Judith Tiral, experta en ahorrar: "Si llevas veinte años en la misma empresa y tu finiquito es enorme no necesitas tanto colchón"

Judith Tiral ha llevado al terreno del día a día un tema que muchos esquivan: el dinero. En un nuevo episodio de su pódcast ‘Tenía la duda’, conversa con la economista y divulgadora Natalia de Santiago para desmontar mitos, aterrizar cifras y ofrecer una guía práctica que cualquiera puede empezar esta misma semana: de cuánto ahorrar al mes a cómo montar el famoso “colchón” y por dónde iniciarse en la inversión sin hacerse un lío.

Nada de “ya veré a final de mes”. La fotografía que propone De Santiago es anual: sumar ingresos netos del año, restar gastos fijos y variables —incluidos esos que llegan “por sorpresa” pero son recurrentes: IBI, renta, matrículas, seguros— y, desde ahí, fijar objetivos. Con esa base, el mínimo saludable es reservar un 10% de lo que ingresas al año. Si un mes no se puede, compénsalo en otro; la referencia siempre es el total anual.

Dejar el ahorro “para cuando sobre” es la receta perfecta para que nunca llegue. La fórmula que ambas recomiendan es automatizar una transferencia nada más cobrar a una cuenta sin tarjeta. ¿Que ahora no salen 180 euros al mes? Empieza por 50, 30 o lo que puedas, pero que sea automático y constante. “Dinero que no ves, dinero que no gastas”, resume Tiral en el episodio.

Aquí aparece la frase que ha dado que hablar. El colchón de emergencia debe cubrir entre 3 y 6 meses de ingresos netos. Tres meses es el mínimo para evitar “vulnerabilidad financiera”; seis es lo aconsejable para la mayoría. Ajusta por tu riesgo: si eres autónomo con ingresos irregulares, apunta algo más; si eres funcionario o tu empleo es muy estable, puedes quedarte en el rango bajo. “Si llevas veinte años en la misma empresa y tu finiquito es enorme, no necesitas tanto colchón”, subraya Tiral en el programa.

Lo segundo, una vez está el colchón, es invertir el ahorro a largo plazo para que no se lo coma la inflación. De Santiago recuerda que los precios acumulados en 20 años han subido con fuerza y que dejar el dinero “parado” acaba perdiendo poder de compra. Para principiantes, la puerta de entrada más sencilla son los fondos de gestión pasiva (indexados) o los roboadvisors: replican índices amplios (como el S&P 500 o el MSCI World), cobran menos comisiones y te evitan la “parálisis por análisis” de elegir entre miles de productos. Otra idea clave: aportar cada mes la misma cantidad (lo que en jerga se llama dollar-cost averaging) para suavizar los vaivenes y no invertir guiado por los nervios.

Gastos hormiga… y los que de verdad te atan

¿Hay que dejar el café del aeropuerto? No necesariamente. Antes que recortar pequeños caprichos, revisa tu estructura de gastos fijos: comisiones bancarias, seguros duplicados, suscripciones que no usas, tarifas sobredimensionadas… Reducir gastos que se repiten cada mes libera ahorro de forma permanente y te hace más flexible si vienen mal dadas. Un truco que Tiral aplica: poner recordatorios para la renovación de suscripciones y así decidir con calma si continúas o no.

Otro melón que abordan: alquilar no es tirar el dinero. Comprar puede tener sentido a largo plazo, pero a corto los gastos de adquisición y los intereses iniciales de la hipoteca pesan mucho. Si vas a mudarte o tu situación puede cambiar, alquilar puede ser mejor. Eso sí, a partir de los 40–45 años, quien pueda debería plantearse comprar.

El último aprendizaje que comparten invita a no atarte de manos: invertir sí, pero sin vaciar la liquidez; planificar, pero aceptando que la vida cambia. La clave está en hábitos simples, constancia y un sistema que funcione “en piloto automático”. A partir de ahí, el dinero deja de ser una fuente de ansiedad y se convierte en una herramienta para ganar libertad.