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El neurólogo Baibing Chen: "¿Cuál es la diferencia entre el cerebro de las personas que rumian todo el tiempo y el de las que reflexionan?"
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El neurólogo Baibing Chen: "¿Cuál es la diferencia entre el cerebro de las personas que rumian todo el tiempo y el de las que reflexionan?"

Mantenerse en ese ciclo continuo de preocupación no solo provoca malestar emocional, sino que también puede afectar al bienestar físico

Foto: El neurólogo Baibing Chen. (TikTok)
El neurólogo Baibing Chen. (TikTok)

La rumiación mental —ese hábito de dar vueltas a los mismos pensamientos una y otra vez— puede tener un impacto profundo en la salud. Mantenerse en ese ciclo continuo de preocupación no solo provoca malestar emocional, sino que también puede afectar al bienestar físico. La activación constante de la respuesta al estrés favorece la aparición de ansiedad, insomnio y episodios depresivos, por lo que aprender a gestionar estos procesos mentales es clave para recuperar el equilibrio y disfrutar de una vida más tranquila.

El neurólogo Baibing Chen ha planteado una cuestión que invita a la reflexión: “¿Cuál es la diferencia entre el cerebro de las personas que rumian todo el tiempo y el de las personas que reflexionan constantemente?”. Su respuesta ofrece una explicación científica sobre los mecanismos cerebrales que diferencian ambas actitudes y sobre cómo podemos entrenar la mente para evitar caer en patrones de pensamiento perjudiciales.

La red por defecto y la corteza prefrontal

Según Chen, “la rumiación te atrapa en lo que llamamos la red por defecto, que es la parte del cerebro que repite preocupaciones y remordimientos en bucle, mientras que la reflexión activa la corteza prefrontal, que es tu centro de resolución de problemas y te ayuda a aprender y avanzar”. Es decir, las personas que reflexionan son capaces de activar zonas cerebrales asociadas con la toma de decisiones y la planificación, mientras que quienes rumian permanecen ancladas en pensamientos repetitivos que generan malestar y bloqueo emocional.

El especialista aclara que no se trata de que existan cerebros diferentes, sino de un entrenamiento mental. “Es posible que conozcas a personas que rumian todo el tiempo o que reflexionan todo el tiempo, y no es que estén conectadas de manera diferente desde el principio. Simplemente, han aprendido a dirigir su atención hacia el circuito adecuado, y aquí te explicamos cómo puedes hacerlo tú también”, señaló.

Cómo romper el bucle de la rumiación

Baibing Chen recomienda estrategias simples para interrumpir el bucle de pensamientos negativos. Una de ellas consiste en activar el cuerpo. “Si alguna vez te encuentras atrapado en este bucle de pensamientos negativos, debes levantarte, moverte físicamente, caminar, estirarte, ya que incluso un pequeño movimiento puede interrumpir el bucle del modo por defecto y activar el cerebro pensante”, explicó. Este cambio físico inmediato ayuda a redirigir la atención y a conectar con áreas cerebrales más racionales y resolutivas.

Otra herramienta eficaz es cambiar el tipo de pregunta que nos hacemos. El neurólogo aconseja sustituir el “¿por qué a mí?” por un “¿qué viene ahora?”, ya que “cambiar una pregunta hace que tu cerebro salga del modo de repetición. Eso es abstracto y centrado en uno mismo, y pasa a un modo de planificación que es concreto y orientado a la acción”. Esta transición cognitiva convierte la preocupación en una oportunidad de análisis constructivo.

Por último, Chen subraya la importancia de verbalizar las preocupaciones. “Hablar en voz alta y expresar tu preocupación a un amigo o incluso grabarte en tu teléfono activará la corteza prefrontal al convertir los bucles vagos en palabras concretas”, aseguró. Este proceso favorece la claridad mental y permite transformar pensamientos difusos en razonamientos estructurados, reduciendo así el impacto del estrés. “Con la práctica, cualquiera puede hacer ese cambio”, concluye.

La rumiación mental —ese hábito de dar vueltas a los mismos pensamientos una y otra vez— puede tener un impacto profundo en la salud. Mantenerse en ese ciclo continuo de preocupación no solo provoca malestar emocional, sino que también puede afectar al bienestar físico. La activación constante de la respuesta al estrés favorece la aparición de ansiedad, insomnio y episodios depresivos, por lo que aprender a gestionar estos procesos mentales es clave para recuperar el equilibrio y disfrutar de una vida más tranquila.

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