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  1. Alma, Corazón, Vida

ENTREVISTA CON EMILY WITT

La mujer que te explica cómo será el sexo del futuro

Emily Witt usa a la ciudad de San Francisco y al periodismo como coartadas para adentrarse en el mundo de las citas online, la pornografía de Internet, el poliamor, las diferentes culturas sexuales de vanguardia y hasta las meditaciones orgásmicas

La autora Emily Witt. (Libros del Lince)

Al empezar a escribir 'Sexo Futuro' (Ed. Libros del Lince), una exploración (muy personal) sobre la sexualidad en el siglo XXI, Emily Witt tenía tres cosas claras: era soltera, heterosexual y mujer. Acababa de cumplir treinta años y visualizaba su vida con un final, una última parada, una obsesión: el amor romántico y el matrimonio. "Para una mujer, asumir la responsabilidad de su propia vida representa una agonía", escribió Simone de Beauvoir ya en los años cuarenta, pero décadas más tarde, Witt demuestra que la máxima ya no es tan cierta.

Para la ciencia ficción, el nuevo milenio prometía explorar el espacio, anticonceptivos infalibles, prostitutas biónicas o sexo virtual, pero el futuro se ha adelantado: "Un sexo futurista no es un nuevo tipo históricamente irreconocible, sino simplemente una nueva manera de hablar del mismo", asegura Witt. Las nuevas relaciones sexuales, tipos de familia e identidades ya están aquí, y cada vez se sienten más normalizadas.

La autora, habitual de 'The New Yorker' o 'The New York Times', escribe desde la modestia de quien no lo ha probado todo y tiene curiosidad por saber qué se está perdiendo. Así que hizo las maletas y se fue, cómo no, a San Francisco: un mundo de ensueño con pantallas relucientes y fetichismo analógico, de sex shops y banderas arcoíris, de cereales sin azúcar e informáticos que tienen su tipo favorito de sashimi. Witt usa la Costa Oeste y el periodismo en primera persona como coartada para adentrarse en las intimidades de los más atravedidos: citas online, la pornografía de Internet, el poliamor, las diferentes culturas sexuales de vanguardia y hasta las meditaciones orgásmicas. La experiencia cambió para siempre su forma de entender la sexualidad y, ahora que la ha escrito, puede que también la tuya.

PREGUNTA. Se describe a sí misma como una persona pálida, con la mirada siempre puesta en los libros y algo 'nerd'. En las páginas de 'Sexo futuro' incluso confiesa sentirse a veces como pez fuera del agua. Entonces, ¿qué le hizo escribir sobre el sexo y las relaciones?

RESPUESTA. Quería escribir un libro sobre el momento presente de la historia. Ha ocurrido un cambio: la gente se casaba más tarde o ni siquiera lo hacía, la tecnología había cambiado, había una mayor conciencia de la variedad de prácticas e identificaciones sexuales, y yo quería documentarlas porque me estaba afectando a mí y a mis amigos, y percibí un deseo por este tipo de historias a punto de existir en esta nueva realidad. No obstante, al principio no quería escribir sobre mí, quería representar una historia cultural reciente, pero mi editor pensó que sería aburrida, así que me animó a centrarlo en mis experiencias.

P. ¿En qué contribuye el uso de la primera persona a la tarea de explicar cómo será el sexo del futuro?

R. Me permite describir experiencias con una precisión difícil de alcanzar que si escribiese sobre otras personas. Yo era muy tímida al principio y el periodismo era la excusa que me permitía hacer cosas que mi 'yo' nunca habría intentado, especialmente la meditación orgásmica. También pensaba que sabía quién era yo y qué era lo que quería, y me llevó unos cuantos meses darme cuenta de lo conservador que era pensar que todo menos una relación monógama 'no era para mí', así como hasta qué punto había limitado mi libertad de pensamiento. Además, cuando empecé el libro, me quedó claro que me resultaba más convincente escribir sobre mí misma que la escritura seca e histórica que acabé por descartar del manuscrito. Pero fue muy difícil ser honesta y abierta sobre ciertos temas. No escribí sobre mi experiencia con la pornografía hasta aproximadamente dos semanas antes de que terminase el libro.

