Sandra Moñino, nutricionista: "¿Sabías que esta patata es antiinflamatoria y esta no? El truco está en el almidón"
Un alimento tan utilizado en la cocina española puede cambiar mucho sus propiedades según cómo se cocine
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Sandra Moñino, especialista en nutrición, ha compartido una revelación sorprendente sobre uno de los alimentos más habituales en la cocina: la patata. Según explica, su impacto en el organismo cambia significativamente en función de cómo se prepare y conserve. Este detalle, aparentemente trivial, puede convertir este tubérculo en un potente aliado frente a procesos inflamatorios.
La clave, señala la experta, reside en el tipo de almidón que contiene. Cuando una patata se cuece y se deja enfriar durante al menos doce horas, su almidón se transforma en una forma más resistente. Este almidón, denominado resistente, no es absorbido por el intestino delgado y pasa directamente al colon, donde las bacterias intestinales lo fermentan.
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El almidón resistente y su papel en el intestino
El proceso de fermentación de este almidón por parte del microbioma intestinal genera un compuesto con efectos beneficiosos para la salud: el ácido butírico. Esta sustancia, reconocida por sus propiedades antiinflamatorias, se emplea incluso en terapias dirigidas a tratar inflamaciones del colon. Así, consumir patatas frías, cocidas el día anterior, ofrece un valor añadido desde el punto de vista nutricional.
“Ese almidón es resistente a todo el tracto digestivo y pasa íntegro al colon, donde le esperan muchísimas bacterias para alimentarse”
“Ese almidón es resistente a todo el tracto digestivo y pasa íntegro al colon, donde le esperan muchísimas bacterias para alimentarse”, explica Moñino, destacando la importancia de esta transformación para preservar la salud intestinal. A través de este proceso, se fomenta un entorno equilibrado en el intestino, algo esencial en el abordaje de trastornos digestivos.
Un alimento económico con grandes beneficios
El enfoque de Moñino encaja dentro del creciente interés por los alimentos prebióticos. Estos productos no solo nutren al organismo, sino que favorecen el desarrollo de bacterias beneficiosas en el sistema digestivo. La patata, cocida y refrigerada, representa un claro ejemplo de cómo un producto sencillo puede ofrecer grandes ventajas para el bienestar digestivo.
“Con un alimento tan simple y económico como es la patata podemos conseguir un alimento antiinflamatorio perfecto para nuestro intestino”
“Con un alimento tan simple y económico como es la patata podemos conseguir un alimento antiinflamatorio perfecto para nuestro intestino”, concluye la nutricionista. Su recomendación es clara: permitir que las patatas enfríen durante varias horas en la nevera antes de consumirlas puede marcar una diferencia notable en su efecto fisiológico.
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Sandra Moñino, especialista en nutrición, ha compartido una revelación sorprendente sobre uno de los alimentos más habituales en la cocina: la patata. Según explica, su impacto en el organismo cambia significativamente en función de cómo se prepare y conserve. Este detalle, aparentemente trivial, puede convertir este tubérculo en un potente aliado frente a procesos inflamatorios.