Preparar café en una cafetera italiana es un ritual que requiere precisión si se busca obtener una taza equilibrada, cremosa y sin amargor. Si no se hace bien, o se hace con prisas, el sabor del café será ácido o con toques quemados. La clave está en controlar la temperatura del agua, la molienda del café y la intensidad del fuego, factores que determinan si el resultado será un éxito o un fracaso.
El perfil especializado (@lychecafecito) en Instagram lo explica con claridad en un vídeo en el que muestra cómo evitar errores comunes en la moka de aluminio. “Si usas agua muy caliente, el café subirá demasiado rápido, resultando en una taza ácida y con exceso de agua residual en la base”, señala en su guía paso a paso.
El consejo fundamental es usar agua entre 55 y 65 °C, es decir, tibia. Si está fría o templada, “tardará demasiado en subir, le faltará presión y el café saldrá amargo”. Lo ideal es calentar previamente un poco de agua y verterla en el depósito de la cafetera. Para lograr una extracción constante, el agua debe colocarse justo por debajo de la válvula, la canastilla llenarse sin compactar y el fuego mantenerse bajo con la tapa abierta, vigilando en todo momento el proceso.
Claves para una extracción equilibrada
Cuando comienza la última fase y aparece espuma, conviene retirar la cafetera del fuego y colocar la base bajo agua fría, lo que detiene la extracción y evita sabores indeseados. El experto recomienda revolver antes de servir para integrar todo el café y así obtener una bebida “intensa, cremosa y para nada amarga, muy bien equilibrada”.
Una vez listo, se puede disfrutar solo o adaptarlo al gusto: mitad café y mitad agua tibia para suavizar la intensidad, o bien añadir leche espumada para preparar un capuchino casero. Con este método, la moka italiana deja de ser un desafío y se convierte en una aliada para preparar una de las formas más auténticas de café en casa.
Preparar café en una cafetera italiana es un ritual que requiere precisión si se busca obtener una taza equilibrada, cremosa y sin amargor. Si no se hace bien, o se hace con prisas, el sabor del café será ácido o con toques quemados. La clave está en controlar la temperatura del agua, la molienda del café y la intensidad del fuego, factores que determinan si el resultado será un éxito o un fracaso.