El sueño es un factor decisivo para el bienestar, aunque en muchas ocasiones no reciba la atención adecuada. Dormir bien no solo permite recuperar energía, también influye de forma directa en la motivación, el estado de ánimo y la capacidad de concentración. La vida acelerada, el uso continuo de dispositivos electrónicos y el estrés diario hacen que numerosas personas crean descansar lo suficiente, cuando en realidad no logran un sueño verdaderamente reparador.
Según explica el experto en descanso Juan Nattex, la clave está en la calidad del sueño más que en la cantidad de horas dormidas. “Siempre observo lo mismo: personas que duermen ocho horas y se levantan agotadas, mientras otras, con menos tiempo, se despiertan renovadas”, señala. La diferencia se encuentra en los ciclos de sueño, que determinan la forma en que el cuerpo y el cerebro se recuperan a lo largo de la noche.
Nattex detalla que cada ciclo dura aproximadamente noventa minutos y se compone de tres fases. Primero, el sueño ligero, en el que el descanso puede interrumpirse con facilidad; después, el sueño profundo, cuando el organismo realiza funciones de recuperación; y finalmente, el sueño REM, donde se consolidan los aprendizajes y aparecen los sueños. Si el despertar ocurre en mitad de un ciclo, especialmente en el profundo, es habitual sentirse cansado y sin energía.
Por este motivo, el especialista recomienda respetar entre cuatro y seis ciclos completos, lo que supone dormir entre seis y nueve horas, en función de la edad y las necesidades de cada persona. “Cuando respetas tus ciclos de sueño te levantas con mucha más energía y realmente reparado”, afirma Nattex. Para favorecer este proceso, los expertos aconsejan mantener horarios regulares, reducir el uso de pantallas antes de dormir y crear un ambiente tranquilo que facilite el descanso.
El sueño es un factor decisivo para el bienestar, aunque en muchas ocasiones no reciba la atención adecuada. Dormir bien no solo permite recuperar energía, también influye de forma directa en la motivación, el estado de ánimo y la capacidad de concentración. La vida acelerada, el uso continuo de dispositivos electrónicos y el estrés diario hacen que numerosas personas crean descansar lo suficiente, cuando en realidad no logran un sueño verdaderamente reparador.