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¿Sabes cuál es tu frecuencia cardíaca máxima en carrera?
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¿Sabes cuál es tu frecuencia cardíaca máxima en carrera?

Si durante el ejercicio alcanzamos o superamos la frecuencia cardíaca máxima, nos agotaremos pronto. Hacer ejercicio al 85% es un buen nivel para garantizar un esfuerzo sostenido

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La realización de esfuerzo físico pone en marcha una serie de respuestas fisiológicas encaminadas a aportar a los músculos la energía necesaria para iniciar y mantener el ejercicio. Estas respuestas ocurren a varios niveles: cardíaco, vascular y respiratorio principalmente. Durante el ejercicio, el corazón aumenta el gasto cardíaco, que es el volumen de sangre que expulsa el corazón en un minuto. El gasto cardíaco se aumenta a través de un incremento en la frecuencia cardíaca y en la contractilidad del corazón. Para que la frecuencia cardíaca aumente, el tono vagal disminuye y la actividad simpática crece. Hay que recordar que la frecuencia aumenta progresivamente con el ejercicio hasta un punto en el que ya no aumenta más y empezamos a agotarnos. Esa sería, más o menos, nuestra frecuencia cardíaca máxima.

La frecuencia cardíaca máxima parece estar directamente relacionada con la masa corporal una vez excluida la grasa. Así, en sujetos malnutridos o con miopatías, la frecuencia cardíaca máxima es menor. El entrenamiento provoca una disminución en la frecuencia cardíaca en reposo pero no afecta a la frecuencia cardíaca máxima.

La frecuencia cardíaca máxima disminuye en función de la edad. Para aproximarnos a su valor se propuso la clásica fórmula: frecuencia cardíaca máxima = 220 – edad (en años). Es importante decir que está fórmula se propuso para personas sanas, pero no específicamente para deportistas. Para comprobar si se acercaba al valor real, se realizó un estudio con miles de pacientes, encontrándose que la fórmula infraestimaba la frecuencia cardíaca máxima en individuos mayores y la sobreestimaba en mujeres. Para personas mayores se implementó otra fórmula.

Para hombres. Frecuencia cardíaca máxima = 208 - 0,7 x edad (en años)

Para mujeres. Frecuencia cardíaca máxima = 206 - 0,88 x edad (en años)

El pulsómetro es el modo más ampliamente empleado para medir la frecuencia cardíaca. Los primeros que se emplearon, y que todavía se usan, se basan en una banda que se posiciona en el tórax y que lleva unos electrodos incorporados para registrar el pulso cardíaco. Vía inalámbrica, y de forma codificada para evitar interferencias, se envía la información a un receptor, que es el que nos informa de la frecuencia cardíaca.

La prueba de esfuerzo convencional nos puede descartar patologías cuyos síntomas no se ven pero que pueden ser graves

En los últimos tiempos han aparecido pulsómetros que usan la fotoplestimografía, técnica que usa un detector que recoge pequeñas variaciones en la absorción de una luz emitida por el aparato cuando incide sobre tejidos pulsátiles. Varios estudios comparativos de ambas técnicas muestran que los pulsómetros basados en banda son algo más fiables pero esto puede cambiar con las continuas mejoras tecnológicas. Siempre hay que tener en cuenta que todos los sistemas tienen un margen de error, especialmente más acusado en las llamadas fases de transición, que son los períodos en los que la frecuencia cardíaca empieza a subir al iniciar el ejercicio o empieza a bajar al finalizarlo.

No obstante, la mejor manera de hacer una evaluación cardiológica durante el esfuerzo, incluida la frecuencia cardíaca, es con una prueba de esfuerzo. En la prueba se monitoriza el electrocardiograma y la tensión arterial. La prueba de esfuerzo convencional nos puede descartar patologías cuyos síntomas no se ven pero que pueden ser graves. Aunque, si el objetivo es conocer de forma fiable cuál es nuestra frecuencia cardíaca máxima, lo mejor es realizar una prueba de esfuerzo con consumo de oxígeno. En esta, además de valorar lo mismo que en una prueba de esfuerzo convencional, determinamos otros parámetros como el consumo de oxígeno máximo o el umbral anaeróbico, que son muy importantes de cara al rendimiento físico de deportistas. Basándonos en estos parámetros podemos determinar la frecuencia cardíaca máxima.

En conclusión, saber cuál es nuestra frecuencia cardíaca máxima, aunque sea de forma aproximada, es importante porque nos ayuda a determinar el nivel de ejercicio que estamos haciendo. En general, si durante el ejercicio alcanzamos o superamos la frecuencia cardíaca máxima, nos agotaremos pronto. Hacer ejercicio al 85% de la frecuencia cardíaca máxima es un buen nivel para garantizarnos un esfuerzo sostenido.

Doctor Rafael Florenciano, jefe de la Unidad de Cardiología Integral de Quirónsalud Torrevieja

La realización de esfuerzo físico pone en marcha una serie de respuestas fisiológicas encaminadas a aportar a los músculos la energía necesaria para iniciar y mantener el ejercicio. Estas respuestas ocurren a varios niveles: cardíaco, vascular y respiratorio principalmente. Durante el ejercicio, el corazón aumenta el gasto cardíaco, que es el volumen de sangre que expulsa el corazón en un minuto. El gasto cardíaco se aumenta a través de un incremento en la frecuencia cardíaca y en la contractilidad del corazón. Para que la frecuencia cardíaca aumente, el tono vagal disminuye y la actividad simpática crece. Hay que recordar que la frecuencia aumenta progresivamente con el ejercicio hasta un punto en el que ya no aumenta más y empezamos a agotarnos. Esa sería, más o menos, nuestra frecuencia cardíaca máxima.

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