El neurocientífico Jonathan Benito sostiene que la amabilidad no es solo una muestra de educación, sino un mecanismo biológico esencial para el bienestar y la supervivencia del ser humano. En su libro El poder de la amabilidad, explica que este comportamiento reduce el estrés, mejora la salud y alarga la vida. Según el experto, el cerebro humano está programado para recompensar los gestos amables, aunque muchas veces no seamos plenamente conscientes de ello.
Los datos científicos respaldan su visión. Un estudio publicado en JAMA Network Open confirma que los actos de generosidad activan zonas cerebrales que reducen el cortisol y aumentan la relajación. Benito añade que las personas empáticas y colaborativas disfrutan de mayor bienestar emocional y una mejor salud cardiovascular. “Una sonrisa o un saludo bastan para cambiar la química del cerebro”, subraya el neurocientífico, quien insiste en que la empatía y la educación emocional deberían enseñarse en las escuelas desde edades tempranas.
En una entrevista con RAC1.cat, el investigador aclara que el cerebro distingue entre la amabilidad genuina y la fingida. Los gestos auténticos fortalecen los vínculos humanos y estimulan la corteza prefrontal, la región vinculada con la atención y la conciencia. “Escuchar nuestro propio nombre genera una conexión emocional inmediata”, explica. Además, recuerda que ser amable no significa ser débil, sino tener una forma de inteligencia social que favorece la cooperación y reduce el estrés.
Para Jonathan Benito, la cooperación y la prosociabilidad fueron claves en la evolución del Homo sapiens. “Sin la amabilidad, nuestra especie no habría sobrevivido”, asegura. Por eso, anima a recuperar los pequeños gestos cotidianos —saludar, escuchar, ayudar o sonreír— que mejoran la convivencia. “La amabilidad no te resta valor, te engrandece como persona”, concluye el neurocientífico.
El neurocientífico Jonathan Benito sostiene que la amabilidad no es solo una muestra de educación, sino un mecanismo biológico esencial para el bienestar y la supervivencia del ser humano. En su libro El poder de la amabilidad, explica que este comportamiento reduce el estrés, mejora la salud y alarga la vida. Según el experto, el cerebro humano está programado para recompensar los gestos amables, aunque muchas veces no seamos plenamente conscientes de ello.