Alberto Soler, psicólogo experto en crianza: "Estas señales pueden indicar que tu hijo tiene altas capacidades"

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Detectar altas capacidades en la infancia no siempre es fácil. Sin embargo, algunas señales pueden ayudar a las familias a identificarlas desde etapas muy tempranas. Así lo ha explicado el psicólogo y divulgador Alberto Soler, especializado en crianza, quien ha recopilado una serie de características comunes que suelen compartir muchos niños y niñas con altas capacidades intelectuales. A través de un vídeo divulgativo publicado en TikTok, Soler ha detallado cómo estas señales pueden manifestarse incluso antes del diagnóstico formal.

“Muchas de las características extraordinarias que presentan sus criaturas ya estaban presentes mucho antes del diagnóstico, a veces casi desde el nacimiento”, apunta el psicólogo. Según explica, hay familias que, con el tiempo, comprenden que ciertos comportamientos que en un principio podían parecer anecdóticos o incluso problemáticos estaban relacionados con un desarrollo cognitivo diferente.

Uno de los puntos clave del análisis de Soler es el seguimiento evolutivo que hace de estas señales a lo largo del crecimiento del menor. Entre los 0 y los 2 años, por ejemplo, es frecuente que estos bebés sufran más cólicos, duerman mal y muestren una tensión muscular precoz. También es habitual que el desarrollo motor se adelante y que comiencen a caminar antes del año. En el plano verbal, muchos desarrollan un vocabulario temprano, con palabras bien articuladas y precisas.

A medida que crecen, de los 2 a los 3 años, algunos niños aprenden a leer y escribir por sí solos, sin necesidad de una enseñanza formal. En esta etapa, su vocabulario se amplía considerablemente, aunque también pueden experimentar momentos de mutismo, lo que puede despistar a padres y docentes.

Entre los 3 y los 4 años, según el experto, aparece una imaginación desbordante y una creatividad que sorprende por su intensidad. “Llama la atención la curiosidad que tienen, que es insaciable a estas edades”, destaca Soler. Es también una etapa en la que no es raro que aparezcan amigos imaginarios, utilizados como recurso para procesar emocionalmente todo lo que descubren.

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A partir de los 4 o 5 años, muchos muestran un interés precoz por cuestiones abstractas, como el paso del tiempo, el sentido de la vida o incluso la muerte. “Hacen preguntas diferentes a la mayoría de niñas y niños de su edad”, señala Soler. Y en la etapa escolar, especialmente de los 6 a los 9 años, suele acentuar las diferencias con sus compañeros. En el aula, estos niños destacan por una curiosidad excepcional, una sed constante de información y una tendencia a formular preguntas complejas, profundas e incluso incómodas.

Otro rasgo común es su tendencia a saltarse etapas en los aprendizajes, su perfeccionismo al realizar tareas, así como su preferencia por expresarse oralmente antes que por escrito. También es habitual que tengan una imaginación muy rica, una sensibilidad emocional muy marcada y que experimenten frustración o aburrimiento en el entorno escolar, especialmente si no se sienten estimulados.

Aunque Soler subraya que estas señales pueden servir de guía, insiste en que “cada niña o niño con altas capacidades muestra un perfil diferente”. Por ello, destaca la importancia de una identificación adecuada, no solo para potenciar sus fortalezas, sino para prevenir posibles dificultades asociadas a una falta de comprensión de sus necesidades específicas.