Xènia, psicóloga: "Existen situaciones en las que un psicólogo sí que se puede saltar la confidencialidad"
La psicóloga ha explicado en un vídeo que la confidencialidad, uno de los pilares de la terapia psicológica, no siempre es absoluta. Según detalla, existen casos en los que un profesional puede revelar información del paciente
La confidencialidad es una de las bases de la relación entre un paciente y su psicólogo. Sin embargo, no siempre es una norma inquebrantable. La psicóloga Xènia ha explicado en un vídeo reciente que existen casos muy concretos en los que el profesional puede —e incluso debe— romperla.
“Existen situaciones en las que un psicólogo sí que se puede saltar la confidencialidad”, señala, recordando que la prioridad absoluta es proteger la vida e integridad de las personas.
Según la especialista, el primer motivo tiene que ver con el riesgo de suicidio. “Si mi paciente me cuenta que se quiere ir de este planeta y estoy viendo un riesgo real de que eso ocurra, puedo faltar a la confidencialidad con el objetivo de salvarle la vida”, explica.
El segundo supuesto se da cuando una persona expresa intención de dañar a otra. En ese caso, el psicólogo puede informar a las autoridades o a quien corresponda, “porque estás poniendo en riesgo la vida o la integridad de otras personas”.
Otro de los escenarios más delicados es el de las sospechas de abuso o maltrato. Xènia aclara que si hay indicios de daño físico, psicológico o sexual, el profesional está obligado a actuar, “tanto si se trata de menores como de personas con discapacidad o ancianos”. En estos casos, la protección de la víctima prima sobre el secreto profesional.
La psicóloga recuerda también que la confidencialidad puede romperse si un juez lo solicita. “Si un juez te pide que reveles información de lo que la persona te ha contado en consulta, estás obligada a hacerlo”, afirma.
Asimismo, el propio paciente puede autorizar al terapeuta para que comparta su información, por ejemplo, con familiares o médicos, aunque debe hacerlo “preferiblemente por escrito”.
En el caso de pacientes menores de 14 años, los padres o tutores legales tienen derecho a conocer la información tratada en terapia. No obstante, Xènia puntualiza que muchos psicólogos intentan mantener un cierto grado de confidencialidad “para asegurar un buen vínculo de confianza entre paciente y terapeuta”.
Por último, menciona un supuesto poco común: cuando el profesional dispone de información clave que puede salvar la vida del paciente. En esas circunstancias, aunque raras, el deber ético puede imponerse sobre la confidencialidad.
La psicóloga concluye que estas excepciones son la minoría, pero conocerlas ayuda a entender que el secreto profesional no es un fin en sí mismo, sino una herramienta que busca proteger al paciente, sin dejar de lado su seguridad ni la de los demás.
La confidencialidad es una de las bases de la relación entre un paciente y su psicólogo. Sin embargo, no siempre es una norma inquebrantable. La psicóloga Xènia ha explicado en un vídeo reciente que existen casos muy concretos en los que el profesional puede —e incluso debe— romperla.