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De los Habsburgo a los Borbones: la endogamia real y sus devastadoras secuelas
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De los Habsburgo a los Borbones: la endogamia real y sus devastadoras secuelas

El hermetismo de las casas reales europeas, en su afán por mantener la pureza de sangre, trajo consecuencias genéticas insospechadas. Este aislamiento forzado marcó profundamente la historia de sus linajes y el destino de sus pueblos

Foto: Carlos II, "el Hechizado", en un retrato anónimo.
Carlos II, "el Hechizado", en un retrato anónimo.

El tiempo descubre siempre la verdad.

Séneca.

La endogamia es –por decirlo de una forma asequible y respetuosa– como pintar un trampantojo por detrás y con la mano contraria al uso habitual. La descendencia se ve afectada por rasgos recesivos que influyen severamente en un deterioro genético. La llamada depresión endogámica determina la privación de capacidades de un grupo determinado de población, sobre todo, cuando se vive de forma tribal, en pequeños núcleos o cuando una forzada selección de candidatos de cualquier estrato social se ve emparentada por circunstancias ajenas a su voluntad.

En el caso del común de los mortales y a través de la historia, no deja de ser una rémora, pues los individuos afectados por esta peculiaridad suelen ser socialmente desahuciados discretamente, cuando no bien admitidos en un sistema en el que triunfan otros valores más selectivos. En la antigüedad y en comunidades cerradas, el sistema endogámico solo buscaba defender la homogeneidad tribal, de manera que la réplica les diferenciara de los “otros”. Este factor diferencial del clan era la razón última de esta mal llamada selección.

¿Pero qué pasaba cuando esto no ocurría entre la plebe y se daba en las cúpulas del poder? Mayormente, esta selectiva manifestación de genética inversa en la alta aristocracia y en las monarquías europeas medievales y postrenacentistas generó casos en los que las formas de gobierno se vieron seriamente afectadas por la influencia o intervención de auténticos tarados, habida cuenta de que el Estado estaba en sus manos. En otros casos, ya fuera por el voto de hedonismo de los monarcas, que pensaban que por delegación divina estaban obligados a vivir en el Jardín de Epicuro, o por la deliberada irresponsabilidad de estos sujetos haciendo dejadez de su papel y responsabilidades para con su pueblo; delegaban en sus validos las competencias propias de su cargo.

La "buena pedrada" de los monarcas

Lamentablemente, y poniendo el acento en un tiempo prolijo en el que florecieron monarcas bastante perjudicados en el periodo que va de la aparición de los Austrias hasta la saga de los Borbones impuestos desde Francia, podríamos usar esas expresiones tan jocosas que en Asturias suelen decir sobre alguien que tiene una “buena pedrada” o que “le falta un gramo para el kilo”. Por ello, vamos a profundizar un poco en esa selección de borderlines que, con sus ausencias sonadas y pésima gestión, acabarían llevándonos hasta donde estamos hoy. Que las taras vengan con el envejecimiento, tiene un pase, pero que vengan de cuna es algo más preocupante.

La Casa de Austria, tras aquella 'mêlée de emparejamientos' entre hermanos y primos, fue la condena a muerte que finalizó con la dinastía

Una frase clásica de Nietzsche decía más o menos que “lo que no me mata me hace más fuerte”. Esta frase tiene su miga, aunque parezca trivial. Las dos grandes sagas de la monarquía española concluido el reinado de los Reyes Católicos, los Austrias y los Borbones, a pesar de la acusada endogamia entre sus pares, se han atrincherado en la historia. Pues bien, he aquí una relación de aquellos que miraban hacia su ombligo cuando el pueblo raso los necesitaba.

La mandíbula de los Habsburgo y el fin de una dinastía

Una de las características de los Austrias sin duda alguna fue la famosa Mandíbula de los Habsburgo, una parte inferior prominente producto de una deformidad facial con acusado prognatismo que puede ser atribuida a la endogamia, reflejada en un artículo de marcado carácter antropológico comentado extensamente en Annals of Human Biology. Este es probablemente el primer estudio que apunta a una morfología facial específica de esta saga.

Foto: La rendición del general francés Pierre-Antoine Dupont de l'Étang tras la derrota del ejército francés en la batalla de Bailén. (Casado de Alisal)

Dicho estudio comprendía un arco de tiempo que incluía a Austria y España y que abarcó restos y trazabilidad en el marco de cerca de dos siglos de generaciones de emparejamientos mixtos, cuya desaparición se materializó cuando Carlos II, monarca de fin de saga de los Habsburgo, la dinastía más poderosa de la historia, dejó al reino sin descendencia por probada esterilidad y falta de puntería a la hora de intentar la cópula; vamos, que no se le levantaba ni con grúa. Ello nos lleva a concluir que la Casa de Austria, tras aquella mêlée de emparejamientos entre hermanos y primos, fue la condena a muerte que finalizó con la dinastía.

Los Borbones: ¿menos problemáticos?

Pero para más abundamiento, podemos seguir con los Borbones, que dejan empequeñecidos a sus anteriores.

Sin remontarnos a la época de las cavernas, podemos hacer un suma y sigue. Un estudio de los profesores Francisco Ceballos y Gonzalo Álvarez Jurado, de la Universidad de Santiago de Compostela, ha profundizado en la genealogía de los reyes españoles con resultados sorprendentes. Antes que nada, debemos atender al hecho de que aquello que parece una anomalía estadística o una tara, asimila porcentajes muy altos de disrupción en el sudeste asiático en los medios rurales y en África en particular, de forma más escandalosa. Cerca de un 15% de la población mundial –porcentaje que, gracias a los programas de salud pública, está en regresión– está configurado por sujetos que han tenido hijos con familiares de consanguinidad en primer y segundo grado.

Foto: Carlos III (Fuente: Wikimedia)

Es por ello que la denostada endogamia regia no solo es imputable a una equivocada selección de lo “mejor” desde una errónea doctrina de primus inter pares, sino que también tiene proyección fuera de los tabernáculos de la aristocracia. Volviendo a los Borbones, el rey emérito don Juan Carlos y doña Sofía son primos distantes. A su vez, sus abuelos paternos, don Juan de Borbón y Mercedes de Borbón y Orleáns, eran primos hermanos; el acabose.

En las venas de S.M. Felipe VI corren, muy a su pesar, genes recesivos. ¿Menos mal que abriéndose a un matrimonio fuera de la aristocracia ha centrifugado algunos demonios que podrían afectar a sus hijas, no así los acusados dolores de cabeza procurados oportunamente por la reina? Concluyendo; aunque los Borbones tienen a gala sus pecadillos, entre los que se encuentra la cuestionable virtud de perseguir faldas como si no hubiera un mañana, la endogamia borbónica nunca fue, de cara a la herencia genética, tan preocupante como la de los Austrias. Nuestro rey ha conseguido adaptarse a una realidad mutante en la que muchos demonios han sido ahuyentados, a pesar de que otros siguen enredando.

El tiempo descubre siempre la verdad.

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