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  1. Alma, Corazón, Vida

“LA MUERTE ES INEVITABLE, EL SUFRIMIENTO NO”

Esto es lo que siente la gente antes de morir, y no es miedo, sino algo mejor

Una investigación publicada en el último número de 'Psychological Science' contradice las visiones más habituales sobre el fin de la vida, como que genera un gran terror

Mucho menos traumático de lo que pensábamos. (iStock)

No hay otro acontecimiento en la vida humana que dé lugar a tanta incertidumbre, especulación y miedo como la muerte, al menos en apariencia. La extinción de nuestra vida terrena nos recuerda día tras día nuestra finitud y caducidad, sin que, por mucha fe religiosa que sintamos, podamos poner la mano en el fuego por una continuación ulterior de nuestra experiencia. Es muy probable que, al cerrar los ojos, desaparezcamos por siempre. De ahí que, a priori, saber que vamos a morir nos cause un terror metafísico. ¿O no?

Una investigación publicada en el nuevo número de 'Psychological Science', de la Association for Psychological Science, desmiente tal extremo, y asegura que frente a lo que podemos sospechar, la cercanía de la muerte es “inesperadamente positiva” (así se llama el estudio, “Dying Is Unexpectedly Positive”). Según dos pequeños experimentos, aquellos que iban a morir pronto reflejaban pensamientos mucho más positivos de lo que cabría esperar, en los que apenas había espacio para el miedo.

En los escritos, poesías y últimas palabras, términos como “feliz” o “amor” eran mucho más frecuentes que “ansiedad” o “terror”

Los cinco investigadores, Amelia Goranson (Universidad de Carolina del Norte), Ryan S. Ritter (Universidad de Illinois), Adam Waytz, Michael I. Norton (ambos de la Universidad del Noroeste) y Kurt Gray (Harvard), examinaron los escritos (como entradas de blog) de dos grupos de población que se encontraban cerca de la muerte. Por una parte, pacientes de esclerosis lateral amiotrófica (ELA); por otra, condenados en el corredor de la muerte, a punto de ser ejecutados. En el primero de los casos, las entradas de sus blogs eran “más positivas que las entradas de los no pacientes [a los que se les pedía que imaginasen cómo sería padecer una enfermedad terminal], y cada vez lo eran más a medida que la muerte se aproximaba”.

Algo semejante ocurría con los escritos de los condenados a muerte. Como ocurría con los pacientes que sufrían esclerosis lateral amnotriófica, tanto sus poesías como sus cartas o sus últimas palabras eran más positivas que aquellas escritas por el grupo de control, que simplemente debía imaginar la experiencia. En otras palabras, términos como “feliz” o “amor” eran mucho más frecuentes que “ansiedad” o “terror”. “Juntos, estos resultados sugieren que la experiencia de morir –incluso a causa de una enfermedad terminal o una ejecución– puede ser más agradable de lo que alguien puede imaginar”, concluye el estudio.

Con tiempo por delante

El estudio, no obstante, presenta dos grupos de la población que, aunque muy diferentes, comparten una cualidad esencial: saben con gran antelación –en la mayoría de casos, años– que morirán, por lo que han dispuesto de tiempo para prepararse para lo inevitable. En el caso de la ELA, los pacientes han sufrido un deterioro continuo e imprevisible de su condición física; los condenados a muerte, por su parte, han sido privados de libertad durante los últimos compases de su vida.

Tanto física como emocionalmente, seguimos adelante con nuestras vidas, estemos muriendo no

De ahí que los resultados probablemente habrían sido muy diferentes si la investigación se hubiese realizado con personas que han sufrido un accidente fortuito, o a las que se les hubiese comunicado, de forma sorpresiva, que les quedaba muy poco tiempo de vida. La explicación que ofrece los investigadores a esta en apariencia paradójica situación es que el ser humano es tremendamente adaptativo a las circunstancias que le han tocado vivir: “Tanto física como emocionalmente, seguimos adelante con nuestras vidas, estemos muriendo no”, explica Kurt Gray.

Tanto es así que conocer con seguridad que nuestro deceso está próximo puede incluso relativizar el resto de problemas de nuestra vida. “En nuestra imaginación, la muerte es solitaria y sin sentido, pero los posts finales de los pacientes con una enfermedad terminal y las últimas palabras de los presos del corredor de la muerte están llenos de amor, conexión social y significado”, añadía el investigador. No obstante, cabe preguntarse si este tono sorprendente no responde a una reconciliación y aceptación de lo inevitable obtenida a lo largo del tiempo.

Los investigadores sugieren que sus hallazgos deben hacer que la sociedad en general y la medicina en particular se replanteen su relación con la muerte y el tratamiento del sufrimiento, en línea con otras reivindicaciones recientes que se manifiestan en contra de que el objetivo último del sistema de salud debe ser evitar que el paciente fallezca, sea en las condiciones que sea. “Actualmente, el sistema médico está encaminado a evitar la muerte, a menudo motivado por las visiones de la muerte como algo trágico y terrible”, explica el estudio.

La mayor parte de narraciones y visiones sobre el deceso lo presentan como alto negativo, pero los psicólogos recuerdan que “la muerte es más positiva de lo que la gente espera”. De ahí que animen a redefinir los principios de la profesión médica para ayudar al paciente a relacionarse de otra manera con su destino. “La muerte es inevitable”, concluyen, “pero el sufrimiento no lo es”. En la mano de facultativos y psicólogos se encuentra facilitar el tránsito de los enfermos, especialmente de aquellos que sufran una enfermedad a largo plazo.

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