Antonio Escohotado, filósofo: "No entiendo nada si me dan la definición de una cosa, pero sí si me explican como nació y murió"
El pensador madrileño reivindicaba el conocimiento como un proceso vital y no como una lista de conceptos
Antonio Escohotado nunca fue un pensador de definiciones cerradas. Prefería los procesos, los caminos, el nacimiento y la muerte de las cosas. En una entrevista en La 2 de TVE, el filósofo español repasó su encuentro con Georg Wilhelm Friedrich Hegel, el autor que —según él mismo— marcó “el hecho más importante” de su evolución intelectual. Aquel descubrimiento, casi fruto del azar, cambiaría su forma de pensar y su manera de entender la historia, la filosofía y la vida.
“Hegel fue el primero que dijo que lo verdadero es el todo y el todo es siempre resultado”, recordaba Escohotado con entusiasmo. Frente a las corrientes abstractas que intentaban explicar el mundo desde hipótesis previas, el alemán proponía una visión dinámica: las cosas son su propia historia. “Yo no entiendo nada si me dan una definición de una cosa, pero sí si me explican cómo nació y cómo murió. Entonces ya estoy en la cosa”, añadía con una sonrisa, definiendo así lo que él mismo consideraba su método: atención a lo concreto, al devenir.
El encuentro entre Escohotado y Hegel tuvo algo de destino. Durante sus años de estudio, mientras trabajaba sobre Husserl y la fenomenología, un error de bibliotecario en la Biblioteca Nacional cambió el rumbo de su investigación. Esperaba recibir las Meditaciones cartesianas y, en su lugar, le entregaron La fenomenología del espíritu. Bastaron unas páginas para darse cuenta de que estaba ante otra cosa. “Era lo mismo, pero este hablaba de la cosa y el otro hablaba por hablar”, ironizaba sobre Husserl. En ese instante comprendió que había hallado una voz que se enfrentaba al pensamiento académico con una hondura vital.
Aquel hallazgo se convirtió en un punto de no retorno. Desde entonces, el filósofo español nunca abandonó el estudio de Hegel, a quien describía como “el hombre más culto que había encontrado” y como un torrente intelectual tan denso que, durante años, ni él mismo sabía explicarse con claridad.
Para Escohotado, la grandeza de Hegel radicaba en haber comprendido que la realidad no está hecha de esencias fijas, sino de procesos. “El verdadero destino de lo inmediato es ser abolido”, citaba. Esa idea de mediación —una palabra que el alemán inventó— resultaba clave para entender el tiempo, el cambio, el devenir. Sin mediación, decía, no hay historia ni movimiento. Por eso veía en Hegel a un filósofo que había logrado “hacer visible el resorte que mueve las cosas”, lo invisible que anima la realidad.
Entre los pasajes que más le fascinaban estaba la célebre dialéctica del amo y el esclavo, donde Hegel describe cómo el reconocimiento funda la conciencia. El amo, decía Escohotado, sucumbe al esclavo porque éste transforma el mundo, lo refina, lo hace más humano. “En el siervo está la semilla del sabio, igual que en el amo está la del consentido”, explicaba, rescatando esa dimensión moral y evolutiva que el pensador alemán otorgaba al trabajo, al esfuerzo y al dolor como motores del espíritu.
Esa visión dinámica del pensamiento impregnó toda la obra de Antonio Escohotado, desde su Historia general de las drogas hasta sus reflexiones sobre el comunismo y la libertad. Su método —como él mismo reconocía— era hegeliano: mirar cómo las ideas nacen, se desarrollan y mueren, en lugar de quedarse con sus definiciones. “Todo mi trabajo ha sido histórico”, decía, “porque comprender algo es seguir su curso, no detenerlo”.
Antonio Escohotado no solo encontró en Hegel un maestro, sino un espejo. Ambos creían que el pensamiento debía estar vivo, en movimiento, abierto al cambio. Tal vez por eso su frase más recordada —“No entiendo nada si me dan la definición de una cosa, pero sí si me explican cómo nació y murió”— no sea solo una declaración sobre filosofía, sino también una forma de estar en el mundo: entender la vida no por lo que es, sino por lo que llega a ser.
Antonio Escohotado nunca fue un pensador de definiciones cerradas. Prefería los procesos, los caminos, el nacimiento y la muerte de las cosas. En una entrevista en La 2 de TVE, el filósofo español repasó su encuentro con Georg Wilhelm Friedrich Hegel, el autor que —según él mismo— marcó “el hecho más importante” de su evolución intelectual. Aquel descubrimiento, casi fruto del azar, cambiaría su forma de pensar y su manera de entender la historia, la filosofía y la vida.