P. ¿Alguna vez se ha sentido avergonzada o arrepentida de compartir demasiado sobre su vida sexual?

R. Todo en lo que podía pensar cuando escribía era en amigos citando mis frases y burlándose de mí, pero realmente no tenía nada que perder. Si lamento algo es no haber compartido más: una crítica común al libro es no haber incluido una cronología de mi vida en pareja durante los años en los que lo escribí, y me siento estúpida por haber tenido miedo a ponerla. Tenía un novio que me leía siempre, pero rompimos después de entregar el libro a la editorial y ahora me arrepiento de haberme preocupado tanto por sus sentimientos. Diré esto: mis padres tampoco estaban contentos conmigo, pero no me arrepiento de que ahora conozcan más sobre cómo es realmente mi vida, incluso si eso les hace sentir incómodos.

Nuestras ideas todavía se organizan alrededor del matrimonio, por lo que muchas personas sienten que han fracasado. Esto va a cambiar

P. Su libro representa la ansiedad que vive la juventud: gente rodeada de nuevas identidades y posibilidades sexuales pero que a la vez quiere casarse porque es lo correcto, lo que hay que hacer. También usted se ha sentido entre dos mundos: la tradición y la revolución sexual. ¿Están los jóvenes condenados generacionalmente a experimentar esta ansiedad?

R. Hay muchas posibilidades por ahí, pero muchos de nosotros también nos sentimos solos y aislados. Quería la estabilidad, la conexión y el amor, que parecía que me evadía, y deseaba encontrarlo dentro de mi realidad de persona soltera. Espero que la gente mejore en descubrir cómo tener intimidad, estabilidad y conexiones personales en esos momentos de nuestras vidas en los que nos falta el amor romántico.

P. ¿Existe un límite a esta expansión de identidades y territorios sexuales? ¿Puede de verdad la sociedad adoptarlas como propias? ¿Usted cree que este 'sexo futuro' nos hará más felices?

R. No sé si nos hará más felices. La sociedad ya ha cambiado, al menos en Estados Unidos y en muchos países de Europa Occidental la gente o se casa tarde o no lo hace, más hijos nacen de padres solteros, ya no se ve la identidad de género como algo fijo, etc. Creo que lo que hace a la gente realmente feliz es cuando su vida se alinea con las expectativas sociales del éxito (además de la realización personal). Nuestras ideas legales y sociales sobre las relaciones y la familia todavía se organizan alrededor del matrimonio, por lo que muchas personas sienten que han fracasado. Creo que esto va a cambiar.

P. De entre todas las ciudades, escogió San Francisco. ¿Cumplió con sus expectativas? ¿Cómo de diferente habría sido el libro si lo hubiese escrito en la América de Trump?

R. San Francisco era exactamente como me lo esperaba. Es un lugar donde la gente es muy abierta sobre su experimentación sexual. Lo inesperado fue cómo la cultura corporativa de las nuevas empresas de Internet como Google y Facebook había entrado a formar parte de lo 'mainstream'. No creo que la América republicana tenga una vida sexual más plana, pero sí son más reservados y es mucho más difícil para un forastero acceder a ella. Escribí algunos artículos sobre las mujeres que van de fiesta donde se venden juguetes sexuales a los amigos, pero eso es más un fenómeno de ciudad pequeña. Sin embargo, la América republicana votó por Trump, quien no es un modelo de castidad ni sexualidad moralmente correcta que digamos.

Las mujeres tienen ahora más opciones sexuales que nunca, lo que significa que viven de una manera más honesta y auténtica

P. En California experimentó el equivalente a la vida hippie: amor libre, sexo y drogas. ¿No temió en algún momento perderse entre lo que estaba explorando?

R. Me había pasado la vida evitando ciertas tendencias sexuales y drogas porque pensaba que las personas que hacían estas cosas no tendrían éxito en sus carreras o relaciones. Me di cuenta de que podía probarlas sin perderme, y que podía hacerlas una vez y no más, pero el acto mismo de la experimentación fue muy liberador para mí.

