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Hannah Arendt, filósofa, sobre la modernidad: "No importa ya cómo sea el mundo, porque ese mundo compartido está desapareciendo"
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Hannah Arendt, filósofa, sobre la modernidad: "No importa ya cómo sea el mundo, porque ese mundo compartido está desapareciendo"

Arendt denunciaba en 1964 que la política había perdido su espacio y que ya no había un “mundo” en el que lo público florezca

Foto: Fuente: YouTube
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En una de sus entrevistas más recordadas, la pensadora Hannah Arendt ofreció una crítica implacable a los males de la modernidad. Grabada en 1964 y aún hoy viralizada en redes, su conversación con el periodista Günter Gaus es una pieza clave para entender cómo el pensamiento político de Arendt alerta del avance de una sociedad que margina lo público en favor del individualismo del consumo.

“La modernidad ha destronado el sentido común”, afirmó Arendt con la serenidad que caracteriza sus reflexiones. Para ella, el llamado Gemeinsinn o “sentido de comunidad” ha sido desplazado por un orden centrado en el ciclo trabajo-consumo. Esto no solo reduce el papel del ciudadano, sino que también empobrece la vida pública y política, dejando al individuo “desarraigado” y “aislado”.

Arendt denuncia que la política ha perdido su espacio, que ya no hay un “mundo” en el que lo público florezca: “No importa ya cómo sea el mundo, porque ese mundo compartido está desapareciendo”, explica. El lugar de lo político ha sido ocupado por un movimiento circular donde solo importa producir y consumir, sin trascendencia ni participación real.

Una sociedad de seres aislados

En su diagnóstico, Arendt identifica un tipo de ser humano que se basta con la rutina del trabajo y el consumo, y que ha perdido el interés por lo común: “En el proceso de trabajo nace una peculiar forma de soledad”, señala. Esta forma de vida deja al ser humano “biológicamente activo” pero cívicamente impotente.

No se trata de una idea meramente abstracta: Arendt hablaba desde su experiencia personal, pero también desde una observación lúcida de los cambios de su tiempo. La filósofa, que vivió el ascenso del totalitarismo, sabía que la atomización social no es inocua: puede ser la antesala de formas autoritarias de poder.

¿Democracias convertidas en ficción?

En un punto clave de la entrevista, el periodista pregunta si, en estas condiciones, la democracia no se convierte en una “ficción”, al depender teóricamente de la participación activa de todos. Arendt responde con matices: “Esta incapacidad para orientarse no afecta solo a las masas, sino también a quienes toman decisiones”, advierte.

Foto: La filósofa Hannah Arendt en una foto de archivo.

El político, explica, ya no actúa con juicio propio, sino apoyado en expertos cuyas opiniones muchas veces se contradicen. “Entre el experto y el político debe mediar el juicio, y ese juicio es un proceso misterioso”, afirma, subrayando que el poder de decidir se basa más en un tipo de sabiduría informal que en saber técnico.

A pesar de este panorama sombrío, Arendt deja espacio para la esperanza. Observa cómo, incluso en sociedades modernas como la estadounidense, surgen asociaciones espontáneas que devuelven sentido a lo público. “Siempre que las personas se reúnen, nace un interés común”, señala, recordando el valor de la acción colectiva.

Así, para Arendt, la posibilidad de recuperar lo político está viva en cualquier grupo que actúe sobre un interés compartido. Lo importante es no dejar que la maquinaria del consumo nos arrebate el mundo en común.

En una de sus entrevistas más recordadas, la pensadora Hannah Arendt ofreció una crítica implacable a los males de la modernidad. Grabada en 1964 y aún hoy viralizada en redes, su conversación con el periodista Günter Gaus es una pieza clave para entender cómo el pensamiento político de Arendt alerta del avance de una sociedad que margina lo público en favor del individualismo del consumo.

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