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La escuela va a la escuela
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La escuela va a la escuela

Necesitamos mejorar nuestro sistema educativo para aumentar los recursos de los alumnos, para formar a los ciudadanos que una democracia necesita, y para facilitar su inserción en el mundo laboral

Foto: Entre la gigantesca cantidad de información que se produce diariamente, hay que seleccionar la más relevante. (iStock)
Entre la gigantesca cantidad de información que se produce diariamente, hay que seleccionar la más relevante. (iStock)

El Libro Blanco de la Profesión Docente está terminado. Ahora viene lo más difícil, que es, como decía el clásico, “pasar de las Musas al Teatro”. Planificar es cómodo, pero hacer realidad lo pensado, es arduo. Seríamos injustos si no reconociéramos que el sistema educativo español ha alcanzado metas importantes. Tenemos escolarización universal hasta los 16 años, la educación Infantil se ha ampliado extraordinariamente, y hemos integrado con eficacia en muy poco tiempo a un gran número de inmigrantes. Sin embargo, no conseguimos salir de una situación mediocre dentro del panorama internacional, tenemos una tasa de abandono escolar insoportable, es preciso progresar en equidad, y no hemos sabido preparar adecuadamente a nuestros alumnos para su inserción en la vida real. Necesitamos mejorar nuestro sistema educativo, para aumentar los recursos intelectuales, emocionales y ejecutivos de nuestros alumnos, para formar a los ciudadanos éticamente responsables que una democracia necesita, y para facilitar su inserción en un mundo laboral que cada vez va a exigir mayores cualificaciones y una disposición a seguir aprendiendo siempre.

Somos los docentes de ahora los que tenemos que mejorar la escuela y eso va a obligarnos a tener que aprender muchas cosas

Pero el cambio no se limita a esa ineludible mejora, sino que se ha convertido en elemento estructural de la escuela. Para cumplir las demandas de una sociedad que evoluciona velozmente, la escuela tiene que hacerlo también. Saber mantener lo esencial, pero acomodándose a un cambio incesante y en parte imprevisible, va a exigir a los docentes un esfuerzo extraordinario que desde el comienzo queremos subrayar. El sistema educativo tendrá que asumir cada vez más responsabilidades en la actual sociedad del aprendizaje, y eso nos obliga a convertir la docencia en una profesión de élite, y cambiar las creencias de la sociedad respecto de la escuela. Los sistemas educativos no pueden limitarse ya a ser meros transmisores de lo que la sociedad considera necesario transmitir, sino que tienen que crear el conocimiento educativo necesario para preparar a nuestros alumnos para un futuro incierto. Entre la gigantesca cantidad de información que se produce diariamente, tiene que seleccionar rigurosamente aquellas que pueden resultar más importantes para su futuro, y los procedimientos más adecuados para facilitar su aprendizaje.

Pero no podemos esperar a formar nuevas generaciones de maestros que imbuidos de nuevas ideas y de renovados entusiasmos nos resuelvan los problemas. Tenemos que reparar el avión mientras está en vuelo. Es decir, somos los docentes de ahora los que tenemos que mejorar la escuela y eso va a obligarnos a tener que aprender muchas cosas. La escuela tiene que ir a la escuela. Pero, como dice Chris Argyris, un experto en gestión del cambio, toda transformación, aunque se acepte su necesidad, desencadena mecanismos de autodefensa. El cambio produce inseguridad y miedo. Por eso, antes de intentar transformar la escuela, conviene convencer a los docentes de dos cosas: de que es necesario hacerlo y de que son capaces de hacerlo.

He pedido al Ministro que envíe el Libro Blanco a todos los centros de Infantil, Primaria, Secundaria y FP, para que los claustros lo debatan

El Libro Blanco ha seguido una ruta poco común. Lo normal es que un Gobierno lo redacte y lo lance a la sociedad. En nuestro caso, he intentado que se elaborase desde la escuela, para hacerlo llegar al Gobierno y que este lo entregara a la sociedad para su discusión. Muchos docentes han participado en él, pero creo que podríamos conseguir todavía una mayor implicación del sistema educativo. Por eso, he pedido al ministro que, con la colaboración de las consejerias de Educacion de las CCAA, envíe el Libro Blanco a todos los centros de Infantil, Primaria, Secundaria y Formación Profesional, para que los claustros lo debatan y sus aportaciones puedan hacer una versión wiki del libro. Un ejemplo de creación compartida, de sabiduría colectiva. El sistema educativo pensando sobre sí mismo podría ser una bella experiencia. Muy innovadora y muy eficaz.

El Libro Blanco de la Profesión Docente está terminado. Ahora viene lo más difícil, que es, como decía el clásico, “pasar de las Musas al Teatro”. Planificar es cómodo, pero hacer realidad lo pensado, es arduo. Seríamos injustos si no reconociéramos que el sistema educativo español ha alcanzado metas importantes. Tenemos escolarización universal hasta los 16 años, la educación Infantil se ha ampliado extraordinariamente, y hemos integrado con eficacia en muy poco tiempo a un gran número de inmigrantes. Sin embargo, no conseguimos salir de una situación mediocre dentro del panorama internacional, tenemos una tasa de abandono escolar insoportable, es preciso progresar en equidad, y no hemos sabido preparar adecuadamente a nuestros alumnos para su inserción en la vida real. Necesitamos mejorar nuestro sistema educativo, para aumentar los recursos intelectuales, emocionales y ejecutivos de nuestros alumnos, para formar a los ciudadanos éticamente responsables que una democracia necesita, y para facilitar su inserción en un mundo laboral que cada vez va a exigir mayores cualificaciones y una disposición a seguir aprendiendo siempre.

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