El olivo en maceta se ha convertido en una elección popular entre quienes buscan incorporar un aire mediterráneo en casa sin disponer de jardín. Su resistencia al calor y a la sequía, unida a su porte elegante y su característico tono verde plateado, lo hacen ideal para terrazas y balcones. Este árbol milenario, símbolo del paisaje del sur, aporta frescura, belleza y un toque natural incluso en los espacios más reducidos. Además, su mantenimiento resulta sencillo si se siguen unos cuidados básicos.
A la hora de cultivarlo, conviene optar por una variedad de crecimiento moderado, como la ‘Arbequina’, la ‘Lechín’ o la ‘Picual enano’, que se adaptan bien a las macetas. El recipiente debe tener al menos 40 o 50 centímetros de diámetro y disponer de un buen drenaje para evitar el exceso de agua. Los modelos de barro o terracota son los más recomendables, ya que ayudan a mantener estable la temperatura y permiten que la tierra respire. Así, el olivo podrá desarrollarse con fuerza y mantener un follaje denso y saludable.
El sustrato es otro factor clave. Debe ser ligero, con buena aireación y bajo en materia orgánica. Una mezcla equilibrada de tierra de jardín, arena gruesa o perlita y turba o compost favorece el crecimiento del árbol. En ejemplares jóvenes, se aconseja trasplantar cada dos o tres años para renovar la tierra y proporcionar espacio a las raíces. El olivo necesita, además, mucha luz solar directa, al menos seis horas al día. En zonas frías, se recomienda resguardarlo en invierno o cubrirlo si las temperaturas bajan de los -5 °C.
El riego debe ser moderado, ya que el exceso de agua puede dañar las raíces. En los meses cálidos basta con regar una o dos veces por semana, dejando secar la capa superior del sustrato entre riegos. Durante el crecimiento, de marzo a septiembre, es conveniente aplicar un abonado mensual con fertilizante específico para olivos. Una poda ligera a finales del invierno ayuda a eliminar ramas secas y mejorar la entrada de luz. Por último, revisar las hojas y aplicar tratamientos naturales, como jabón potásico o aceite de neem, previene plagas y mantiene al olivo fuerte y vigoroso.
El olivo en maceta se ha convertido en una elección popular entre quienes buscan incorporar un aire mediterráneo en casa sin disponer de jardín. Su resistencia al calor y a la sequía, unida a su porte elegante y su característico tono verde plateado, lo hacen ideal para terrazas y balcones. Este árbol milenario, símbolo del paisaje del sur, aporta frescura, belleza y un toque natural incluso en los espacios más reducidos. Además, su mantenimiento resulta sencillo si se siguen unos cuidados básicos.