Toni García Arias, el profesor que quiere acabar con el bullying: "Las campañas de concienciación no son suficientes"
Este profesor ha publicado su último libro, 'Aulas sin bullying, aulas sin miedo', y hablamos con él sobre cómo erradicar esta problemática social que afecta a tantos jóvenes y niños
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A Toni García, maestro y director del colegio Joaquín Carrión y profesor del máster de Psicopedagogía y del máster de Dirección, Liderazgo y Gestión de centros educativos en la Universidad Internacional de Valencia, siempre le ha preocupado la problemática del bullying en las aulas; pero hace cinco años vivió una situación que fue el detonante para que se lanzase a escribir su último libro Aulas sin bullying, aulas sin miedo (Pirámide).
El docente asistía como ponente a un congreso donde se hablaba de acoso escolar cuando, antes de su intervención, entrevistaron a unos padres cuya hija se había suicidado por un caso de acoso. "Cuando narraron lo mal que se hicieron las cosas desde el centro educativo, pensé que tenía que hacer algo. Luego, cuando di mi ponencia explicando qué actuaciones realizábamos en mi centro para erradicar el bullying, al finalizar, estos padres se acercaron y me dijeron una frase que se me ha quedado clavada para siempre: 'Si mi hija hubiese estado en tu colegio, no se habría suicidado', confiesa Toni García. Aquello fue tan impactante y emotivo para él que decidió aportar su experiencia en este libro con el propósito de acabar con esta lacra.
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Este profesor ha sido, además, a lo largo de su trayectoria de más de treinta años de experiencia en el mundo educativo, galardonado con el Premio al Mejor Docente de España de Primaria Educa Abanca 2018, el Global Teacher Award 2021 y finalista de los Global Teacher Prize 2023.
PREGUNTA. ¿Por qué sigue siendo tan complicado detectar y frenar el bullying en las aulas? Llevan años con campañas de concienciación en colegios e institutos…
RESPUESTA. Las campañas de concienciación están bien, pero no son suficiente. Es evidente que uno de los grandes problemas que existe con el acoso escolar es el silencio: el silencio de la víctima y el silencio de los espectadores. Y este silencio se debe a algo en lo que estamos fallando, y es que los alumnos no confían en que los centros educativos les vayan o les puedan defender. Y, en cierta medida, tienen razón. Cada vez que un alumno acosado tiene que cambiar de centro, les estamos enviando un mensaje a los acosadores de que sus actos no tienen consecuencias. Por desgracia, hemos creado una cultura de no penalizar las malas acciones y no sancionar en consecuencia.
P. ¿Cómo pueden detectar unos padres que su hijo está siendo acosado? ¿Y que está acosando?
R. Los cambios de comportamiento son clave: si un niño está más irritable, retraído, evita ir al colegio, tiene insomnio o quejas somáticas, como dolores de cabeza, barriga... hay que estar alerta. Los cambios en la vestimenta, en los complementos o en el maquillaje, aunque a veces puedan parecer solo estéticos, también pueden darnos pistas.
"Ningún niño nace acosador. Si lo es, hay razones detrás que deben abordarse cuanto antes"
Por otro lado, si tu hijo llega a casa con objetos que no son suyos y que no puede explicar de dónde proceden, si responde de manera agresiva a la frustración, minimiza el sufrimiento ajeno, hace bromas pesadas o normaliza la humillación, conviene revisar qué está pasando. Ningún niño nace acosador. Si lo es, hay razones detrás que deben abordarse cuanto antes.
P. ¿Por qué es tan complicado durante la adolescencia eliminar el estereotipo de que ‘el malote’ es más guay? ¿Este estereotipo perpetúa el bullying en las aulas?
R. Esto es algo muy típico en los países del sur de Europa. Y es que aquí seguimos premiando la popularidad por encima de la bondad. Como podemos observar, en muchas series, películas e incluso redes sociales, el que rompe las normas es admirado. Eso cala en los jóvenes.
Yo he tratado a alumnos de Secundaria que pasaron de sacar muy buenas notas a suspender casi todas las asignaturas y convertirse en los graciosillos solo porque así eran más populares. “Ahora tengo más amigos”, me decía uno de ellos. Y sí, por supuesto, ese estereotipo no solo perpetúa el bullying, sino que lo normaliza. Como sociedad tenemos que resignificar lo que es “guay”. Si lo guay es meterse con el más débil o burlarse del profesor, ese será el modelo a imitar. Si, además, no hay consecuencias, aún mejor.
