Álvaro Casares señala las cosas que no le gustaron de Egipto: "No hay seguridad vial"

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Álvaro Casares ha compartido con sus seguidores una reflexión sobre su reciente estancia en Egipto, en la que detalla algunos aspectos que no fueron de su agrado. Con su habitual tono irónico, el humorista ha repasado diferentes situaciones que, según relata, le impactaron durante su viaje por el país norteafricano.

Uno de los temas que más le llamó la atención fue el tráfico. Según Casares, "no hay seguridad vial y a veces tampoco medidas sanitarias". En este sentido, describió la conducción como un auténtico caos, donde "nadie para en un paso de cebra" y la única opción para cruzar es lanzarse, literalmente, a la carretera. Además, denuncia el uso generalizado del teléfono móvil al volante y la escasa utilización del cinturón de seguridad.

Choque cultural en las calles de Egipto

El creador de contenido también destacó que las mujeres occidentales pueden recibir comentarios en la vía pública, algo que, según afirma, le pareció inapropiado. Otra situación que le sorprendió fue el trato hacia los animales, al asegurar que "a veces se les trata regular". En cuanto a la limpieza, señaló que algunos espacios públicos, como las paradas de autobús, le resultaron poco higiénicos: "Delante está todo bastante sucio y esto nos dijeron que era una parada de bus".

La negociación se convierte en norma, incluso en aplicaciones para pedir taxi, donde el usuario propone un precio y los conductores responden con contraofertas

Durante su recorrido por Egipto, también se topó con dinámicas de consumo poco habituales. La necesidad de regatear incluso en plataformas digitales fue uno de los elementos que más le sorprendió. "Tienes que regatear. Aunque no haya nadie", explica. La negociación se convierte en norma, incluso en aplicaciones para pedir taxi, donde el usuario propone un precio y los conductores responden con contraofertas.

Corrupción, gasolina barata y costumbres locales

Casares también denuncia la corrupción en el país tras haber sido testigo de un soborno en un control policial. "La policía es supercorrupta", afirma, tras observar cómo el conductor que lo trasladaba entregaba un billete sin disimulo a un agente. Además, asegura que es habitual encontrar gasolina a precios muy bajos, entre diez y veinte céntimos de euro por litro.

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El humorista detalla otras curiosidades, como el tamaño reducido de las botellas de refresco o la forma de atención en los restaurantes, donde el servicio suele ser más lento de lo habitual. También menciona detalles culturales, como la presencia de una flecha en las habitaciones de los hoteles que indica la dirección de La Meca, o la permisividad con los líquidos en los vuelos nacionales: "Puedes meter todo el líquido que quieras" y te entregan una bolsa con productos sin coste adicional.

Valoración final y gastronomía

A pesar de estas experiencias, Casares reconoce que "las calles son bastante seguras". Además, no escatima elogios hacia la gastronomía local, que califica como deliciosa: "La comida está riquísima". En tono humorístico, cierra su narración mostrando una obra en plena calle, donde ironiza con la seguridad laboral: "Riesgos laborales salió del grupo".

El relato de Álvaro Casares ofrece una visión singular y espontánea sobre su paso por Egipto, marcada por los contrastes culturales y una mirada crítica que no pierde el toque cómico que le caracteriza.