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  1. Alma, Corazón, Vida

un ritual inalterable

El método para hacer el té perfecto (al estilo británico, por supuesto)

Aunque la infusión se hace de distinta manera en cada casa, hay una serie de normas básicas que debemos respetar para disfrutar de la bebida en condiciones

El té es de origen chino, pero los ingleses lo convirtieron en su bebida nacional. (iStock)

Decía George Orwell en su ensayo 'Una buena taza de té', publicado en 1946, que la bebida nacional de los británicos es “uno de los pilares de la civilización” y puede “causar violentas disputas sobre la forma en que se debe hacer”. Setenta años después de que el autor de '1984' dedicara todo un libro a su querida infusión, Reino Unido ha celebrado su Día Nacional del Té, que este año recuerda al insigne escritor. Pero decir que la bebida es típicamente británica, por mucho que guste a los habitantes de las islas, es cuando menos atrevido.

Como cuenta Lourdes March en su reciente libro 'Los secretos de la compra' (Kailas), la historia del té es más antigua –y quizás más curiosa– que la del café o el chocolate. Cuenta la leyenda que en el año 2737 a.C. el emperador de la mitología china Shen Nung, para cuidar su salud, había ordenado hervir el agua antes de beberla. El recipiente estaba cerca de un arbusto, el 'Camellia thea', del que cayeron unos hojas que se habían secado. El aroma que dieron a la infusión gustó al emperador, que no dudo en incluir la bebida en un libro de medicina, 'Pen Ts'ao', supuestamente redactado por él, en el que definía el 'T'u' como una infusión que “quita la sed, disuelve el sueño y anima el corazón”.

Hasta finales del siglo XIX todo el té que se vendía en el mundo era chino

Mitos aparte, hay evidencias de que el té se popularizó entre la nobleza y los monjes budistas chinos en torno al siglo III a.C, que consumían la bebida por sus propiedades medicinales. La infusión no llegó a Occidente hasta el año 1610, cuando la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales trajo a Amsterdam un barco cargado con la planta. Poco a poco, su consumo se fue extendiendo en Europa, sobre todo en Reino Unido y Holanda, pero no fue hasta el siglo XVIII cuando se hizo verdaderamente popular.

El té negro, que es de largo el que más consumimos en la actualidad, es una invención relativamente moderna, resultado de un prensado intensivo que inventaron los chinos en torno a 1840 precisamente para facilitar la exportación a Occidente. Como explica Harold McGee en su libro 'La cocina y los alimentos' (Debate), hasta finales del siglo XIX todo el té que se vendía en el mundo era chino, pero cuando el país empezó a resistirse a la práctica británica de pagar su cara afición a la bebida con opio, los ingleses intensificaron la producción de té en sus colonias, sobre todo en la India.

El ritual del té

Aunque, como apuntaba Orwell, el té se hace de distinta manera en cada casa (y todo el mundo piensa que su forma de prepararlo es la correcta) hay una serie de normas básicas que debemos respetar si queremos disfrutar de una infusión en condiciones.

Con motivo del Día Nacional del Té, el catador Bharat Chudasama ha explicado en 'The Independent' qué pasos se deben seguir para preparar el perfecto té negro –a la inglesa, claro–, a los que hemos añadido algunos consejos útiles que Lourdes March comparte en su libro y, claro está, las opiniones de Orwell sobre el asunto.

1. Prepara la tetera y las tazas

Un buen té no puede prepararse en cualquier recipiente. Las mejores teteras son las clásicas de cerámica o porcelana. Las de plata, por el contrario, conservan poco el calor. Nunca hay que lavar el interior de la tetera; el poso del tanino es básico para dar cuerpo a las nuevas infusiones.

La infusión no puede servirse en cualquier recipiente: para algo se inventaron las tazas de té. La bebida debe enfriarse un poco antes de que nos la bebamos y, para liberar el calor la taza de té tradicional es ligeramente más corta y ancha que la taza de café, que está diseñada para retener el calor durante más tiempo.

2. Calienta el agua

En España estamos acostumbrados a preparar la infusión en las propias tazas, simplemente añadiendo una bolsa de té y agua hirviendo, pero esto en Reino Unido es un sacrilegio. El té se prepara en la tetera y, una vez listo, se sirve en las tazas.

Se debe calentar tanta agua como tazas vayan a servirse en una 'kettle' (eléctrica o convenional) o cualquier olla, y calentarla hasta que hierva. Para otros tipos de té es mejor retirar el agua antes, pero, según Chudasama, el té negro se prepara mejor con agua hirviendo.

Para no preparar la infusión con la tetera fría, es recomendable que, antes de realizar la infusión, calentemos esta echando agua hirviendo, que debemos retirar justo antes de comenzar a preparar el té.

3. Realiza la infusión

Cuando el agua este lista, debemos añadir a la tetera (caliente, pero vacía) una cucharadita de té por persona más una (“para la tetera”). También podemos calcular el asunto de forma más científica, echando dos gramos de té por cada 100 ml de agua. En opinión de Orwell, a los verdaderos amantes del té les gusta la infusión cada vez más fuerte. “Un hecho que lo ratifica es la ración adicional que se les pone a los jubilados”, explicaba el escritor.

Cuando hayas echado el té (suelto, pues si no no se infundirá correctamente), vierte un poco del agua con la que vas a preparar la infusión, remueve bien y añade el resto del agua. Tapa la tetera y déjala reposar 5 minutos. Ten en cuenta que otros tés necesitan otros tiempos, el té verde, por ejemplo, se prepara en solo 3 minutos.

4. Sirve el té

Una vez que la infusión esté lista solo debes servirla en las tazas. Si quieres tomar el té con leche, algo muy común en Reino Unido, esta debe echarse ahora, pues si la añades a la tetera bajará la temperatura del agua, alterando la infusión. Lo que no está tan claro es si debe echarse después del té o antes.

¿Cómo puede denominarse amante del té de verdad si destruye su sabor poniéndole azúcar?

“Este es uno de los puntos más polémicos, de hecho en todas las familias de Gran Bretaña probablemente hay dos escuelas de pensamiento sobre el tema”, explicaba Orwell. “La escuela que echa primero la leche (que puede tener argumentos contundentes) y la escuela que la echa después. Yo sostengo que mi teoría [se debe verter el té en la taza antes que la leche] es irrefutable. Al poner el té primero se puede regular exactamente la cantidad de leche, mientras que si se hace al revés se puede poner demasiada leche y no tendrá arreglo”.

Respecto a si se debe echar azúcar al té, el autor de 'Rebelión en la granja' lo tiene claro: “Sé muy bien que soy una minoría. Pero aún así, ¿cómo puede denominarse amante del té de verdad si destruye su sabor poniéndole azúcar? Si le pone azúcar sería igualmente razonable ponerle pimienta o sal. El té es amargo, al igual que la cerveza. Si lo endulza estaría perdiendo el sabor auténtico del té, ya que sólo sabría a azúcar”. ¿Queda claro?

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