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La forma correcta (y más higiénica) de lavar unas zapatillas de deporte
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NO LAS METAS EN LA LAVADORA

La forma correcta (y más higiénica) de lavar unas zapatillas de deporte

¿Cada cuánto tenemos que lavar las zapatillas? Es difícil responder a la pregunta, pero lo que es seguro es que hay que lavarlas al menos "de vez en cuando"

Foto: Las zapatillas deben de lavarse de forma regular. (Paul Burns/Corbis)
Las zapatillas deben de lavarse de forma regular. (Paul Burns/Corbis)

¿Cada cuánto tenemos que lavar las zapatillas que usamos para correr o ir al gimnasio? Es una pregunta que todos nos hemos hecho, y no tiene fácil respuesta, aunque al menos deberíamos contestar que “de vez en cuando”. Hay quien lleva meses o años sin lavar las zapatillas y eso es una malísima idea: aunque no se manchen, el sudor se acumula y, además de desprender un hedor insoportable, el calzado sufre más y dura menos.

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Las zapatillas, como cualquier prenda, suelen tener instrucciones de lavado, pero a diferencia de una camiseta o un pantalón no podemos meterlas en la lavadora: cada parte debe trabajarse por separado. Estos son los pasos que debes seguir.

1. Lava los cordones y la plantilla

En primer lugar debes separar las distintas partes de la zapatilla.

Lo lógico es empezar con los cordones, que puedes lavar en agua caliente con jabón o meterlos en la lavadora junto a otra colada.

La plantilla debe lavarse también aparte, pero no todas son iguales, por lo que debes mirar la etiqueta antes de hacer nada. Es importante desinfectarla a fondo, pues en ella se acumulan muchas bacterias y el mal olor es difícil de eliminar. La forma más segura de limpiarlas es meterlas en un barreño con una parte de agua caliente y dos de vinagre, durante dos o tres horas. Después hierve agua en una cacerola (la suficiente para que cubra las plantillas). Cuando alcance la ebullición retírala del fuego y añade un poco de sal, medio vaso de bicarbonato sódico y romero. Introduce las plantillas en la mezcla (en la propia cacerola o en un barreño): si flotan sujétalas con algo pesado para que se mantengan siempre cubiertas. Déjalas a remojo una hora. Después ponlas a secar al aire libre.

2. Ungüento casero para limpiar el interior

Esta pasta casera te ayudará a eliminar los malos olores. Mezcla un poco de agua con unas gotas de detergente líquido y una pizca de bicarbonato sódico: el líquido resultante debe ser espeso y pastoso. Distribuye esta mezcla por el interior de la zapatilla. Deja que actúe durante 15 minutos. Después, con un trapo húmedo, retira toda la pasta. Pon las zapatillas a secar en el exterior.

3. Usa un espray desodorante (opcional)

Si tienes tendencia a sudar más de la cuenta, y tus zapatillas cogen mal olor muy deprisa, después del lavado prueba a usar un espray desodorante, específico para calzado. Hazlo siempre después de lavar las zapatillas como se ha indicado, nunca antes, pues si no las bacterias seguirán campando a sus anchas y el olor volverá enseguida (además de las posibles infecciones).

4. Lava el exterior de la zapatilla

Antes de lavar el exterior de la zapatilla debes mirar el material del que está hecho, para no dañarlas. En general, todos los textiles de zapatilla son parecidos, con lo único que debes tener especial cuidado es con el cuero, material para el que tienes que usar otro método de limpieza distinto. El resto de tejidos se pueden lavar fácilmente con una solución de agua y detergente. Basta con usar un estropajo con esta mezcla y frotar bien todo el exterior. Si después de esto las zapatillas siguen sucias, sobre todo si son blancas, puedes usar un poco de lejía, que puedes aplicar mezclada con agua con un trapo.

Tras esto deja secar las zapatillas en el exterior, sin que les dé el sol directamente. Si no quieres que se deformen (aunque luego vuelvan a recuperar su forma original) mete papel de periódico en el interior.

¿Cada cuánto tenemos que lavar las zapatillas que usamos para correr o ir al gimnasio? Es una pregunta que todos nos hemos hecho, y no tiene fácil respuesta, aunque al menos deberíamos contestar que “de vez en cuando”. Hay quien lleva meses o años sin lavar las zapatillas y eso es una malísima idea: aunque no se manchen, el sudor se acumula y, además de desprender un hedor insoportable, el calzado sufre más y dura menos.

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