Alexia Hartmann, médico aéreo: "Hay medicamentos que me los pueden confiscar en la zona de control"
Alexia Hartmann es médico aérea, una profesión tan desconocida como vital que combina medicina, aviación y burocracia internacional. Ella vive entre controles de seguridad, emergencias y a 10.000 metros de altura
Lleva bata blanca, pero también maleta con ruedas y un billete de avión. Alexia Hartmann es médico aérea, una figura sanitaria que acompaña a pacientes que deben ser trasladados en vuelos comerciales, incluso en camilla.
Su trabajo combina la medicina de urgencias con los controles aeroportuarios, la gestión con aseguradoras y, a veces, situaciones críticas en pleno vuelo. Una mezcla tan única como llena de anécdotas y desafíos.
"Aunque tenga autorizaciones, ciertos fármacos me los pueden quitar"
Uno de los aspectos más desconocidos de su labor es que, a pesar de contar con todas las credenciales médicas, Hartmanndebe enfrentarse a restricciones fronterizas sobre el transporte de medicamentos. “Hay ciertos medicamentos que están prohibidos en algunos países y, a pesar de que sea médico aéreo y lleve todas las autorizaciones, me los pueden confiscar en la zona de control”, explica.
Los más problemáticos son los derivados de los opioides, como la morfina o el fentanilo. Estos analgésicos potentes, esenciales para aliviar el dolor severo de algunos pacientes, pueden levantar sospechas en controles aduaneros si no se presentan los documentos adecuados. Y aun así, a veces no es suficiente.
Otra de las reglas de oro que rige su actividad es que “no podemos utilizar el material médico de los aviones”. Aunque pueda parecer lógico en caso de emergencia, Hartmann aclara que todo lo necesario debe ir con ella desde el origen del viaje. Solo si se trata de “una emergencia muy extrema”, puede solicitar apoyo con los recursos de a bordo, que están pensados para los pasajeros generales y no para un transporte médico específico.
Por este motivo, el grado de planificación es máximo. Desde el equipo médico hasta el traslado del paciente, todo debe estar previsto antes del embarque.
No viaja sola: hoteles, taxis y vuelos, organizados al milímetro
A diferencia de otros profesionales sanitarios, la parte logística no recae en sus manos. “Todos los transportes me los organiza mi empresa o la empresa de seguros del paciente”, señala Hartmann. Eso incluye hoteles, taxis y vuelos. Ella solo se encarga del aspecto clínico, una separación de funciones que permite centrarse en la salud del paciente.
Aunque viaja con todo el equipo necesario, en ocasiones la situación puede requerir manos extra. Y ahí entra en juego la tripulación del vuelo. “El personal de cabina está formado en manejo básico de pacientes, así que si yo vuelo sola y mi paciente tiene una parada respiratoria, serían ellos quienes me ayudarían a reanimar”, explica.
Este apoyo es fundamental, especialmente en vuelos largos, donde la vida del paciente puede depender de una reacción inmediata y coordinada.
Hartmann también revela que algunas compañías aéreas disponen de camillas especiales, “construidas por ellos mismos y que van enganchadas al suelo del avión”. Estas estructuras permiten transportar a pacientes encamillados, algo vital en situaciones de repatriación o traslados delicados.
Gracias a estos recursos, la medicina aérea sigue creciendo como una disciplina clave en la atención sanitaria internacional, conectando hospitales, países y personas con una mezcla de conocimientos clínicos, gestión logística… y mucha vocación.
Lleva bata blanca, pero también maleta con ruedas y un billete de avión. Alexia Hartmann es médico aérea, una figura sanitaria que acompaña a pacientes que deben ser trasladados en vuelos comerciales, incluso en camilla.