Recogen 8.000 botellas y se construyen una casa de siete habitaciones: "Es la primera del mundo"
Una madre y su hija están detrás de esta vivienda única en el mundo por incorporar botellas de vidrio colocadas en vertical como elemento estructural
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Una casa construida con 8.000 botellas de vidrio se ha convertido en símbolo de sostenibilidad, empoderamiento y lucha ambiental en Brasil. La sorprendente iniciativa ha sido liderada por Edna Dantas y su hija Maria Gabrielly Dantas, quienes levantaron una vivienda de siete habitaciones en la isla de Itamaracá, en el estado de Pernambuco, reutilizando residuos abandonados en la zona. La construcción, conocida como Casa de Sal, es pionera a nivel mundial por utilizar botellas en disposición vertical, lo que favorece la entrada de luz natural y mejora la eficiencia energética del espacio.
Cabrochas, la marca que fundaron madre e hija en 2014, fue el punto de partida de esta historia. Inició como una tienda de segunda mano y hoy representa un símbolo de autonomía y activismo ambiental. Edna y Maria Gabrielly decidieron ampliar su impacto creando un hogar ecológico como parte de su lucha por una vivienda digna, sostenible y accesible.
Así surgió la idea de madre e hija
Según recoge el Correio Braziliense, madre e hija iniciaron la obra en mayo de 2020 y finalizaron el proyecto dos años después. La vivienda no solo destaca por su original diseño, sino por el mensaje de fondo: visibilizar las posibilidades de la bioconstrucción como una alternativa real para enfrentar el déficit habitacional y la crisis climática. Maria Gabrielly afirma que "la Salt House, según nuestras investigaciones, es la primera casa del mundo que utiliza botellas de vidrio en vertical en su construcción", y destaca que todo ha sido posible gracias al “coraje y la conciencia” que ambas comparten.
Como recoge Redaccionando, Edna Dantas, de 55 años, creció en el agreste brasileño, una región donde reutilizar no era una elección, sino una necesidad. “Mi infancia estuvo marcada por la creatividad. Fabricaba mis propios juguetes de bambú, reciclaba lo que podía. No sabíamos que era activismo ambiental, era simplemente cómo sobrevivíamos”, declara al medio. Esta conciencia fue transmitida a su hija, Maria Gabrielly, de 27 años, quien ha hecho de la moda sostenible y la construcción ecológica una forma de vida.
Ambas comparten un fuerte arraigo cultural, con raíces quilombolas e indígenas, que les ha llevado a desarrollar una conexión espiritual con la naturaleza. Su objetivo no se limita a la vivienda, sino que forma parte de una lucha más amplia por la justicia ambiental y la visibilidad de las mujeres negras en los espacios de decisión climática. Tal y como explican en Correio Braziliense, existe una deuda histórica con las comunidades negras en materia de acceso a la vivienda y financiación ambiental. "Vi un estudio reciente que decía que las mujeres negras podrían tardar hasta siete generaciones en tener casa propia. Eso es muy alarmante", subraya Maria Gabrielly.
La iniciativa surgió tras observar la acumulación de residuos en Praia do Sossego, una zona de la Mata Atlántica donde reside esta familia. Como detalla Planeta Ella, la experiencia de Edna en la gestión de residuos sólidos fue clave para transformar el problema en una solución: además de las botellas de vidrio, utilizaron palets reutilizados para tabiques, tubos de pasta de dientes para las baldosas y un baño seco que convierte los residuos en abono. Todo ello configura un modelo de bioconstrucción autosuficiente y replicable.
La Casa de Sal es más que una estructura física: representa una propuesta alternativa para repensar la vivienda desde una perspectiva ecológica, económica y social. Además de las 8.000 botellas usadas en la casa, el proyecto ha recuperado más de 13.000 en total, que también han servido para la construcción de cuatro ecocubos comunitarios. Una media de ocho toneladas de vidrio reciclado consolidan esta apuesta por un futuro más justo y sostenible.
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