P. ¿Crees que el sistema educativo español está preparado hoy en día para conseguir eliminar el bullying?
R. No del todo. Hay avances, sí, pero aún falta formación específica, protocolos eficaces y sobre todo tiempo y recursos para poder hacer un seguimiento real a los alumnos. Yo creo que hay bastante compromiso por parte de los docentes, pero si no les damos las herramientas ni el respaldo necesario, poco pueden hacer. Y, como ya te he comentado, es verdad que hemos mejorado en la prevención, pero también es cierto que fallamos en la sanción.
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A veces las actitudes contrarias a las normas de convivencia no tienen sanciones, por lo que muchos adolescentes se sienten impunes. Esta es una de las principales quejas de muchos docentes, especialmente en Secundaria donde los problemas son mayores. Pero ojo, el porcentaje de alumnos con comportamientos disruptivos es muy bajo, lo que pasa es que al no tomarse medidas correctoras con ellos su actitud perjudica seriamente al resto de compañeros.
P. ¿Hay alguna edad o etapa educativa especialmente sensible o peligrosa en lo que respecta al acoso escolar?
R. Sí. El paso de la infancia a la adolescencia, en torno a los 10-14 años, es especialmente crítico. Es una etapa de construcción de identidad, de búsqueda de aceptación y en la que los grupos ejercen una gran presión. También es una etapa donde se producen muchos silencios por miedo a no encajar o a quedar marginado. Es aquí donde tenemos que estar especialmente vigilantes. En Primaria, cuando son muy pequeños, incluso pueden darse casos de acoso donde los niños no son del todo conscientes del daño que hacen. En Secundaria, ya sí que lo son.
P. ¿Se ha dado un aumento o un incremento del bullying en los últimos años? ¿A qué se debe?
R. Por mi experiencia, no solo hay una mayor visibilización, que también, sino que se ha producido un aumento considerable de faltas de respeto entre los alumnos y de los alumnos hacia los profesores. Las normas básicas de convivencia se ven alteradas en muchas más ocasiones que antes. Pero no debemos sorprendernos, es algo que también se está dando en la sociedad, donde cada vez la gente es menos educada, donde ya casi nadie da los buenos días, donde la gente no deja salir antes de entrar y donde la gente cada vez le habla peor a camareros, médicos, cajeros, docentes, policías… Hemos perdido el respeto a los demás y, como consecuencia, el respeto a la autoridad.
P. ¿De qué manera se puede prevenir eficazmente el bullying? ¿Son los profesores quienes se tienen que ocupar de ello?
R. La prevención es cosa de todos. Hay que trabajar la empatía, la educación emocional, los valores, el respeto a la diferencia... desde Infantil. Pero no basta con una charla al año: debe formar parte del ADN del centro. Los profesores son piezas clave, sí, pero también lo son los equipos directivos, las familias y el propio alumnado. Los observadores pasivos que lo normalizan en muchas ocasiones pueden ser la solución. Y, por supuesto, también aquellos docentes que por unas razones u otras normalizan la violencia de baja intensidad o miran hacia otro lado, que, por desgracia, como en todas las profesiones, también los hay.
P. ¿Qué debería cambiar en la formación del profesorado para que esté verdaderamente capacitado para prevenir y actuar ante el acoso?
R. Necesitamos que los futuros docentes salgan de la universidad sabiendo detectar señales de acoso, manejar conflictos, gestionar emociones, intervenir con herramientas efectivas y trabajar en red con orientadores, familias y otros profesionales. Eso es básico para atajar el acoso. El mundo ha cambiado radicalmente en la última década, pero los programas curriculares universitarios de magisterio se han quedado anclados en un pasado muy arcaico. Hay que actualizarlo a los alumnos y problemas de hoy.
"Que los futuros docentes salgan de la universidad sabiendo detectar señales de acoso, manejar conflictos, gestionar emociones, intervenir con herramientas efectivas y trabajar en red con orientadores, familias y otros profesionales"
P. ¿Qué se debe hacer ante un caso de acoso en un centro escolar? ¿Quiénes deben intervenir? ¿Cómo se debe actuar?
R. Primero, escuchar y proteger a la víctima. Luego, activar el protocolo del centro, informar a las familias e implicar al equipo de orientación. La intervención debe ser inmediata y coordinada, con vigilancia de zonas comunes y un equipo docente encargado de investigar con diferentes entrevistas y observaciones si hay acoso o no.
