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EL LADO OCULTO DE LA SEGREGACIÓN OCUPACIONAL

Por qué la clase alta gana mucho más que la trabajadora aunque tengan el mismo puesto

En apariencia, un mismo empleo debería proporcionar a dos empleados con un mismo rango un sueldo similar. Sin embargo, los datos sugieren que no es así necesariamente

Un mismo trabajo, salarios muy diferentes. (iStock)

Por segregación ocupacional se conoce a la desigualdad en la participación de determinados sectores de la sociedad en el mercado de trabajo. En muchos casos se utiliza como sinónimo de brecha de género, aunque no tiene por qué ser exactamente así, a pesar de que la diferencia entre sexos es la más evidente. La discriminación por raza, procedencia o clase social pueden ser también origen de la segregación ocupacional.

¿Clase social? Es un fenómeno relativamente poco estudiado por lo complicado que resulta, pero que cuando se analiza, arroja resultados sorprendentes. Una reciente encuesta realizada en Inglaterra por la Social Mobility Commission, en colaboración con la London School of Economics y el University College de Londres, nos ayuda a asomarnos un poco mejor a las desventajas que sufren los miembros de las clases más bajas.

Entre dos empleados idénticos, con una formación equivalente y una responsabilidad semejante, los miembros de clases altas ganarán un 7% más

El estudio, que ha analizado los sueldos de 65.000 trabajadores, ha descubierto una diferencia de hasta un 17% entre empleados de un mismo sector, un total de 6.800 libras (casi 8.000 euros anuales). La diferencia se reducía en el caso de que ambos desempeñasen el mismo trabajo, pero tampoco por completo: entre dos empleados virtualmente idénticos, con una formación equivalente y una responsabilidad semejante, los miembros de clases más bajas ganan un 7% menos que sus compañeros.

Las profesiones en las que esta diferencia era más sustancial eran las finanzas (con 13.713 libras, es decir, 16.108 euros), seguido por la medicina (10.218 libras, poco más de 12.000 euros). Hay un gran salto entre estas ocupaciones y la que sigue, las tecnologías de la información (4.736 libras, 5.563 euros). Como ha explicado el presidente de la comisión, Alan Milburn, antiguo Ministro de Sanidad, “mucha gente de orígenes de clase trabajadora no solo se enfrenta a barreras de entrada en las profesiones, sino también a la hora de prosperar”.

Las tres cuartas partes de los médicos y dos tercios de los periodistas provienen de familias de clase media, por un 6 y un 12% respectivamente entre las bajas. Entre las profesiones con menos diferencias ese encuentran la enfermería, la docencia, el trabajo social y las ciencias sociales.

Los orígenes de la segregación

¿A qué se debe esta diferencia entre clases sociales? El informe plantea varias posibilidades, a las que hay que añadir el pertinaz clasismo de los ingleses. Para empezar, hay dos motivos meramente estructurales que explican tanto esta diferencia salarial como por qué los miembros de las clases más bajas encuentran más dificultades para acceder a determinadas profesiones.

Los profesionales de entornos más pobres están menos inclinados a pedir aumentos y se excluyen de los ascensos por miedo a 'no encajar'

En primer lugar, que las personas con mejor formación (y suelen ser las que provienen de familias con más dinero) suelen tener mejores sueldos, pero también, que aquellos que se han criado en entorno privilegiado tienen más posibilidades de mudarse a grandes ciudades como Londres, donde se encuentran las grandes firmas, que ofrecen mejores sueldos por el mismo trabajo.

No son las únicas explicaciones que intentan responder por qué se origina esta diferencia, especialmente en los casos en los que, en principio, los méritos de ambos trabajadores son semejantes. Como explica la 'BBC', “el informe sugiere que los profesionales de entornos más pobres pueden estar menos inclinados a pedir aumentos y pueden excluirse de los procesos de promoción por miedo a 'no encajar'”.

Una última razón sugerida por el informe, en la línea de las teorías que señalan que las élites suelen perpetuarse en el poder a partir de mecanismos casi invisibles: “Tienen menos posibilidades de tener acceso a las mismas redes y oportunidades que sus colegas más privilegiados”. En otras palabras, es mucho más fácil conocer a alguien que puede conseguirte un trabajo si tu familia tiene lazos en las capas más altas de la sociedad. De ahí que, en muchos casos, la clase social se mezcle con la raza y el género. Según el informe, las mujeres y los empleados negros o de otras etnias (exceptuando a los chinos) ganan menos que sus colegas.

¿Qué ocurre en España?

No es tan fácil encontrar datos similares en España, no tanto por tratarse de una cuestión muy ligada a la histórica británica como porque no hay organismos que investiguen la segregación ocupacional de manera concreta. En una línea semejante se encuentra, eso sí, las reivindicaciones de UGT durante el Día Mundial de la Juventud, que recordaban que la brecha salarial entre jóvenes y adultos puede llegar al 40%.

Existen prejuicios que discriminan a la población basándose en características observables como el género o la raza

La mayor parte de investigaciones sobre la brecha salarial se refieren, en primer lugar, al género. La página del Instituto Nacional de Estadística recuerda que “existe un complejo y a menudo interrelacionado de factores que originan diferencias salariales de hombres y mujeres dando origen a la brecha salarial de género”. Entre ellos se encuentran algunos relacionados con los prejuicios sobre las mujeres, como la valoración de las competencias laborales o las características de los empleos en los que trabajan, condicionadas por la conciliación familiar.

Hay, no obstante, otros factores que influyen en las diferencias de sueldo y que benefician a sectores reducidos de la sociedad mientras perjudican a otros por cuestiones de clase, género o raza. Es a lo que aludían María Soledad Otero Giráldez y Carlos Gradín Lago, de la Universidad de Vigo, en su estudio 'Segregación ocupacional en España, una perspectiva territorial', que recoge algunas de las explicaciones que suelen aludirse para esta diferencia. Algunas de ellas son semejantes a lo que ocurre en Reino Unido: “Las mujeres podrían acceder al mercado de trabajo con un menor nivel de capital humano o tener un campo de especialización menos relevante”.

“También existen explicaciones que ponen el énfasis en la existencia de prejuicios en los empleadores que discriminan a grupos de población basándose en características observables como el sexo o la raza”, añaden los investigadores. Quizá la verdadera razón de esas diferencias se encuentre en los Recursos Humanos y en aquellos que deciden los sueldos de sus empleados sin tener que justificar por qué.

Hace poco contábamos la historia real que contaba el analista de RRHH Ji-A Min en un artículo de 'Medium', y en la que un seleccionador de personal descartaba a un candidato por utilizar el término “hoops” (“canastas”) durante la entrevista. Cuando el criterio se encuentra en última instancia en manos de seres humanos con sus propios prejuicios, es fácil que la injusticia se cuele por debajo de la apariencia de meritocracia.

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