P. Quizá el poliamor sea la práctica que más impulso está cogiendo recientemente. ¿Nuestros deseos han de ser normalizados por la sociedad para que podamos estar felices?

R. No creo que el poliamor, en el sentido de personas que tienen más de un novio o novia a la vez, se convierta necesariamente en una práctica para la mayoría. Se necesita mucha energía emocional y fortaleza: yo misma me conformaría con estar en una relación abierta. Creo que el hecho de que haya una palabra que hace 25 años no existía, que ahora se usa tan casualmente y que por lo general se acepta, se traduce en una mayor felicidad para las personas que eligen ese estilo de vida.

P. ¿Cómo está afectando este cambio de paradigma a la sexualidad femenina? ¿De verdad la revolución tecnológica las empodera?

R. En cierta medida, cada mujer que esté pasando diez o más años de su vida adulta fuera de una relación monógama está viviendo una vida original y no tiene muchos moldes históricos a los que recurrir en busca de guía. La historia de la sexualidad femenina se ha ocultado. No estoy segura de si la innovación tecnológica las está empoderando, pero las mujeres tienen ahora más opciones sexuales que nunca -como todos- y eso significa que estamos viviendo de una manera más honesta, auténtica y experiencial. No obstante, para algunos sigue siendo más fácil tener un conjunto de expectativas establecidas que cumplir. Personalmente estoy agradecida por toda la libertad que tengo.

P. Ahora se oferta hasta porno feminista. ¿Es solo un cambio estético o va más allá?

R. Para mí el porno o el sexo feminista es simplemente lo que sucede cuando le das estimulación y satisfacción a una mujer. Lo que le pone a una chica puede ser asqueroso, ofensivo o molesto para otra, pero para mí el feminismo significa confiar en lo que una mujer dice que quiere. En la práctica, este tipo de pornografía tiende a tener más historia y una estética natural, y a algunas les puede gustar este tipo de porno, pero creo que una mujer puede disfrutar de las fantasías tabú y seguir siendo feminista.

P. ¿Cómo es esta revolución diferente del amor libre de los 60 y 70? ¿Somos más conscientes que entonces de la necesidad de la igualdad de género?

R. Los defensores del amor libre hablan del 'hedonismo responsable', que creo que lo resume bastante bien. América es ahora una sociedad más adversa al riesgo, lo que significa una mayor conciencia sobre la desigualdad de género y el consentimiento, mayor preocupación por herir sentimientos y una mayor precaución por la salud sexual y reproductiva.

Hasta que sean humanoides, el sexo con robots será una experiencia secundaria

P. ¿Qué aporta la tecnología al futuro del sexo? Siempre se ha hablado de que acabaremos teniendo relaciones virtuales o con robots.

R. Creo que el futurismo tiene un sesgo claro con la tecnología, pues proyecta innovaciones y aparatos en lugar de predecir los cambios en el orden social. En general los humanos vamos a acostumbrarnos más a estas experiencias de sexualidad mediada, lo que una persona que entrevisté me definió como el “Internet sexual”. Creo que hay más futuro en eso que en los robots sexuales. A la gente le gusta interactuar con otros seres humanos, así que hasta que los robots sean humanoides, serán una experiencia secundaria. Pero, ¿tener sexo virtual con un extraño al que conoces de Internet? ¡Pues claro!

P. Comenzó el libro en una crisis existencial: soltera y con un mundo nuevo por descubrir. Ahora, años después: ¿Cómo ha cambiado su vida?

R. Me ha cambiado mucho. Tengo un novio ahora, y comencé la relación con expectativas diferentes sobre lo que sería. Quería una relación que todavía me permitiera la exploración sexual. Tampoco tengo miedo de estar sola como lo tenía antes. Sé que puedo buscar encuentros sexuales sin necesidad de estar en pareja, que otra persona puede estar buscando relaciones similares y que puede tener una vida sexual lejos de las ideas tradicionales sobre relaciones y citas. Esto, para mí, es lo más reconfortante.

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