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NO SON LAS PALABRAS, SON LOS HECHOS

El punto H: el libro que desvela la clave de la felicidad femenina

La columnista de 'Cosmopolitan' Jill Filipovic acaba de publicar un libro que se posiciona en contra de las visiones habituales sobre el bienestar femenino y el éxito de la mujer

Es mucho más fácil de lo que te piensas. (iStock)

Que el feminismo se ha convertido en un tema de conversación habitual en medios de comunicación y conversaciones informales es más o menos evidente. Que a pesar de ello aún falta mucho por hacer, también es patente. No existe un único feminismo ni una postura unificadora respecto al papel de la mujer en la sociedad. Una de las últimas en proporcionar su visión del asunto ha sido la abogada y columnista colaboradora de 'Cosmopolitan' Jill Filipovic en 'The H Spot: the Feminist Pursuit of Happiness' (Nation Books), que incluso antes de su publicación ya ha sido objeto de debate en la prensa americana.

¿Qué significa la H del título? “Happy”, es decir, felicidad… Aunque con un obvio guiño al placer sexual. La tesis de la autora se basa en que aunque es posible que se haya avanzado en la igualdad entre hombres y mujeres durante las últimas décadas, esto no ha redundado en su felicidad. Más bien, se han igualado por abajo, como ella misma ejemplifica citando los títulos de los libros más influyentes de los últimos años, del 'Lean In' en el que Sheryl Sandberg animaba a las mujeres a superar sus miedos y alcanzar sus sueños a través del trabajo duro al “por qué las mujeres no lo pueden tener todo” de Anne-Marie Slaughter.

Cuando se trata de placer, la política ignora el interés en que nos sintamos bien o desprecia el placer como inmoral o vago

¿Qué queda fuera de esa ecuación femenina? La felicidad, la diversión y el placer. Como señala en una reseña del libro publicada en 'The Atlantic' Megan Garber, EEUU ha fomentado históricamente la felicidad y el bienestar, sí, pero solo el pasivo, el que se obtiene de forma natural a partir de simples actividades “que nos deben llenar”… como, por ejemplo, limpiar la casa, tal y como proponía un reciente artículo de 'The New York Times'. En ese estado de las cosas, producto de “la ética protestante y la magia”, cualquier intento activo de encontrar la felicidad o fomentarla es censurado.

“Cuando se trata del placer, nuestras fuerzas políticas van desde la indiferencia hasta la completa hostilidad, ya sea ignorando cualquier interés en que nos sintamos bien o despreciando el placer como inmoral, hedonista o vago”, escribe la autora en el libro. La supuesta igualdad ha provocado que la presión para que las mujeres sean mejores madres, trabajadoras más dedicadas, ambiciosas o, simplemente, mujeres que reconocen que no pueden tenerlo todo, sea mayor. La discusión se centra en sus logros, y no en su bienestar o felicidad.

Para vivir bien se necesita política

¿Cuál es exactamente la clave que permitiría mejorar la situación de las mujeres? El apoyo político a su bienestar, es decir, un sueldo mínimo más alto, igualdad salarial, transparencia en la retribución de los trabajadores, baja maternal y paternal pagada para ambos padres, asistencia en estrategias de contracepción, mayor libertad a la hora de abortar y flexibilidad para las mujeres que tienen que conciliar vida laboral y personal. También, legitimar otras relaciones de pareja más allá del matrimonio y la paternidad, que siguen siendo las únicas instituciones que regulan las políticas públicas.

El feminismo para Ivanka es un zeitgeist cultural que se puede aprovechar para construir tu marca personal

De ahí que gran parte de sus publicaciones diarias analicen las propuestas políticas concretas de los partidos republicanos y demócrata. En marzo, por ejemplo, criticaba la creciente tendencia entre el partido demócrata de minimizar las políticas identitarias, relacionadas con la raza y el género, para reconquistar –en teoría– el voto blanco de clase trabajadora. “Cuando las políticas de identidad se demonizan con el objetivo de satisfacer a los hombres blancos, son las mujeres y las minorías las que salen perdiendo”, escribía.

En otro texto en el que reseña el nuevo libro “feminista” de Ivanka Trump, 'Women Who Work: Rewriting the Rules for Success' –una vez más, un título centrado en la realización a través del trabajo–, lamenta que se limite a apoyar la superación femenina con términos comodín como “empoderamiento” o “autenticidad” sin reflejar la desigualdad estructural que condiciona sus vidas en cuestiones de raza y clase. “Feminismo, desde la perspectiva de Trump, no es un movimiento político inherentemente enfocado a la igualdad de las mujeres; es un 'zeitgeist' cultural que se puede aprovechar para construir tu marca personal”.

La autora expone sus tesis a través de ejemplos de mujeres que dan una imagen mucho más compleja de su situación. Es el caso, por ejemplo, de Janet Worland, madre de tres hijos a los 28 años, que en teoría ha alcanzado todas sus metas, tanto personales como laborales. Su vida, no obstante, no le hace particularmente feliz, porque lo que de verdad le preocupa es tener la gasolina siguiente como para llegar a la tienda a comprar sin pasar por la gasolinera. El feminismo de 'best seller' de mujeres de éxito como Trump o Sandberg ha fallado a la hora de solucionar las pequeñas miserias cotidianas.

Y ellos, ¿qué?

El libro de Filipovic parte de un punto de vista feminista, pero diagnostica uno de los grandes males de su país natal (y, cada vez más, de otros países de Occidente): cómo el paradójico discurso del éxito y la felicidad ha terminado forzando a todo el mundo a ser feliz al mismo tiempo que no mueve un dedo por que ello se consiga. La felicidad ha terminado por convertirse en algo tan abstracto, que debe venir del interior, que garantizar un mínimo de bienestar material, algo indispensable para ello, parece un factor inútil.

La idea de que hay 'problemas de mujeres' es de hecho una estupidez, porque somos el 50% de la población

Aunque el volumen no se centre en los hombres, en opinión de la autora garantizar el bienestar material y moral de las mujeres es un requisito indispensable para el progreso de la sociedad. “Si nos centramos en aquello que hace las vidas de las mujeres más felices, saludables, mejores, más satisfechas y más alegres, muchos otros objetivos progresistas les seguirán, y dispondremos de una nueva lengua que nos permita enmarcar y luchar por objetivos de igualdad fundamental”, escribe en el libro.

¿Qué quieren las mujeres, según la autora? Más que grandes palabras y libros destinados a ellas como suculento mercado a explorar, que sus condiciones mejoren a través de políticas activas y eficientes. “La idea de que hay 'problemas de mujeres' es de hecho una estupidez, porque somos el 50% de la población y nuestras necesidades no son precisamente marginales o especiales”, explicaba en una entrevista concedida a 'I Love Feminism'. “Pero debido a que los hombres controlan la mayor parte del universo político (y de los medios de comunicación), los derechos de las mujeres son considerados un extra”.

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