Durante el otoño, secar la ropa puede convertirse en una auténtica odisea. Las temperaturas bajas y el ambiente húmedo retrasan el proceso natural de secado, haciendo que las prendas permanezcan mojadas durante días. Esto no solo genera incomodidad, sino también malos olores y riesgo de moho en los tejidos. En muchos hogares, la única salida parece ser la secadora, pero su alto consumo energético la convierte en una opción poco sostenible y costosa.
En respuesta a este problema, el experto noruego en organización Tor Rydder ha compartido una técnica casera que se ha vuelto viral en su canal de YouTube, Organizing TV. Conocida como el “método burrito”, esta práctica permite eliminar la humedad de la ropa en cuestión de minutos sin recurrir a electricidad ni productos adicionales. El procedimiento destaca por su sencillez, su bajo impacto medioambiental y su capacidad para cuidar los tejidos más delicados.
Para ponerlo en práctica, basta con extender la prenda sobre una toalla seca, asegurándose de que quede bien estirada. A continuación, se enrolla la toalla con la prenda dentro hasta formar un cilindro compacto. El siguiente paso consiste en presionar el rollo con las manos o las rodillas, de modo que la toalla absorba la mayor cantidad posible de agua. Finalmente, se desenrolla la prenda y se deja ventilar en un lugar aireado: en poco tiempo quedará completamente seca.
Este truco resulta especialmente útil en viajes, en hogares sin secadora o en climas fríos y húmedos, donde el secado natural puede prolongarse durante días. Además, favorece el ahorro energético, evita el desgaste de las fibras textiles y prolonga la vida de las prendas. El método burrito se consolida así como una alternativa práctica, económica y ecológica para mantener la ropa seca y libre de humedad durante los meses más complicados del año.
Durante el otoño, secar la ropa puede convertirse en una auténtica odisea. Las temperaturas bajas y el ambiente húmedo retrasan el proceso natural de secado, haciendo que las prendas permanezcan mojadas durante días. Esto no solo genera incomodidad, sino también malos olores y riesgo de moho en los tejidos. En muchos hogares, la única salida parece ser la secadora, pero su alto consumo energético la convierte en una opción poco sostenible y costosa.