"No volveremos a Mallorca": Unos turistas alemanes expresan su decepción tras casi 40 años viajando a la isla
Una pareja de visitantes habituales pone fin a su relación con Mallorca tras décadas de vacaciones en el mismo lugar. La masificación y los cambios urbanos marcan un punto de inflexión
Durante casi cuatro décadas, Karl y Monika Finken viajaron cada año desde Alemania hasta Mallorca. Comenzaron en 1987 y llegaron a pasar hasta seis meses al año en la isla, especialmente en la localidad costera de Colònia de Sant Jordi. Ahora, tras su último viaje, han dicho basta y han decidido no volver más. “Es una despedida definitiva, marcada por la decepción y una profunda melancolía”, ha dicho Karl en declaraciones recogidas por el Majorca Daily Bulletin, un medio local en inglés dirigido a residentes y turistas internacionales.
La pareja explica que, aunque al principio no les afectaban las protestas de los residentes locales contra la masificación turística, “poco a poco, empezamos a sentirnos incómodos”. Según relatan, ya no se sienten bienvenidos. Lo que comenzó como un retiro ideal se ha transformado en un entorno saturado, con alquileres disparados y una pérdida notable de tranquilidad. “Ahora solo hay borracheras descontroladas”, afirma Monika al referirse a zonas como Playa de Palma. También hablan de “caos higiénico” y critican que algunos propietarios solo buscan “exprimir cada metro cuadrado”.
Su testimonio va más allá del malestar personal. Cuestionan el papel de las grandes cadenas hoteleras, a las que acusan de enriquecerse sin aportar soluciones: “Ganan miles de millones aquí, pero no participan en las soluciones. Ni siquiera construyen viviendas para sus empleados”, reprocha Karl. Aun así, dejan claro que no culpan a los otros turistas: “Los turistas normales no tienen la culpa de una política fallida de vivienda y uso del suelo”, matiza.
Del entusiasmo a la despedida con melancolía
Durante años, los Finken defendieron Mallorca como su destino ideal. Compraban en los comercios locales, mantenían relaciones estables con vecinos y regresaban al mismo alojamiento. Pero el modelo turístico actual, aseguran, ha desvirtuado completamente la experiencia que valoraban. “Antes se respiraba otra cosa, había calma y autenticidad”, explica Monika, quien reconoce que ahora se sienten “fuera de lugar”.
A pesar de su decepción, su testimonio no es hostil. Ambos se muestran agradecidos por las décadas vividas en la isla: “Nos vamos con gratitud. Conocimos una Mallorca maravillosa”, concluye Karl. “Echaremos de menos a la gente amable y abierta de esta isla”. Su despedida deja entrever no solo un cambio personal, sino también el desgaste de un vínculo forjado durante años, que el turismo desbordado y una planificación deficiente han terminado por fracturar.
Durante casi cuatro décadas, Karl y Monika Finken viajaron cada año desde Alemania hasta Mallorca. Comenzaron en 1987 y llegaron a pasar hasta seis meses al año en la isla, especialmente en la localidad costera de Colònia de Sant Jordi. Ahora, tras su último viaje, han dicho basta y han decidido no volver más. “Es una despedida definitiva, marcada por la decepción y una profunda melancolía”, ha dicho Karl en declaraciones recogidas por el Majorca Daily Bulletin, un medio local en inglés dirigido a residentes y turistas internacionales.