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Once alimentos de los que puedes comer lo que quieras sin engordar
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MÁS BEICON, MENOS RUNNING

Once alimentos de los que puedes comer lo que quieras sin engordar

“Comer con ganas” no significa zampar hasta ponerse enfermo. Si es de los que queman grasas, no debería comer en grandes cantidades: es mejor detenerse al estar saciado

Foto: Ten en cuenta esta lista la próxima vez que vayas a comprar. (iStock)
Ten en cuenta esta lista la próxima vez que vayas a comprar. (iStock)

¿Qué nos hace estar en forma y qué no? El fundador y propietario de Rivendell Bicycle Works Grant Petersen intenta responder a dicha pregunta en 'Más beicon, menos running' (Stella Maris), en el que recomienda que olvidemos todas las ideas preconcebidas que podemos tener sobre las dietas y el ejercicio. En el fragmento que reproducimos a continuación, el autor propone once alternativas muy saludables y que podemos consumir siempre que nos venga en gana.

Por supuesto, “comer con ganas” no significa zampar hasta ponerse enfermo. Si es de los que queman grasas, no debería comer en grandes cantidades: es mejor que se detenga cuando se sienta saciado o un poco antes. Y siempre, con cualquier alimento que vaya a comer –incluidos los de esta lista–, lea las etiquetas y evite los ingredientes perjudiciales. Esta advertencia es especialmente importante en el caso de comidas preparadas o en conserva. ¿Contiene el atún aceite de soja? ¿Tiene el kétchup jarabe de maíz rico en fructosa? Leer las recetas no es ser tiquismiquis: es no dejar que se aprovechen de usted las empresas que le están sacando los cuartos al tiempo que le engañan. Los alimentos de esta lista deberían ser su pan de cada día.

Pescado azul joven como salmón, caballa y sardinas: es bueno que sean jóvenes porque los peces que viven en los océanos, contaminados de mercurio, acumulan eses mercurio a medida que envejecen y se comen a otros peces contaminados. Pida en la pescadería que le sirvan los peces jóvenes. Las grasas del pescado son especialmente beneficiosas porque son ricas en ácidos grasos omega-3, y además el pescado presenta proteínas buenas y ningún carbohidrato. Si viene con piel, cómasela también: es la parte más grasa y la que mejor sabe. La del salmón, crujiente pero todavía fibrosa, es mi manjar exquisito por excelencia. Cuando compre salmón, pídalo con piel.

Verduras de hoja: las más oscuras acumulan más nutrientes pero también suelen tener un sabor más fuerte; si no le gusta, escoja hojas de un verde más claro. Su principal contribución no es su valor nutritivo (no digerimos en su totalidad los nutrientes por estar ligados a la celulosa), sino su relativa inocuidad, atractivo visual y textura. En su mayor parte, las verduras de hoja atraviesan el sistema digestivo y causan poco o ningún daño. No parecen unos halagos muy convincentes, pero lo cierto es que nadie engorda o cae enfermo por haberlas comido, y no son muchos los alimentos de hoy en día de los que se puede afirmar lo mismo.

Las gallinas de granja hoy se encuentran por doquier, por lo que ya no tiene que optar por huevos de gallinas que han pasado su vida entera en una jaula enana

Mamíferos y aves: siempre que sea posible, coma carne de animales alimentados a pastos, de granja, autóctonos, orgánicos y criados sin pesticidas, algo que no debería ser muy difícil si vive cerca de grandes ciudades o en una granja. En concreto, la carne de los órganos es especialmente abundante en nutrientes. En materia de nutrición el hígado es la estrella, pero no es fácil encontrar hígado de vacas criadas a pasto. En definitiva, trate de conseguir carne de granjas de calidad, no carne de cría intensiva.

Coco: en especial el aceite de coco. Es pobre en ácidos grasos omega 6 y la mejor fuente de triglicéridos de cadena media, que enseguida se consumen como combustible. Y lo mejor de todo es que no se acumula en forma de grasa, si ya está en cetosis, le mantendrá en ese estado. Puede encontrarlo en cualquier supermercado medianamente correcto.

Huevos: las gallinas de granja hoy se encuentran por doquier, por lo que ya no tiene que optar por huevos de gallinas que han pasado su vida entera en una jaula de su mismo tamaño con una bombilla sobre sus cabezas. Las claras son todo proteína; las yemas tienen tanto proteína como grasas. Los huevos no aportan carbohidratos, por lo que puede comer en abundancia. Por cierto, quizá piense que una gallina “de granja” se pasea libremente por el terreno, pero es algo que no está regulado, por lo que una gallina de granja puede que no tenga más espacio que el que ocupa en el gallinero. Si quiere comprar huevos de forma ética, quizá deba comprar huevos a entre dos y tres euros la docena en el mercado agrícola. Y, aun así, sale bien de precio teniendo en cuenta los beneficios que le ofrece un huevo.

Aceite de oliva y de macadamia: son los mejores aceites para ensalada. El de oliva sabe mejor, pero el de macadamia contiene menos ácidos omega 6. Trate de usar ambos.

Champiñones: dado que no son plantas carecen de celulosa, lo que los hace más fáciles de digerir, pero tienen alto contenido en potasio y no ofrecen carbohidratos (a diferencia de las patatas o los plátanos).

Frutos rojos: fresas, arándanos, moras, frambuesas, grosellas… comparados con otras frutas , son bajos en carbohidratos y ricos en antioxidantes. Cómalos uno a uno, no a puñados.

Incluso las personas con intolerancia a la lactosa pueden comer quesos duros, puesto que la lactosa se les extrajo al escurrir el suero

Pimientos: cuanto más oscuros, mejor. Son uno de los pocos alimentos crujientes bajos en carbohidratos y ricos en nutrientes. No se ha determinado del todo hasta qué punto pueden ser aprovechados esos nutrientes ligados a la celulosa, pero en una dieta baja en carbohidratos su papel principal será aportar color y su textura crujiente, además de ser sabroso y saciante (algo precioso que no abunda en el mundo pobre en carbohidratos). Así pues, entréguese a los pimientos sin preocuparse por la diabetes o por ganar peso.

Aguacates: abundantes en grasas buenas, saciantes y bajos en carbohidratos; además no aumentan la glucosa ni la insulina. Y eso es básicamente todo lo que nos importa por aquí.

Queso: es bueno para usted, siempre y cuando le sienten bien los lácteos. Sin embargo, incluso las personas con intolerancia a la lactosa pueden comer quesos duros, puesto que la lactosa se les extrajo al escurrir el suero. Y cuanto más duro sea el queso, menos suero, menos lactosa y menos gas tiene.

¿Qué nos hace estar en forma y qué no? El fundador y propietario de Rivendell Bicycle Works Grant Petersen intenta responder a dicha pregunta en 'Más beicon, menos running' (Stella Maris), en el que recomienda que olvidemos todas las ideas preconcebidas que podemos tener sobre las dietas y el ejercicio. En el fragmento que reproducimos a continuación, el autor propone once alternativas muy saludables y que podemos consumir siempre que nos venga en gana.

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