando aplicar.

Fue nombrado director de IDIS en enero de 2013. (Ernesto Torrico)

P. ¿En qué plazo? Porque suena bastante ambicioso.

R. Es tremendamente ambicioso. Hemos hecho un ejercicio teórico: si aceptamos todos, nos ponemos a trabajar mañana y subimos a los quirófanos a una media de tres o cuatro operaciones diarias, técnicamente es posible. Luego sabemos que la burocracia, los límites administrativos, los transportes, etc. hacen que cuatro meses sea prácticamente un sueño. Pero si son cuatro, si son seis, si son ocho, siempre será muchísimo mejor que estar esperando un año más.

P. La inversión planeada es de 1.500 millones de euros, ¿no es así?

R. Es un coste que, si nos fijamos en los presupuestos de Sanidad, es bastante bajo. El gasto anual del sistema sanitario ronda los 70.000 millones, nosotros tenemos entre 30 y 35.000 millones… Son casi 100.000 lo que gastamos en sanidad. ¿No vamos a ser capaces de encontrar 1.500 para destinar a una partida tan importante como esta? La ministra lo decía ayer, ha habido un incremento extraordinario en la dotación de los Presupuestos Generales del Estado que es tres veces mayor a lo que se necesitaría para esto. Si toda la dotación se utiliza en sanidad, con seguridad se solucionaría una parte. Esos pacientes son los que nos importan. La decisión es de las comunidades autónomas, pero este es uno de los temas que más preocupan a los usuarios del sistema sanitario, porque a nadie le gustan las listas de espera. Si dejamos a un lado la ideología y nos preocupamos únicamente de la calidad y de la accesibilidad, creemos que es un plan muy viable.

P. ¿Qué respuesta ha recibido por parte de las administraciones o los consejeros de Sanidad de las comunidades?

R. Hay bastante disparidad. Hemos tenido respuestas muy positivas por parte de algunas comunidades autónomas, con algunas hasta nos hemos reunido ya y se están valorando posibilidades dentro de los actuales acuerdos. En Murcia creo que también se han reunido con la Unión Murciana de Hospitales Privados, tenemos citas pendientes con otras comunidades y esperamos que en los próximos días tengamos respuesta de todas para, por lo menos, sentarnos a hablar.

La sanidad pública, por el modelo laboral funcionarial que tiene, es sumamente rígida

No vamos a responder a ciertas acusaciones altisonantes que han confundido un interés asistencial con un interés económico. Si tuvieran cierta experiencia, sabrían que el impacto económico que se está poniendo encima de la mesa no puede generar beneficios. Es un plan de choque, puntual, para solucionar un problema en el que no están contemplados márgenes y en el que hay riesgo, al no conocer en detalle cada una de las patologías. No es una intención mercantilista en absoluto, es una intención de normalizar los modelos de funcionamiento; es decir, vamos a cambiar la forma de hacer las cosas para que el problema no se vuelva a generar.

P. ¿Por qué la sanidad privada lo puede llevar a cabo y la pública no?

R. La sanidad pública, por el modelo laboral funcionarial que tiene, es sumamente rígida. Para poder acometer una actividad extra, tendría que contratar más gente, tener más dotaciones, algo que en nuestro caso no es así porque ya lo tenemos, al igual que la elasticidad para ponerlo en funcionamiento al minuto siguiente. Es muy difícil que con las restricciones del modelo público se pueda ampliar el horario, incrementar personal, dotaciones… Esta inversión, por otra parte, tendría un retorno en forma de impuestos de casi un tercio, por lo que el efecto final se minimizaría. Hay otro impacto que no hemos valorado, que son todas aquellas personas que están de baja laboral esperando a tener una cirugía y que generan costes asociados muy altos. Podríamos retornarlos a la vida laboral con mucha más rapidez por una cantidad que en los Presupuestos de este país es asumible e incluso baja.

P. ¿Es posible aplicar este plan sin perder calidad?

R. La calidad es difícil que se deteriore cuando tienes los procedimientos perfectamente establecidos y estás sujeto a modelos de calidad muy estrictos. Tenemos procedimientos implantados en los hospitales para que eso no se modifique; la calidad es la misma, los profesionales se han formado en los mismos sitios y en algunos casos trabajan en ambas redes. No sé por qué tenemos que dudar de ello, ¿te van a tratar de una manera diferente en un sitio que en otro? No. Hay más dotación tecnológica en sanidad privada que en la pública, porque desgraciadamente en los años de la crisis no ha habido presupuesto para la necesaria renovación de los equipos, y en la sanidad privada, al vivir en un ámbito de competencia, tenemos que seguir renovándonos y ofreciendo lo más nuevo. En ningún caso va a bajar la calidad. Va a ser la misma o mejor.

Vilches, fotografiado en la redacción de El Confidencial. (Ernesto Torrico)

P. A menudo se queja de que en España las relaciones entre lo público y lo privado en sanidad están politizadas.

R. El problema viene del propio sistema, muy vertical y funcionarial, que ve mal todo lo que sea establecer puntos de competencia fuera del propio sistema. En el caso de la sanidad privada, en los últimos 20 años hemos cambiado mucho. Éramos algo residual, mínimo, y sin embargo hemos hecho un esfuerzo ingente en tecnología, hospitales y capital humano, y lo que hemos conseguido es ponernos al nivel de cualquier servicio público, nacional o internacional.

De repente, los pacientes están viniendo a nosotros. Tratamos a 10 millones de personas, el número de pólizas es cada vez mayor, están viendo que encuentran en nosotros algo que quizá no encuentran en la pública, y no hablo de calidad, porque tienen la máxima, sino de la accesibilidad y la rapidez. Cuando preguntamos qué quieren a los pacientes de este país, que tiene un sistema sanitario magnífico, nos responden: “Que me atiendan pronto y bien”. Eso es lo que necesita dar un sistema sanitario a sus usuarios, que son los que lo sostienen con sus impuestos.

No hemos querido entrar en absoluto en conflicto con la pública, sino prestar apoyo y poner a disposición lo que tenemos

P. ¿Hay entonces ciertas ineficiencias en el sector público?

R. La ley de contratos del Estado es magnífica, pero la regulación que implica ralentiza los procesos. Trabajar con contabilidad presupuestaria en los hospitales hace que en ocasiones tu objetivo sea gastar tu presupuesto para que no te lo bajen el año siguiente, en lugar de ser eficiente y reducir ese gasto, no hay modelos de incentivación a los profesionales o son muy escasos, cuesta muchísimo encontrar proyectos de partenariado o de riesgo compartido con entidades farmacéuticas o tecnológicas por las limitaciones que establece el sistema… Bastante bien lo hacen con las pocas herramientas que tienen, pero tenemos que dar un paso más, y ese es quitarnos los prejuicios. La lógica es aplastante, y no hemos querido entrar en absoluto en el conflicto, sino prestar apoyo y poner a disposición lo que tenemos. Pero las comunidades tienen el presupuesto y deben tomar la decisión.

P. Seguro que ha pensado en varios escenarios después del lanzamiento del plan. Pongámonos en el más optimista. ¿Qué puede ocurrir en el próximo año?

R. Lo que queremos ver en el horizonte es un funcionamiento conjunto en cada una de las comunidades autónomas entre los entornos públicos y privados, un establecimiento de objetivos comunes y parámetros de funcionamiento, comisiones de transparencia y calidad que garanticen el servicio que van a recibir los pacientes en todos los hospitales y una uniformidad en la que el que otorgue el servicio se asegure de que los usuarios reciban el mejor, sin preocuparse de la titularidad.

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