En caso de que haya acoso, es importante que haya una sanción consecuente. En caso contrario, la víctima se verá agredida primero por el agresor y luego por un colegio que no lo protege. La sanción es el modo de decirle al agresor que su actitud no es aceptable en el centro de ninguna de las maneras. Luego, evidentemente tenemos que reeducar al alumno agresor. No se trata solo de sancionar, sino de reeducarlo. Y reeducar también al resto de la clase y ayudar al acosado en aquello que necesite para recuperar su confianza y su autoestima.
P. ¿Qué papel juegan las familias (tanto del acosador como del acosado) en las situaciones de bullying? ¿Están demasiado desconectadas de lo que ocurre dentro del aula?
R. Muchas veces sí. Por falta de tiempo, por confianza ciega en que “mi hijo no haría eso”, o por desconocimiento. Fíjate que la famosa serie Adolescencia ha sido una sorpresa para muchos padres, pero no tanto para los profesores, que vivimos esa realidad de nuestro alumnado a diario. Los padres están muy desconectados de la realidad que viven sus hijos. Sobre todo, de la realidad virtual, que para ellos ya supone un porcentaje muy importante de su vida.
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En lo que se refiere a casos de acoso, las familias deben estar presentes, escuchar sin juzgar, colaborar con el centro y asumir su parte de responsabilidad. Esto no va de culpables, va de soluciones. Pero, por desgracia, cuando llamas a unos padres para decirles que hay indicios de que su hijo está acosando a otro, lo primero que hacen es justificarlo y echarle la culpa a los demás compañeros e incluso al colegio, que no entiende a su hijo. Si educamos en la ausencia de responsabilidades, nuestros hijos se convertirán en seres caprichosos y dictatoriales.
P. ¿Cómo pueden relacionarse (o si deben hacerlo) los padres de quien recibe el bullying con los de quienes lo hacen y viceversa? ¿Puede ser esto útil para intervenir y solucionar el problema?
R. Es un tema delicado. En algunos casos, una conversación serena, mediada por el centro, puede ser muy constructiva. Pero debe hacerse con mucho cuidado y nunca forzadamente. El objetivo no es enfrentar, sino buscar el bien del menor. Si hay voluntad por ambas partes, puede ser un paso hacia la reparación. Si no, es mejor no propiciar el conflicto.
P. Que, según UNICEF, 1 de cada 3 menores usuarios de internet haya experimentado ciberacoso me parece una proporción muy alta, ¿qué se está haciendo mal o qué se puede hacer para que esto disminuya?
R. Estamos llegando tarde a la educación digital. Les damos móviles, redes sociales, libertad online… pero sin formación ni acompañamiento. No conocen los riesgos, ni saben cómo actuar si algo ocurre. Es urgente educar en el uso responsable de la tecnología desde edades muy tempranas. Pero hay que tener en cuenta que el mayor tiempo en las redes lo pasan en casa, por lo que el control familiar es básico.
"Enseñarles a protegerse en las redes es básico, pero es más importante educarlos en los valores de respeto, tolerancia y empatía"
Aún así, como digo siempre en mis charlas, enseñarles a protegerse en las redes es básico, pero es más importante educarlos en los valores de respeto, tolerancia y empatía, porque eso hará que no hagan un mal uso.
P. ¿Crees que la solución al ciberacoso en España pasa por una legislación más explícita sobre este asunto?
R. La legislación es muy importante. Legislar sobre el uso y sus consecuencias haría que una parte del problema quedase al menos regulado. Pero no es suficiente. La clave está en la prevención, en la educación digital y en la responsabilidad compartida de plataformas, familias, docentes y autoridades.
P. ¿Haber sufrido bullying durante la infancia o adolescencia qué consecuencias puede tener para esa persona en su adultez?
R. Lo primero que ocurre cuando uno sufre bullyingn es que pierde la confianza, la seguridad y la autoestima. Y esa pérdida que se produce en unas semanas, lleva años recuperarla. Hay estudios que demuestran que aquellos menores que han sufrido bullying corren más riesgo de sufrir ansiedad, estrés y dificultades para establecer relaciones con sus semejantes. Por eso el bullying es un problema tan grave y por eso es tan importante intervenir cuanto antes, acompañar y sanar. La salud mental de nuestros menores e incluso su propia vida está en juego. No valen solo bellos eslóganes.
A Toni García, maestro y director del colegio Joaquín Carrión y profesor del máster de Psicopedagogía y del máster de Dirección, Liderazgo y Gestión de centros educativos en la Universidad Internacional de Valencia, siempre le ha preocupado la problemática del bullying en las aulas; pero hace cinco años vivió una situación que fue el detonante para que se lanzase a escribir su último libro Aulas sin bullying, aulas sin miedo (Pirámide).